El cumpleaños número 79 le llegó ayer al papa Francisco en momentos en que su pontificado se acerca a los tres años y la Iglesia católica, apostólica y romana se encuentra imbuida en una reforma a fondo para hacerla más cercana a sus fieles, más humilde y, sobre todo, más dispuesta al perdón y la reconciliación. Todo ello con el fin de atraer de nuevo al redil a millones de personas que por diversas circunstancias se han alejado de la doctrina o se consideran excluidas de la misma por circunstancias tales como el divorcio, el aborto o el homosexualismo.

También ha sido Francisco impulsor sin descanso de la rectificación de conductas anómalas como la pederastia o el mismo desorden financiero en el Vaticano.

Por igual, proyectó este Pontífice una trascendental encíclica ambiental, al tiempo que ha sido enfático en que no hay religión que promueva la violencia y la muerte, fustigando así a quienes se escudan en el extremismo religioso para perpetrar actos de terrorismo y barbarie.

Incluso, la semana pasada el papa Francisco dio inicio al Año del Jubileo, cuya convocatoria extraordinaria tiene como lema el perdón y la reconciliación como plataforma básica doctrinal del cristianismo.