Por: Pablo Uribe Ruan
Especial para EL NUEVO SIGLO
LA revista alemana, Focus, publicó en su edición del 22 de febrero de 2010 una versión de la Venus de Milo con el dedo medio hacia arriba acompañada de un subtítulo que decía: "GRECIA nos quita nuestro dinero". La variante propuesta era simple: Alemania le prestó a Grecia y ahora tiene que salvarlo.
Más allá de la sátira, el título reflejó del malestar de los alemanes, que veían la concesión de plazos y préstamos para Grecia como una carga injustificada. Es decir, Alemania no tenía la obligación de salvar la economía griega, pero lo hacía por un "compromiso comunitario". Tal percepción, sin embargo, llamó la atención de los griegos que, ahogados en deudas, se preguntaron, ¿y acaso Alemania no vivió una experiencia similar a mediados y finales de la década de los 20?.
La antesala
El historiador alemán, Hagen Schulze, narra el desarrollo de la crisis económica que padeció Alemania entre 1927 a 1932. Los parecidos con Grecia no son simple casualidad. Por eso es necesario hacer un recuento del desarrollo de la crisis alemana en la década de los 20 para encontrar varios paralelos con la griega.
La historia económica alemana durante la década de los 20, Siglo XX, inicia con una depreciación de la moneda para evitar las exorbitantes reparaciones contempladas en el Tratado de Versalles (1919). Alemania, con base en el desplome del valor de la moneda, argumentó que no podía cubrir las reparaciones en oro a Francia y Gran Bretaña, sin provocar el hundimiento financiero del país. La deuda del país se aproximaba a los 40.000 millones de dólares (de la época), según Keyner, lo que sugería que Alemania tenía que pagar 2 mil millones de dólares durante la década de 1920.
Un año después Alemania sufrió una hiperinflación como consecuencia del pago de las reparaciones. Estados Unidos, en 1924, firmó el Tratado de Dawes con Alemania, el cual le permitió una reducción del pago de la deuda. Pero luego de tres años de cumplir con esas obligaciones vino el desplome total.
El 13 de mayo de 1927 se cayó la Bolsa de Berlín y ante el oscuro panorama Herbert Hoover, presidente de Estados Unidos, le concedió una moratoria de un años más para reducir la presión sobre el país germano. Finalmente, las potencias se reunieron en Laussane, Suiza, en donde decidieron que renunciaban a cobrar la mayor parte de la deuda.
La crisis
La economía alemana en 1928 estaba estancada, su crecimiento estaba muy distante del de los primeros años de la post-guerra. Los créditos y las subvenciones estaban destinadas sólo a sectores como la industria pesada y la agricultura. Tras el fin de la era de los gobiernos del bloque burgués, llegó al poder el Partido Socialdemocrata Alemán (SPD), quien, luego de una política de inflación precedida por los gobiernos anteriores (Alemania tuvo una tasa promedio de inflación del 17%), impulsó una política impopular de deflación.
El clima social y político estaba caldeado. El Berliner Tagblatt escribió el día de la posesión: "un gobierno con la crisis empotrada" y a eso se le sumaban las constantes huelgas callejeras. En 1931, las quiebras bancarias por falta de liquidez generaron el cierre de muchas empresas. Posteriormente, el número de desempleados se cuadriplicó: del 7%, al 30.8%, en 1932.
Paralelos con la debacle griega
La debacle griega tiene orígenes que, por supuesto, son diferentes a los de la alemana. Pero llama la atención que las consecuencias sociales y políticas sean muy similares, aunque se diferencian en el tratamiento que recibió uno y otro país de parte de los acreedores.
La crisis económica en Grecia se originó por dos causas principales. En primer lugar, los gobiernos de finales del siglo pasado y comienzo de éste, pidieron innumerables créditos que elevaron la deuda pública peligrosamente. Para los griegos ese acceso a créditos internacionales fue ilimitado por parte de varios países, en especial Alemania, quien accedió a que su banca concediera créditos de manera indiscriminada a cambio de, según la oposición griega, armamento militar alemán.
En segundo lugar, estalló la crisis mundial de 2008 y con ella la parálisis de los flujos de capital, lo que disminuyó la posibilidad de pago por parte de Grecia. En dicho escenario, la banca privada griega estaba quebrada y en su rescate llegó la Troika (FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo), la cual impuso las medidas extremas de austeridad a cambio de los préstamos para pagar la deuda.
El pueblo griego, inmerso en un laberinto sin salida, experimentó unos reajustes sin precedentes: le hablaron de austeridad, pero le aplicaron la forma más rigurosa de la misma. Se despidió a la quinta parte de los empleados oficiales, se recortó el gasto público al 22 % y se redujeron los salarios al 25%. Han pasado 6 años y la recuperación con base en la austeridad fomentada por la Troika, tiene pocas cosas que mostrar, salvo una economía supremamente débil que está igual o peor que cuando llegó.
Los caminos de la deuda
Desde el 2008, la posición de Alemania ha sido muy crítica en contra del manejo que le dio Grecia al sobreendeudamiento público. Claro, es entendible, Grecia no ha dado señales de una leve recuperación y es una pieza incómoda para el desarrollo del euro.
Sin embargo, es llamativo que la posición alemana sea tan estricta con los helénicos, como sino recordara su historia política y económica: los tiempos de la hiperinflación cuando, al igual que Grecia, pidió más años para pagar la deuda y a una refinanciación de la misma por parte de entidades bancarias o países extranjeras.
Tan es así que la historia dice, para algunos, que Alemania nunca terminó de pagar las indemnizaciones suscritas en el Tratado de Versalles, ni tampoco le pagó a Grecia, como alega el alcalde de Atenas, los 70.000 euros por las masacre de Kalavrita y Distomon durante la Segunda Guerra Mundial.(Ver nota anexa)
La historia dice que Alemania negoció la deuda pública en dos ocasiones durante el Siglo XX: en la crisis de los 20 y después de la Segunda Guerra Mundial. Esa negociación tuvo como consecuencia en ambas ocasiones un pago parcial que finalmente que fue condonado por los países y las entidades financieras acreditadas.
Si es así, vale la pena preguntarse, ¿cuál es la legitimidad alemana frente a Grecia? y, más aún, ¿qué tan exigible es el pago inmediato y la imposición del modelo de austeridad, puesto que el porvenir del pueblo griego está rodeado de una gran incertidumbre por las políticas de la Troika?. ¿Grecia debe renegociar la deuda?. Por qué no, si Alemania al fin y al cabo también lo hizo y con el paso de los años no canceló la totalidad de su deuda pública sea por las circunstancias que fuesen.