Esta semana el presidente Santos deberá señalar al sucesor de Juan Carlos Esguerra. Hay asuntos políticos, estratégicos y de agenda legislativa en juego, e incluso no se descarta que el remezón en el gabinete de un gobierno que atraviesa una caída en imagen y se acerca a la medianía de su mandato, sea más amplio. Análisis
1. ¿Respetar cuota liberal?
Para nadie es un secreto que Juan Carlos Esguerra llegó al gabinete como cuota del liberalismo, que sumó así dos escaños, junto al de Trabajo, en cabeza de Rafael Pardo, ex jefe único de las toldas rojas.
En ese orden de ideas, en los corrillos políticos se insiste en que el liberalismo, cuya bancada ha dado muchas muestras de fidelidad a los designios de la Casa de Nariño, pedirá que se respete esa representación en el gabinete y ya tendría una lista de por lo menos cinco nombres de juristas de primer nivel para que el presidente Santos los entre a evaluar y analice la posibilidad de escoger de esa baraja al sucesor de Esguerra. Es claro, advierten en las toldas rojas, que en estos momentos lo que menos le convendría al Gobierno sería reducir la representación liberal, sobre todo porque en ese partido siguen tácitos y esperando la oportunidad de hacerse valer, los dirigentes que consideran que la colectividad debería romper el cordón umbilical que la une con el santismo, visto ya que el hoy Presidente no será el líder de un proceso de reunificación rojo y que si aspira a la reelección lo hará a nombre de La U.
Sin embargo, hay quienes consideran que después del descache de Esguerra y el que sufrió Simón Gaviria (saliente presidente de la Cámara y jefe único del liberalismo) durante la accidentada conciliación del proyecto de reforma, este partido debería pagar un costo político y éste bien podría ser perder una cuota en el gabinete.
2. ¿Equilibrar cuota de género?
Aunque para algunos sectores políticos el que haya muchas o pocas mujeres en el gabinete no pasa de ser un hecho, si se quiere, anecdótico, y que al ser cargos de libre nombramiento y remoción el Presidente no está obligado a mantener una cuota mínima del 30 por ciento de escaños en la nómina ministerial en cabeza de mujeres, lo cierto es que ya la Bancada Femenina le ha enviado varios ‘mensajes’ al Jefe de Estado para que busque un equilibrio de género. Hoy de las 16 carteras, sólo cuatro están en cabeza de mujeres (Cancillería, Educación, Salud y Cultura), lo que significa que sólo son un 25 por ciento del gabinete. Como se sabe, la salida de la cartera de Vivienda de Beatriz Uribe (que pasó a la Agencia Nacional Minera) y su reemplazo por Germán Vargas (que venía del Interior, en donde fue reemplazado por Federico Renjifo), significó perder un escaño a la cuota femenina en la nómina ministerial. Incluso, en círculos de la Casa de Nariño se afirma que nombres como los de la ex fiscal Viviane Morales o la actual gerente de la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá, Mónica de Greiff, cumplen el doble requisito de ser mujeres y nacidas en las toldas del liberalismo. Sin embargo, también se afirma que a Santos este tema de la milimetría de género no le preocupa tanto, pues muchas mujeres hacen parte de su nómina de asesoras y altas consejeras presidenciales.
3. ¿Más amigos y profesionales de confianza?
Si algo ha venido quedando claro en los últimos nombramientos diplomáticos y en el propio gabinete, así como en la nómina de asesores y altos consejeros presidenciales, es que Santos se inclina por nombrar a personas de su más entera confianza, con quienes ha mantenido una larga relación de amistad y trabajo profesional. Sin embargo, también es claro que esa tendencia le ha traído algunas críticas, incluso al interior de la propia coalición de Unidad Nacional, en donde, de un lado, se indica que algunas de esas designaciones no le han salido muy bien al Jefe de Estado, pues se trata de personas sin tacha y con la suficiente experiencia profesional específica, pero que no tienen el bagaje suficiente en temas puntuales o en cómo relacionarse con los partidos de la coalición oficialista, razón por la cual pueden ser fácilmente ignorados o, incluso, manipulados. Y, de otra parte, hay quienes consideran que, quiérase o no, el nombramiento de santistas 1A, que no tienen relación de pertenencia y representación política directa, le está reduciendo el espacio a la representación de las colectividades que hacen parte de la coalición. Hay embajadas y altos cargos en el Estado que son muy ‘atractivos’ para los partidos, que ven como esas plazas se llenan con personas ajenas a su círculo. Sería ingenuo desconocer, por ejemplo, que una de las razones de la salida de Germán Cardona de la cartera de Transporte fue que los parlamentarios elevaron muchas quejas a la Casa de Nariño porque éste ni siquiera los recibía en su despacho.
