El mediador de la ONU Lakhdar Brahimi logró convencer a las delegaciones del régimen sirio y de la oposición de reunirse en una misma sala el sábado tras una jornada de negociaciones marcada por las amenazas de Damasco de abandonar la conferencia.
Un primer intento de reunir a los emisarios del presidente Bashar al Asad y de la Coalición opositora siria empezaron con el pie izquierdo.
Un encuentro previsto por la mañana y que debía poner frente a frente a ambas delegaciones enemigas fue anulado a último minuto.
La oposición se negó a sentarse alrededor de la misma mesa con el jefe de la diplomacia siria Walid Mualem mientras el gobierno no acepte el principio de un gobierno de transición.
La respuesta del gobierno sirio no se hizo esperar. Mualem amenazó con hacer sus maletas, acusando a sus detractores de "falta de seriedad".
"Me entrevisté separadamente con las delegaciones de la oposición y del gobierno ayer y, nuevamente, hoy" y "nos pusimos de acuerdo, en que mañana nos reuniremos en la misma sala", declaró Brahimi a la prensa.
El emisario de la ONU y de la Liga Árabe, artífice de estas negociaciones en las que se espera encontrar una solución al conflicto sirio que ha dejado en casi tres años más de 130.000 muertos, excluyó que una de las partes abandone las negociaciones.
"Ambas partes estarán presentes mañana y se reunirán. Nadie se irá mañana y nadie se irá el domingo", aseguró el diplomático.
Brahimi lanzó también un llamado de ayuda "a todos los países que tienen influencia" - haciendo alusión a Rusia, Estados Unidos, a los países europeos y a las monarquías del Golfo - para "hacer avanzar este proceso".
"Sabíamos que sería difícil, complicado", añadió.
Más temprano, ambas partes se acusaron mutuamente de entorpecer las negociaciones auspiciadas por Estados Unidos, aliado de la oposición, y Rusia, apoyo inquebrantable de Damasco.
"El problema de esta gente es que no quieren la paz, vienen aquí con condiciones previas", declaró el viceministro sirio de Relaciones Exteriores, Faysal Moqdad, tildando a las reivindicaciones de que Asad salga del poder de "ilusiones".
"No queremos sentarnos con ellos hasta que el régimen no haya aceptado" Ginebra I, declaró por su parte a la AFP Nazir al-Hakim, un miembro de la delegación de la oposición.
El régimen y la oposición difieren en la interpretación del contenido de Ginebra I, un acuerdo firmado entre las grandes potencias en 2012 y que prevé un período de transición. Los opositores de Bashar al Asad afirman que este acuerdo implica la salida del poder de Asad, mientras que Damasco rechaza este escenario y propone un gobierno de unión.
"Hablamos de un gobierno de unión amplia, pero para llegar allí debemos ver quién representa a esta oposición", dijo Moqdad.
Diplomáticos y observadores se hacen pocas ilusiones acerca del resultado de estas negociaciones, pero recuerdan que el simple hecho de que los dos bandos acepten acudir a Ginebra es todo un acontecimiento.
El primer ciclo de negociaciones está previsto que dure "hasta el final de la semana próxima", el 31 de enero.
"Sabemos que llevará su tiempo y si tiene que durar un día más, que dure un día más", indicó un alto responsable del Departamento de Estado estadounidense.
A falta de consenso sobre el futuro de Asad, Brahimi podría concentrarse, igual que occidentales y rusos, en definir las primeras medidas para ayudar a la población.
Brahimi evocó "señales" de que las delegaciones parecen dispuestas a discutir del envío de ayuda humanitaria, de treguas localizadas, sobre todo en Alepo, y de intercambios de prisioneros.
Según una fuente diplomática, la oposición podría poner de entrada sobre la mesa la idea de "ayuda humanitaria y treguas localizadas".
Parte de la "ecuación depende también de la capacidad de los padrinos" de los dos campos, Estados Unidos para la oposición y Rusia para el presidente Asad, para pesar y maniobrar entre bastidores y del avance de los peones occidentales, rusos y monarquías del Golfo en este "gran juego" de luchas de influencia./AFP