Oldman: vida de cambios extremos | El Nuevo Siglo
Foto Montaje El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Enero de 2018
Claudia Bermúdez

Camaleónico  y magistral. Estas son las palabras que mejor describen al británico Gary Oldman, que aunque considerado de tiempo atrás como el actor de actores, reafirma ese honorable título con su encarnación de Winston Churchill en “Las horas más oscuras”.

En la pantalla grande ha dado vida a 50 personajes entre secundarios, de reparto y protagónicos. En todos cambia radicalmente no sólo la interpretación de los mismos, sino su aspecto físico, al punto que para muchos ha debido bajar hasta 15 kilos y colocarse prótesis y ocultar sus piernas, hasta subir más de 20 kilos y cambiar sus pasos al caminar como para su más reciente protagónico, donde parece que se “metiera en la piel”  del desaparecido estadista  británico.

Con 60 años de edad, de los cuales más de la mitad ha dedicado a la actuación, primero en teatro con el grupo Greenwich Young People’s Theatre, donde se hizo al premio de mejor actor de la Asociación Británica de Teatro en 1985 por su actuación “The Pope’s Wedding”,  y tan solo un año después en el cine, donde debutó con un papel secundario en Sid y Nancy (1986), Oldman ha evidenciado su extrema versatilidad actoral y física.

Y ha sido esa gigante capacidad de transformarse la razón por la cual, seguramente, en el imaginario colectivo no está tan presente. Sin embargo, al realizar su filmografía y los personajes que ha encarnado cuando se cae en cuenta de que es un actor conocido, pero sobre todo el mismo que se recuerda por una u otra actuación, que como dijimos son tan abismalmente diferentes como su aspecto físico.  

El propio Oldman ha confesado que la interpretación que le  requirió un  mayor esfuerzo físico fue la que realizó en la película Tiptoes, de Matthew Bright, donde encarnaba a Rolfe, un enano. Para ello, adelgazó 15 kilos, y usaba diariamente un arnés para ocultar sus piernas que le mantenía agachado en una postura agotadora. Al parecer, se le quedaban las piernas entumecidas, y sólo conseguía volver a la normalidad con ayuda de hielo.

Este actor nacido en un humilde hogar de New Cross, Londres, ha tenido preferencia por los personajes asociales, atormentados y estrafalarios. El gusto por esta “especialidad” nació prácticamente desde el mismo momento en que irrumpe en el cine, ya que en Sid y Nancy interpretó a un personaje real, Sid Vicious, el legendario cantante de Sex Pistols conocido por su voz, pero también por su adicción a la heroína.

Además para encarnar a Sid debió adelgazar más de 15 kilos, lo que logró con una férrea disciplina, la misma con la que convirtió su cuerpo en un “yo-yo” metabólico, es decir para subir o bajar según las exigencias del personaje a interpretar y que, desde ese entonces (1986) dejó entrever su creatividad actoral.

Prueba de lo anterior se dio tan solo un año después, cuando modificó radicalmente su apariencia y registro para dar vida a en ese entonces otro personaje real, el escritor homosexual Joe Orton. Fue para la película de Stephen Frears, “Abrete de orejas”, en la que tuvo el protagónico compartido con quien fungía como su amante, el actor Alfred Molina.

Y es ahí donde se le abren las puertas de Hollywood y empieza con paso firme su camino hacia el éxito. Tan solo meses después de esa filmación, protagoniza el thriller  Ley criminal, de Martin Campbell y luego El Clan de los irlandeses,  donde “asusta” como un mafioso agresivo, bebedor y violento.  No se amilana al actuar junto a grandes de la pantalla como Sean Penn y Ed Harris y, por el contrario, asume tan a conciencia su rol que arranca palmas y  buena crítica.

Desde ese entonces, su actividad actoral ha sido imparable y prolífico.  Salvo en 2013, desde allá hasta ahora ha realizado al mínimo una película por año. Y no cualquier cinta o personaje, ya que ha tenido exitosos roles en toda la saga de Harry Potter, Batman, Hannibal, JFK y Drácula, solo para mencionar algunas.

Desde el comienzo del milenio este incansable británico ha estado en más de una cinta y a medida que consolidaba su huella en Hollywood se afianzaba su título de actor de actores. Esa maestría histriónica, como lo reseñamos anteriormente, se reafirma con su transformación para Churchill, donde además de subir de peso, acostumbrarse al tabaco en la boca, a los gestos y expresiones del fallecido líder, tuvo que entrenarse intensamente para acertar con su forma de caminar.

La cinta cuyo título original es “Darkest hour” y traducida como “Las horas más oscuras” o “El instante más oscuro” se escenifica días antes del comienzo de la segunda guerra mundial cuando días antes de asumir como premier de Gran Bretaña, Churchill debe hacer frente a una de las decisiones más difíciles de su carrera política: negociar un tratado de paz con la Alemania nazi o mantenerse fiel a sus ideales y a la libertad de una nación. Con las imparables fuerzas nazis adentrándose en Europa Occidental, la amenaza de una invasión inminente, un pueblo que no está preparado, un rey escéptico y su propio partido conspirando en su contra, Churchill, a pesar de vivir el instante más oscuro, guiará a una nación e intentará cambiar el curso de la historia mundial.

Y ese instante u hora oscura lo interpreta magistralmente Gay Oldman, quien sin duda logra develar la faceta humana de ese estadista y uno de los personajes con mayor peso en la historia inglesa y mundial. Así, quienes en un principio cuestionaron su elección para ese papel tan clave y básicamente porque no se parecía físicamente en nada a Churchill, se han declarado maravillados por su exacta caracterización no sólo por el cuerpo que logra y el maquillaje que le ayuda, sino por su forma de hablar, caminar y hasta mirar, que lo hace creíble, pero sobre todo admirable.

Oldman suma así otro exitoso personaje a su larga y encumbrada carrera. Puede darse el lujo de tener a su haber tan variados como disímiles roles en la pantalla grande, entre los que se encuentran desde el cantante adicto a las drogas con que irrumpió en el cine, un terrorista ruso, un sádico en Alcatraz o el  desfigurado millonario que buscaba venganza (Hannibal) hasta el famoso vampiro de Drácula, el presunto asesino del presidente Kennedy Lee Harvey Oswald; el prisionero de Azkaban en la saga de Harry Potter o el premier británico Winston Churchill.

Y por esa reciente encarnación de uno de los grandes hombres del siglo XX que Oldman, contrario al título de la película, no vive “las horas más oscuras” sino las más brillantes con su nominación al Oscar en la categoría de Mejor Actor. El 4 de marzo se sabrá si alzará esa codiciada estatuilla por la que compiten también Timothee Chalamet ("Llámame por tu nombre"), Daniel Day-Lewis ("El hilo fantasma"), Daniel Kaluuya, ("¡Huye!") y Denzel Washington ("Roman J. Israel, Esq)