Para el sector financiero los cambios en la tasa de interés corriente que comenzarán a regir en septiembre, son inocuos para la recuperación de la economía. Esta tasa busca es proteger a los consumidores de los abusos de prestamistas
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En medio del complejo proceso de ajuste que está experimentando la economía colombiana, han surgido distintos debates sobre las principales medidas de política que podrían acelerar la reactivación del consumo en los próximos meses.
Sin encarar los verdaderos obstáculos que han venido y podrían continuar restándole celeridad a la recuperación, el Gobierno cedió a la petición de algunos gremios sobre la conveniencia de modificar los períodos de certificación de la tasa de usura como mecanismo para dinamizar la transmisión de la TPM a las tasas de consumo.
Para Asobancaria, quizás la forma más osada, se llegó incluso a plantear la posibilidad de reducir la tasa de usura ajustando la fórmula y los parámetros de cálculo.
El objetivo de establecer una tasa de usura es, en teoría, proteger a los consumidores, en especial a los de menor ingreso, de los “abusos” de los prestamistas.
Sin embargo, tal como Asobancaria lo ha venido señalando desde años atrás, en la práctica, el cálculo de la tasa de usura opera como un mecanismo de control de precios que restringe la competencia, distorsiona la asignación del crédito y dificulta la financiación del consumo y de la pequeña y mediana empresa.
A su vez obstaculiza la bancarización y la inclusión financiera y entorpece la profundización requerida de los mercados financieros, necesaria para estimular el crecimiento, acelerar el desarrollo y disminuir la pobreza.
Específicamente, la imposición de límites a las tasas de interés tiene efectos adversos en la medida en que restringe la oferta de crédito y obliga a las entidades financieras a canalizar la mayor parte de los créditos hacia sectores con menores niveles de riesgo, lo que paradójicamente, termina excluyendo del acceso del crédito a la población informal y de bajos recursos.
En efecto, la imposición de una tasa de interés máxima, que no está en línea con el mercado y que no alcanza a cubrir el riesgo y los costos de colocación asociados a cada cliente, induce una contracción en la oferta de los productos financieros.
Con el propósito de garantizar la estabilidad del sistema financiero, las entidades deben aplicar una adecuada gestión de riesgos, lo que les impide otorgar créditos a segmentos que solo serían atendidos con tasas de interés superiores a los límites impuestos.
Esta situación, sin duda, obliga a los excluidos a solicitar préstamos en el mercado informal (el “gota a gota”), donde las tasas son exorbitantemente más altas y las condiciones no solo precarias sino extorsivas, agravando la desigualdad y la pobreza.
Las tasas han bajado
El gremio financiero respondió a las críticas sobre la demora en la transmisión de la rebaja de los intereses a los adjudicatarios de crédito que la mayoría de las tasas de interés de colocación del sistema financiero han respondido con eficacia a las reducciones de la Tasa de Política Monetaria, TPM, que se iniciaron desde diciembre de 2016.
De hecho, durante este periodo de política monetaria expansiva, las tasas de la cartera comercial se han reducido un 120% frente a la TPM y las de microcrédito un 96%, lo que confirma que estos dos segmentos del mercado son los que transmiten las decisiones del Banco de la República con mayor celeridad.
Para el caso de la vivienda, las decisiones de política monetaria no se han transmitido con igual magnitud debido a que este mercado determina sus tasas con base en la dinámica de las tasas de fondeo de largo plazo. Además cabe recordar que estas tasas tampoco transmitieron en su totalidad el aumento de la TPM entre septiembre de 2015 y noviembre de 2016.
El retraso en la transmisión en el segmento de tarjetas de crédito y consumo se debe según los banqueros, por elevados niveles de riesgos, tanto macroeconómicos como financieros, que están afectando las dinámicas de consumo y que se han venido exacerbando en un contexto de fuertes ajustes en la demanda interna.
Además, si se observa el comportamiento de la DTF, tasa de referencia para algunos créditos, se tiene que solo se ha recogido el 52% de las reducciones de la TPM, lo que ha contribuido a que las tasas para la modalidad de consumo no disminuyan más rápido.
El rezago histórico en el segmento de consumo ha sido cercano a los 8 meses y en el de tarjetas a 14, mientras que en microcrédito y comercial ha sido de 3 y 5 meses, respectivamente.
Opiniones
Por su parte el superintendente Financiero, Jorge Castaño, señaló que no existe una modificación a la metodología para determinar la tasa de usura y reiteró que lo único que cambia es el tiempo entre cada certificación, “esto permite tener una información más cercana del comportamiento de las tasas con una certificación mensual”.
El presidente de Grupo Bancolombia, Juan Carlos Mora, fue más allá y aseguró que no le gusta “la política intervencionista en ningún mercado porque creemos que estamos en una economía libre en la que la oferta y la demanda deben fijar los precios”.
Mora señaló que “las tasas de interés están bajando y van a seguir bajando pero las intervenciones de precio en una economía de libre mercado no son beneficiosas porque generan unos incentivos artificiales que no son adecuados y en el largo plazo terminan afectado”.
La Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF, señaló que a medida que se abre la holgura entre la tasa de usura y la tasa de mercado ello está permitiendo formalizar gente que está en el mercado del “gota a gota”, donde pagan, no 30 sino 300% efectivo anual. La experiencia ha mostrado que la inclusión financiera ha tenido como punta de lanza el haber abierto esa diferencia entre la tasa de usura al 33% y la tasa de mercado al 15%.
El presidente de Fenalco, Guillermo Botero, dijo que Asobancaria está equivocado y que el “gota a gota” existe porque no hay un acceso fácil al crédito bancario y muchas personas que requieren recursos tienen que acudir al extrabancario.
Dijo que la propuesta no es solo que sea mensual sino que sea del 1,25% del interés bancario corriente, lo que llevaría las tasas de consumo a nivel del 27%, lo que sí es atractivo y bajaría en un porcentaje importante la cuota que se tiene que pagar por las deudas adquiridas en tarjetas de crédito.
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