DENTRO de dos meses los colombianos deberán asistir a las urnas para el segundo round en la carrera por la sucesión de Iván Duque en la Casa de Nariño.
Tras un año de una larga precampaña en la que llegó a haber más de 40 nombres en el sonajero de presidenciables, hace dos semanas, por fin, la baraja se redujo ostensiblemente.
De los 15 precandidatos que participaron en las consultas internas de las coaliciones del Pacto Histórico, Equipo por Colombia y la Centro Esperanza solo quedaron tres en competencia: Gustavo Petro, Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo.
Apenas dos días después se produjo una baja adicional: el retiro de la candidatura de Óscar Iván Zuluaga, del Centro Democrático. El exministro Luis Gilberto Murillo, quién venía fungiendo como aspirante de Colombia Renaciente, fue el siguiente en dar un paso al costado, ya que fue elegido por Fajardo como su fórmula vicepresidencial.
Así las cosas, en estos momentos solo hay seis candidatos en competencia: los tres ganadores de las consultas internas, así como Ingrid Betancourt, Rodolfo Hernández y Enrique Gómez Martínez.
Al igual que Fajardo, Petro también eligió su compañero de tiquete, designación que recayó, aunque sin mayor sorpresa, en la ex precandidata y líder afrodescendiente Francia Márquez. De hecho, ya ambos se inscribieron de manera formal ante la Registraduría el viernes pasado.
Ayer Gutiérrez hizo el anunció de su segundo a bordo. Escogió al exalcalde de Neiva Rodrigo Lara Sánchez, hijo del asesinado exministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla y medio hermano del senador ex Cambio Radical, Rodrigo Lara Restrepo, quien trató infructuosamente de ser precandidato presidencial del Nuevo Liberalismo.
La escogencia de Gutiérrez fue toda una sorpresa ya que este nombre no figuraba en el sonajero de la última semana en donde había exministras bogotanas, exgobernadores de la Costa Caribe e incluso congresista del Centro Democrático.
Visto todo lo anterior, bien puede decirse que tras más de un año de movidas políticas y electorales por fin el país entrará, a partir de mañana, cuando finaliza el período de inscripción de candidatos, en la recta final de la campaña por la Jefatura de Estado.
De hecho, se da por seguro que Petro, Gutiérrez y Fajardo irán a las urnas, pero no se sabe qué pueda pasar con los otros candidatos presidenciales que no fueron a las consultas, pero ya se inscribieron con sus respectivas fórmulas, con avales partidistas directos o con el respaldo de firmas.
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Incluso, en algunos corrillos políticos se habla de la posibilidad de alianzas entre Betancourt y Hernández, en tanto en otros se ve posible que Gómez Martínez pueda acercarse a Gutiérrez, dado que ideológica y políticamente se encuentran en la franja de la centroderecha.
Este banderazo para la recta final de la campaña comenzó también con dos encuestas en las que es evidente que Petro mantiene la delantera, pero Gutiérrez experimentó un salto superlativo en los sondeos, pasando a ubicarse en el segundo lugar, con una distancia promedio de 14 puntos con respecto al aspirante del Pacto Histórico.
Fajardo, por el contrario, se ubica en el tercer puesto, pero en cerrada competencia con Hernández, en tanto que Betancourt está en la quinta casilla, con porcentajes muy bajos.
Las movidas de Gutiérrez
Otro de los elementos clave en el arranque de esta recta final de la contienda por la sucesión de Duque tiene que ver con las movidas partidistas que se han dado en las últimas dos semanas, luego del mapa político demarcado no sólo por el resultado de las consultas interpartidistas, sino también por el de las elecciones al Senado y la Cámara.
De un lado, Gutiérrez ya recibió el respaldo oficial del partido de La U, en cabeza de su presidenta Dilian Francisca Toro, así como del ex precandidato avalado por esa colectividad, Enrique Peñalosa.
A su turno, el Centro Democrático viene realizando una encuesta virtual con más de 600 mil de sus militantes de base a los que se les indaga sobre a cuál candidato presidencial debería apoyarse. Aunque el resultado solo se dará a conocer mañana, es claro que el escogido será el aspirante de Equipo por Colombia.