4. Congreso prevenido, agenda muy amplia
Está claro que después del fiasco de la reforma a la Justicia, las relaciones entre Gobierno, Congreso y partidos quedó maltrecha y el Ejecutivo bien podría utilizar el nombramiento del titular de Justicia para enviar una señal de borrón y cuenta nueva al Parlamento, designado a alguien que sepa cómo tratar con los congresistas y que, tras lo ocurrido a Esguerra, quien tras oficializar su renuncia admitió que engañado por los congresistas, no llegue allá haciendo muy evidente su desconfianza y prevención. Más allá de que en menos de un año sea imposible tramitar una nueva reforma a la Justicia, es claro que este Ministerio todavía tiene una intensa agenda en el Congreso (ver recuadro), que van desde proyectos clave como la segunda vuelta al fuero penal militar, la ampliación de la ley de Justicia y Paz o las reglamentaciones de varios estatutos aprobados en los últimos meses. El cómo avancen esas iniciativas dependerá, quiérase o no, del perfil y bagaje político-jurídico del nuevo ministro de Justicia, y es allí en donde la empatía entre parlamentarios y ministro será clave, sobre todo en un Congreso que, se rumora en muchos círculos, le pasará cuenta de cobro al Gobierno por haberle echado el agua sucia de la aprobación de la escandalosa reforma a la justicia.
¿Cómo lo hará? Según muchos analistas encontrándole tantos peros como puede a la agenda legislativa de la Casa de Nariño, de forma tal que ésta quede contra la pared y tenga que verse forzada a ‘negociar’ con el Parlamento en términos de burocracia y cuotas de poder.
5. ¿Revolcón más profundo?
Dentro de los muchos análisis que se hicieron respecto a la accidentada aprobación de la reforma judicial y la forma en que el Gobierno se vio obligado a moverse rápido para forzar al Congreso a hundirla sin haber entrado en vigencia, no fueron pocas las críticas que se le hicieron a la actuación del gabinete en toda esta crisis. Esguerra pagó con su cargo el no haber detectado a tiempo los micos que le metieron al texto en la conciliación e incluso el haber pedido a las plenarias que aprobaran la conciliación. Al ministro del Interior, Federico Renjifo, se le criticó que, siendo el encargado de los temas políticos, dejó solo a Esguerra (que no tiene experiencia en este campo), lo que conllevó que el texto de la reforma terminara viciándose y metiendo al Gobierno en un lío de marca mayor, que desembocó en una caída preocupante en la imagen presidencial, según las últimas encuestas. También se dijo en los corrillos políticos que a muchos ministros que representan a los partidos de la Unidad Nacional no se les vio hablando con sus congresistas para aplacar la rebelión que se alcanzó a percibir cuanto la Casa de Nariño pidió hundir la reforma. En ese orden de ideas, hay quienes consideran que Santos podría aprovechar la salida de Esguerra y la proximidad del corte de cuentas por la mitad de su mandato, para aplicar un revolcón más profundo al gabinete, no sólo para equilibrar cargas con la coalición sino para meterle más dinámica y visibilidad a la gestión gubernamental, así ello implique remover a titulares de cartera que llevan poco tiempo en sus cargos.
Agenda pendiente
El propio ministro Esguerra alcanzó a decir que la verdadera reforma judicial no requería de un acto legislativo y que, hecho, “para resolver otros problemas de la justicia impulsamos un paquete legislativo que incluye el Código de Procedimiento Administrativo que entra a regir” este mes; también, recordó “el Congreso aprobó el Código General del Proceso”. A esas, se sumaron la ley de arbitraje nacional e internacional y la ley sobre el arancel judicial.
“Y otras leyes que estamos acabando de cocinar, que serán el Código Penitenciario y Carcelario el Estatuto de Drogas, el Estatuto de la Abogacía y algunas modificaciones al Código sustantivo y de procedimiento penal, entre otras”, anunció el saliente jefe de la Cartera de justicia.
En medio de las iniciativas tramitadas y por empezar a tramitar, están las que todavía están en proceso en el Congreso.
A un debate de concluir se encuentra el proyecto número 96 de 2011 Cámara – 193 de 2011 Senado, “mediante el cual se introducen modificaciones a la Ley 975 de 2005”, es decir que reforma la Ley de Justicia y Paz, “por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios”.
A mitad de camino se encuentra el acto legislativo número 192 de 2012 Cámara – 16 de 2012 Senado, “por el cual se reforman los artículos 116, 152 y 221 de la Constitución Política de Colombia”, relacionado con la Justicia Penal Militar y en el cual se quiere tratar en forma integral el fuero de los uniformados.
Esta reforma concluyó su primera vuelta y se prepara para reiniciar su discusión en ambas cámaras.
Finalmente, está apenas arrancando el proyecto de ley número 248 de 2011 Senado, “por el cual se expide el Régimen para los Jueces de Paz y se dictan otras disposiciones”, que fue aprobado en primer debate en mayo del año pasado y espera segundo en plenaria con ponencia lista desde el pasado 29 de marzo.