Pildoritas para la memoria. Atraído por las frecuentes andanadas del ex ministro Gabriel Silva contra los ex presidentes Pastrana y Uribe, el barquero buceó en sus archivos y encontró un documento que ni mandado a hacer para refrescarle la memoria al dueño del “Catalejo” que se olvidó fácilmente de las políticas que antes defendía con la terquedad propia de una mula que corcoveaba hasta botar la carga.
El otro Silva. El 28 de noviembre de 2007, en la instalación del Congreso Nacional Cafetero, en Bogotá, le decía el gerente Silva a Uribe:
“Señor Presidente, reciba Usted la más cálida bienvenida a esta su casa, la casa de los cafeteros de Colombia. Incumpliríamos nuestras obligaciones patrias si dejáramos de expresar el sentimiento de más de quinientas sesenta mil familias de cafeteros, de millones de ciudadanos que viven del café, ante las circunstancias amenazantes que vive la Nación”.
El hombre de la paz. Silva proclamó a Uribe, en el pleno cafetero, como el hombre de la paz: “El verdadero protagonista de la paz de los colombianos, y así lo vivimos todos los días los cafeteros de la Patria, es quien le devolvió la tranquilidad a los ciudadanos; el que le permitió el regreso al trabajo a los que antes salieron huyendo; el que le entregó confianza a los inversionistas; el que le recuperó el sagrado derecho a la vida y a la libertad a millones de compatriotas antes amenazados. Nos referimos a Usted Señor Presidente, Usted es el hombre de la paz que reclaman los colombianos”. (A Silva le cabe este viejo refrán: El hombre es amo de su silencio y esclavo de sus palabras.
Pleno apoyo. Al instalar el LXVIII Congreso Nacional de Cafeteros de Colombia, el ex ministro le reiteró a Uribe: “Señor Presidente, cuente Usted con que en las montañas de Colombia, desde la Guajira hasta Nariño, pasando por Antioquia y el Eje Cafetero, desde Chocó hasta el piedemonte llanero, hay millones de compatriotas, de mujeres y hombres, que están de pie y de frente para velar por la democracia y la integridad nacional”.
Servilismo. El orador señalaba, antes de los elogios a su Presidente: “La democracia colombiana está construida sobre el trabajo esforzado y el respeto a la Ley. El café es el mejor ejemplo. Aquí el bienestar no es el resultado de un fortuito accidente geológico. Aquí la prosperidad no depende del servilismo ante el autoritarismo sino de la laboriosidad, la creatividad y el empuje para crear riqueza en las más adversas circunstancias. Mientras allá el bienestar se asigna a dedo, aquí se gana en igualdad de oportunidades y como resultado del mérito”.
Convocatoria. Otro agregado: “El que se apropia de la bandera de la paz, gana la guerra. Los cafeteros lo sabemos. Por eso les pedimos a los colombianos que no se dejen engañar. Cómo es posible que ensalcemos como voceros de la civilidad, que pregonemos como amigos del dolor de las víctimas, a quienes precisamente han sido sus verdugos”.