Gutiérrez también se reunió ya con el jefe natural de Cambio Radical, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. Trascendió que conversaron sobre las coincidencias políticas y programáticas, e incluso este último le dejó a su consideración un documento sobre política económica.
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Los analistas políticos dan como un hecho que Cambio respaldará al exalcalde de Medellín, dado no solo que coinciden política y programáticamente en el espectro de la centroderecha, sino también porque ese partido selló ya una alianza con La U para trabajar conjuntamente a partir del Congreso que se posesionará el 20 de julio.
También se sabe que Gutiérrez ha mantenido contactos con David Barguil, el exprecandidato presidencial del conservatismo, así como con varios congresistas y dirigentes de esta colectividad. Todo esto llevará a que en próximos días se dé oficialmente el respaldo azul a su aspiración, cumpliendo lo pactado en las bases de la coalición.
A todo anterior se suma que el jueves el candidato presidencial se reunió en Barranquilla con el también ex precandidato Alejandro Char, quien no solo le renovó su respaldo, sino que incluso llegó a rumorarse sobre una posible fórmula vicepresidencial salida del grupo político del exalcalde de la capital del Atlántico. Lo que con el anuncio de ayer finalmente no se concretó.
Se sabe también que Gutiérrez ha mantenido conversaciones con dirigentes liberales e incluso con algunos sectores que hicieron parte de la coalición Centro Esperanza que no están con Fajardo y son más partidarios de apoyar al candidato de Equipo por Colombia.
Igualmente, en los corrillos políticos también se da por seguro que la coalición de partidos cristianos, es decir del MIRA y Colombia Justa y Libres (así en esta última John Milton Rodríguez insista en mantener su aspiración presidencial), terminarán en los próximos días o semanas alineándose con la candidatura de Gutiérrez.
Aparte de todo lo anterior, resulta evidente que este candidato tiene en estos momentos dos objetivos claros. De un lado, concretar y oficializar el apoyo de todos los sectores de centroderecha, así como profundizar un discurso en el que el objetivo principal es mostrarse como una opción en la que caben todos los sectores y tendencias políticas, sobre todo las de centro y la izquierda progresista. De allí que sus palabras clave sean consenso y la del “presidente de la gente”.
Por lo mismo, una de las premisas de su estrategia no solo es mostrarse como la antípoda de las propuestas, tesis e imagen de Petro, sino la de abanderar el discurso de la defensa de la democracia, las libertades y el tracto institucional. En últimas, insistir en mantener el rumbo del país y no dejar que la izquierda le dé un incierto timonazo político, económico y social.
Es claro que con la escogencia de Lara Sánchez lo que se busca es atraer de la provincia, así como de partidos alternativos como los Verdes, e incluso de un perfil de las víctimas del conflicto armado y el narcotráfico.
Altibajos petristas
El arranque de la recta final de la campaña presidencial ha sido accidentado para Gustavo Petro. Ello pese a que la coalición del Pacto sumó casi seis millones en la consulta, de los cuales 4,4 millones fueron por el dirigente de izquierda. A esto hay que agregarle el innegable hecho político de las 19 curules que conquistó en Senado (la colectividad más votada) y las 25 de la Cámara.
Pero a partir de ese acumulado político y electoral, es claro que su principal reto es ampliar su coalición hacia sectores del centro, que es la franja que inclinará la balanza de la competencia presidencial.
Pero esa tarea ha sido complicada. Prueba de ello es la ruptura de conversaciones con el partido Liberal, después de las declaraciones muy críticas de la fórmula vicepresidencial Francia Márquez contra el expresidente César Gaviria, jefe único de las toldas rojas.
Aunque tanto el propio Petro como otros dirigentes de la bancada trataron de distensionar la situación e incluso enviaron compromisarios para hablar con Gaviria, ninguna de esas gestiones ha dado resultado hasta el momento. Paradójicamente, mientras algunos sectores del Pacto consideran un ‘descache’ grave las críticas de Márquez, otros señalan que fueron positivas para la causa.
