EL PRÓXIMO martes el ex ministro colombiano Antonio José Ocampo hablará ante el Consejo de Administración o directorio ejecutivo del Banco Mundial, en el marco del proceso para escoger el presidente de la que es considerada la segunda más importante entidad financiera multilateral del mundo, después del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ocampo compite por ese cargo, que para muchos se asemeja como al “ministro de Hacienda” del mundo, con el candidato estadounidense Jim Yong-kim y la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala. Ella hablará mañana y él norteamericano el miércoles ante la misma instancia del BM, con sede en Washington.
Una vez cerrada esta etapa vendrá un proceso de análisis que deberá terminar antes de mayo, cuando arranca la asamblea anual del organismo. Para esa época ya debe conocerse quién será el sucesor del estadounidense Robert Zoellick.
Según el reglamento del BM, los candidatos a la presidencia deben ser presentados por los Estados miembro (187). El Consejo de Administración, que tiene 25 sillas, donde cada delegado representa a un país o a un grupo de países, sigue siendo dominado ampliamente por los europeos en número de votos y por los occidentales, especialmente por EU, según los derechos de voto. Entonces, el presidente debe ser elegido por consenso o, en su defecto, por mayoría simple de votos.
Aunque se ha dicho que la elección se dará por “consenso” al interior del directorio, es claro que allí Estados Unidos y Europa tienen en conjunto el mayor peso financiero y de votos dentro del Banco, por lo que siempre inclinan la balanza a favor de sus posturas.
Aún así la escogencia de tan importante cargo, al que por primera vez hay ternados dos candidatos no estadounidenses, ha generado un inusitado debate a nivel mundial porque se considera un escenario del pulso creciente entre las potencias económicas tradicionales y las emergentes.
Todo ello con el ingrediente adicional de que éstas últimas son las que han logrado mantener a flote la economía mundial, mientras que Estados Unidos y Europa se han debatido, por sus propios errores, entre la crisis y la recesión en la última década.
Candidato del “desarrollo”
Aunque varios reconocidos analistas y publicaciones económicas a nivel internacional han reconocido que el ex ministro colombiano es el aspirante mejor preparado y con más experiencia para tomar las riendas del Banco Mundial, también coinciden en que terminará siendo elegido Yong-kim, ya que desde que nació esta entidad multilateral su presidencia siempre ha sido ocupada (11 ocasiones en total) por un estadounidense así como -en el marco de un pacto tácito que data de 1945- al frente del FMI siempre ha estado un europeo.
A diferencia de lo que muchos consideran, es claro que al ex ministro colombiano no lo consuelan los elogios externos o que en nuestro país se diga que el solo hecho de haber sido candidatizado es ya un honor. Economista consumado, director del Cede de la Universidad de los Andes y de Fedesarrollo, ministro de Agricultura y Hacienda así como secretario ejecutivo de la Cepal, Ocampo aspira seriamente.
¿Es tan imposible su opción? En realidad, sí. Iniciando por el hecho mismo de que el gobierno colombiano no apoya su aspiración, como lo explicara días atrás el propio presidente Juan Manuel Santos, al indicar que el país está jugado a conseguir la Dirección de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el vicepresidente Angelino Garzón, porque allí hay más viabilidad.
“Hay que dar las peleas donde hay posibilidades pero no gastar la munición donde no hay posibilidades”, indicó Santos. También trajo a colación que teniendo a Luis Alberto Moreno en la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), es casi imposible que elijan a otro colombiano en la presidencia de otro banco multilateral.
Aunque Colombia aclaró que tampoco se opondrá a la candidatura de Ocampo, lo claro es que, en el fondo, se inclina por apoyar al aspirante estadounidense y espera que la Casa Blanca haga lo propio en la elección de la OIT.
Paradójicamente a Ocampo lo apoyan los países emergentes que consideran que el BM debe dar cabida a sus dirigentes y políticas y no estar direccionado estrictamente a los designios y política macro-globales de Washington y Europa.
"Yo estoy aquí representando al mundo en desarrollo", dijo Ocampo días atrás, al explicar que su candidatura había sido decidida por el bloque de países en desarrollo en el seno del BM y el FMI. "Este fue un proceso que organizó el Grupo de los 24, ellos elaboraron un proceso por el cuál se recogieron currículum de candidatos que ellos llamaban creíbles", explicó cuando anunció su candidatura hace tres semanas.
Agregó que tras ser contactado a finales de marzo por la actual presidencia del G24, en manos de India, Ocampo fue finalmente seleccionado junto a la candidata nigeriana.
Voces en juego
Paradójicamente, según analistas internacionales, una cosa es lo que algunos gobiernos están diciendo públicamente, pero otra muy distinta lo que, a la hora de las decisiones y votos, harán.
Por ejemplo, China, una potencia económica cuya voz es cada día más respetada en el BM, pidió días atrás que "la voz de los países en desarrollo" sea tomada en cuenta cuando se seleccione al nuevo presidente.
