Ha fallecido uno de los más insignes arquitectos de la historia brasileña y del mundo, Óscar Niemeyer. Un visionario que hizo posible una idea ‘magnífica, monumental, imposible’, en palabras del presidente Juscelino Kubitschek, la de construir una nueva capital para Brasil que ayudara a poblar el interior del país. Así nació Brasilia, en 1956, en la mente del arquitecto director de la Escuela de Bellas Artes de Río, Lucio Çosta, maestro de Niemeyer. Este último la tornó en realidad con la hermosa capital brasileña, verdadera urbe del siglo XXI. Una utopía que cobró vida en una metrópoli ultramoderna. Imponentes edificios de vanguardia, el Palacio del Planalto, el de la Alvorada, y multitud de obras que tienen el sello de este maestro futurista.
La existencia de Niemeyer fue dilatada. Desde su graduación de ingeniero arquitecto, en 1934, no dejó de construir. Un artista del diseño de última generación. A él se le debe el desarrollo urbanístico brasileño. Deja una obra colosal. Trabajó en diversos proyectos hasta sus últimos días. Su deceso se produce cuando le faltaban cuatro días para cumplir 105 años. La arquitectura brasileña e internacional tienen un referente en el siglo XX y parte del XXI: Óscar Niemeyer.