Por otro lado, la controversia le dio margen de acción a una parte de líderes liberales -incluso a la mayoría de los senadores electos-, que son más partidarios de buscar tender puentes con Gutiérrez que con Petro. El panorama en la bancada de Cámara estaría más a favor de una alianza con el Pacto Histórico que con la centroderecha.
Pero así como en el petrismo lamentan que se haya congelado la posibilidad de una alianza con los liberales, se leyó como una victoria propia que el partido Alianza Verde, base de la coalición Centro Esperanza, haya dejado en libertad a su militancia para escoger candidato presidencial “alternativo” en la primera vuelta. Es apenas evidente que en los verdes persiste la división entre las toldas partidarias de seguir respaldando a Fajardo y el sector -incluso con varios representantes a la Cámara y senadores electos- que consideran que las opciones electorales de este último, al tenor de las encuestas y la baja votación en la consulta, son escasas y, por lo tanto, bajo la filosofía del voto útil, sería mejor buscar una alianza con el Pacto Histórico para hacer un bloque fuerte de centroizquierda que garantice la conquista de la Casa de Nariño, preferiblemente en la primera vuelta, ya que es obvio que el antipetrismo estará más cohesionado en la segunda y el riesgo de perder será mayor.
Todos estos temas se discutieron el pasado jueves, cuando se reunió por primera vez la nueva bancada. De allí salieron tres directrices claras. En primer lugar, la necesidad de que cada uno de los parlamentarios y dirigentes a nivel departamental y municipal redirijan los comités políticos para impulsar la votación en primera vuelta y buscar ganar ese día la Presidencia.
El segundo mandato se refiere a tratar de contactar sectores y dirigentes liberales y de los movimientos del centro político con miras a ampliar la alianza.
Y la última premisa sobre la estrategia de campaña se basa en ser muy activos en el discurso político y programático, esto con el objetivo de impactar el voto de opinión e indeciso. Por ejemplo, se urge insistir hasta el cansancio en que Gutiérrez es el candidato del uribismo y del continuismo gubernamental.
Igualmente se analizaron las ventajas y desventajas de la decisión del candidato presidencial de no volver a participar en debates hasta tanto no se aclare la votación para Senado. Hay división de criterios al respecto.
La cruzada de Fajardo
El arranque de la recta final de las presidenciales ha sido especialmente complicado para Fajardo. De un lado, porque no es fácil recuperarse del revés electoral en la consulta interpartidista. Como se sabe, si bien ganó esa competencia lo hizo apenas con 723 mil votos, muy lejos de los 4,6 millones de votos que logró en la vuelta de 2018.
Para tratar de sacudirse el candidato ha traído a colación que hace cuatro años también llegó muy bajo en las encuestas a la primera vuelta, pero terminó siendo la sorpresa, así no haya clasificado al balotaje final. Según Fajardo, en esta ocasión sí lo hará.
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El segundo gran obstáculo que ha tenido que afrontar el exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia se refiere a que las encuestas están mostrando un escenario cada vez más polarizado entre Petro y Gutiérrez, debilitando fuertemente la opción de una tercería en cabeza de la centroizquierda. Incluso, el propio candidato ha denunciado una estrategia para tratar de eclipsar su aspiración y convencer a la ciudadanía de que la competencia ya es solo entre esos dos nombres.
Tampoco se puede negar que Fajardo ha tenido que maniobrar en las últimas dos semanas para tratar de superar la división de la Centro Esperanza, que ya antes de la consulta era muy evidente y fue causa directa de su baja votación. Sin embargo, no ha sido una tarea fácil. De hecho, la escogencia de Murillo como su fórmula vicepresidencial fue entendida por los analistas como una movida para tratar de unir a la centroizquierda.
No hay que olvidar que el exministro hacía parte de esa coalición, pero unas semanas antes de la consulta decidió apartarse alegando que no le estaban dando garantías para poder participar en igualdad de condiciones en la escogencia del candidato presidencial de bloque.