"La elección al frente del Banco Mundial, como de otras instituciones financieras internacionales, debe hacerse en función de principios de equidad, apertura y transparencia", aseguró el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Hong Lei.
"Deberíamos prestarle atención a la voz de los países en desarrollo y asegurarnos de que están representados en el Banco Mundial y en otras instituciones financieras", afirmó.
Sin embargo luego el mismo gobierno chino, que lamentó que no haya recambio en la presidencia del BM, consideró como “alentadora” la candidatura de Yong Kim “que muy probablemente va a tomar las riendas de esa organización internacional encargada del desarrollo".
Rusia, entretanto, considera más importante que los países emergentes reunidos bajo el acrónimo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) desempeñen un papel más activo en las instancias dirigentes del BM, que la nacionalidad del próximo presidente.
Canadá, a su turno, que el año pasado apoyó a un latinoamericano para la dirección del FMI en contra de la aspirante europea, ya expresó su respaldo a Yong-kim.
En Latinoamérica las voces a favor de que un no estadounidense presida la entidad multilateral han sido más abiertas. Por ejemplo, días atrás el viceministro de Hacienda de México, Gerardo Rodríguez, indicó que la nacionalidad no debe ser "relevante" al momento de elegir al sucesor de Zoellick.
"El país de origen de quien resulte electo en este proceso como presidente del Banco Mundial no debería ser una consideración relevante (...) debemos estar vigilantes para tener la mayor competencia posible", indicó.
Brasil, a su turno, expresó que tendría "simpatía" por un candidato latinoamericano, aunque aún no tiene posición tomada. El ministro de Industria y Comercio Fernando Pimentel dijo que "la tradición brasileña es apoyar latinoamericanos" y esa sería la "preferencia" del país.
No obstante se recordó que a pesar de que Brasil -una de las potencias mundiales- siempre ha reclamado que se termine el acuerdo entre EU y Europa para controlar el BM y el FMI, el año pasado apoyó la candidatura de la francesa Christine Lagarde al FMI en detrimento de la del mexicano Agustín Carstens.
Sin embargo, no pocos analistas consideran que Obama, al candidatizar a Jim, trató de enviar un mensaje a esas potencias emergentes y en desarrollo, no sólo porque escogió a un estadounidense de origen coreano que preside la prestigiosa universidad de Dartmouth, sino que defendió su trayectoria en materia de experto en temas de avance de países en desarrollo, así como su alto conocimiento de la lucha contra el sida y su trabajo en la Organización Mundial de la Salud.
El jefe del BM "debe tener una profunda comprensión del papel que el desarrollo juega en el mundo, y de la importancia de crear condiciones para que la asistencia deje de ser necesaria", dijo Obama al postularlo.
¿Qué dirán?
En su intervención ante el directorio del BM Ocampo insistirá en que la prioridad debe ser la lucha contra la pobreza. Explicará que "hay que hacer una clara priorización de acciones. La primera la lucha contra la pobreza; el Banco tendrá que ver además cómo divide sus responsabilidades con otras partes del sistema" de instituciones multilaterales.
Entre tanto, Jim Yong-kim, que ha emprendido giras por América Latina y Europa, insistirá el miércoles en que su formación científica lo ayudará para que la entidad sea una institución más responsable hacia los países en desarrollo. Señalará que el banco necesita ser "más inclusivo" y escuchar más las ideas de los países pobres sobre cómo resolver sus problemas.
Yong-kim reiterará que buscará "un Banco Mundial más abierto debe reconocer que no tiene todas las respuestas y debe escuchar de cerca a sus clientes y accionistas… Vendré con una mente abierta y aplicaré mi formación médica y en ciencias sociales para adoptar una visión basada en los hechos".
En cuanto a la candidata nigeriana, que ya fue directora general del Banco, exhortará mañana en implicar a los países emergentes en "la gestión mundial", en particular a los integrantes del BRICS.
"El mundo ha cambiado en 60 años. La gobernanza debe por tanto cambiar, como quedó demostrado por el nacimiento y el éxito del G20", foro que agrupa a los principales países ricos y emergentes, según lo explicó días atrás la ministra.
"Los BRICS tiene un peso equivalente a más de la mitad del crecimiento mundial. ¿No es acaso hora de implicarlos en la gestión del mundo? Creo que la respuesta es afirmativa", alegó.
"Los 187 Estados miembros del Banco Mundial y del FMI prometieron que el procedimiento de selección de los dirigentes de estas dos instituciones sería transparente y basado en el mérito, y ya no más en la nacionalidad", recordó la candidata nigeriana. "Apliquemos estos principios", afirmó.
Como se ve, la del Banco Mundial es una elección cantada. Aún así la postulación de Ocampo generó ruido y debate, y si bien no será en esta ocasión, es muy posible que en la próxima escogencia del presidente del ente multilateral ese cargo quede, por primera vez en su historia, en manos de un no estadounidense.