Murillo venía como candidato presidencial avalado por el movimiento Colombia Renaciente pero, de un momento a otro, Fajardo lo escogió como su segundo a bordo. Esto pese a que algunos asesores sostenían que lo mejor era una mujer del centro del país o de la costa Caribe, de forma tal que le permitiera neutralizar el influjo de Francia Márquez a favor del petrismo o de una eventual segunda a bordo femenina por parte de Gutiérrez.
También resultó un revés para este candidato presidencial que la Alianza Verde dejara a su militancia en libertad para votar en la primera vuelta por un candidato “alternativo” (es decir Petro, Fajardo, Hernández o Betancourt). Se trata de una muy mala noticia para el exgobernador antioqueño toda vez que esta colectividad es la base de la coalición, así como la que más senadores y representantes a la Cámara electos tiene en ese bloque multipartidista.
Recomposición del ajedrez
Visto todo el panorama con que inicia la recta final de la contienda por la Casa de Nariño es claro que los próximos dos meses serán muy movidos.
De un lado, la mayor incógnita continúa siendo la del partido Liberal, no solo por su alejamiento de un acuerdo con el petrismo, sino porque cada vez es más evidente que una parte de su dirigencia se inclina por Gutiérrez.
En cuanto los partidos Conservador y Cambio Radical está cantado que terminarán alineados con el candidato de Equipo por Colombia, como ya lo oficializó La U y muy posiblemente lo hagan las facciones cristianas. También, como se dijo, es seguro que el uribismo llegue a esas toldas, más aún porque es claro que parte de su militancia ya votó por Gutiérrez en la consulta del 13 de marzo.
Este último sabe que la clave para remontar a Petro y frenar la posibilidad de que éste pueda ganar en primera vuelta está en conquistar el apoyo de sectores de centro, de los esperanzados, así como sumar voto de opinión y de indecisos, sobre todo en el centro y el norte del país, ya que en Antioquia tiene una ventaja sustancial. La estrategia es clara: forzar la segunda vuelta y abanderar allí un mayoritario antipetrismo que lo lleve a suceder a Duque.
Petro, entretanto, sabe que debe seguir apuntando a reclutar sectores de la Centro Esperanza, así como del voto de opinión, de protesta y femenino. Para ello es clave el impacto de Francia Márquez, así como asociar a Gutiérrez como el candidato de Duque y Uribe. Es más, aunque lamentará la ruptura con el oficialismo liberal, debe buscar que las bases regionales de esa colectividad lo apoyen.
A su turno, Fajardo tiene que seguir navegando contra la corriente, sobre todo para evitar que un escenario marcado de polarización entre la izquierda y la centroderecha terminé licuando sus opciones. Para ello es clave su participación en los debates, en donde tiene una gran experiencia, ya que esta es su tercera candidatura presidencial. Claro, ello funcionará en tanto Petro asista a los mismos.
La gran incógnita está en qué va a pasar con las candidaturas de Hernández, Betancourt y Gómez Martínez. De la primera se sabe que está en un proceso de relanzamiento, consciente de que el escenario resultante de las consultas le está quitando vapor a una aspiración que hace cuatro semanas figuraba en el segundo lugar, después de Petro.
Betancourt, por su parte, ha dicho que está dispuesta a hablar con todos los sectores políticos pero es claro que sus mayores opciones están en un acercamiento a Fajardo o al propio Hernández, ya que tiene una distancia política e ideológica mayor con Petro y Gutiérrez, según se ha visto en los debates.
Gómez Martínez, pese a marcar bajo en las encuestas, está haciendo un ejercicio interesante al posicionar de nuevo al Movimiento de Salvación Nacional en el escenario político, pero no se sabe si llegará finalmente a las urnas el 29 de mayo u optará por una alianza antes con el candidato más afín, que es precisamente Gutiérrez.
Como se ve, serán ocho semanas a todo vapor político y electoral. El escenario es muy cambiante y todo puede pasar. Ya el mapa político dejado por las elecciones parlamentarias empieza a perder impacto y la opinión pública se concentra cada vez más en la definición del sucesor de Iván Duque. A medida que el panorama vaya madurando el pulso será mucho más claro, aunque solo las urnas producirán el definitivo humo blanco.