Nueva guerra de las Farc en el territorio nacional | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Marzo de 2012

La actual percepción de inseguridad que afronta el país por la escalada violenta de las Farc ha sido calificada en la opinión pública como producto de la mano blanda de la administración Santos en esta  materia. La línea del uribismo radical no ha ahorrado calificativos para desprestigiar la Política de Seguridad para la Prosperidad de la administración Santos, dejando de lado cualquier escenario analítico de fondo para centrar el debate en el escenario político partidista.

Es bueno dar una mirada analítica al conflicto armado en Colombia, fuera de vicios ideológicos o partidistas y entender  sus cambios y sus posibles desarrollos.

Al cumplirse diez años del fin de la zona de distensión y de los diálogos del Caguán el conflicto ha tenido profundos y peligrosos cambios. Para el 7 de enero de 1999, las Farc venían fortalecidas, tras la muerte de los grandes capos del narcotráfico: Gonzalo Rodríguez Gacha en 1989, Pablo Escobar Gaviria 1993, Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, 1995.

La guerrilla asumió, entonces, gran parte del control de los cultivos, laboratorios, rutas y mercados del narcotráfico. Este nuevo rubro en las finanzas de las Farc les permitió dar el paso de “guerra de guerrillas”, en el cual estuvieron desde Marquetalia hasta mediados de la década de los noventa (alrededor de 32 años), a pasar a la  “guerra de movimientos”.

Evolución

En este periodo de “guerra de movimientos”, en la segunda mitad de la década de los noventa la facción subversiva tuvo la capacidad logística de mover 200, 300, 500 o hasta 1.000 guerrilleros. Cabe recordar la sangrienta  toma a Mitú, donde la guerrilla pretendía dar el paso a la “guerra de posiciones”.

Fueron esas Farc las que pusieron en jaque al Estado colombiano. La toma del poder por vía de las armas, pieza angular del “Plan Estratégico” que fue promulgado en la “séptima conferencia” en el año de 1982, se estaba llevando a cabo.

El cerco sobre las principales capitales del país, el bloqueo de  carreteras, el uso de ataques en masa e indiscriminados sobre objetivos estratégicos como infraestructura (torres de energía, oleoductos, puertos y antenas repetidoras), municipios y el secuestro  de miembros de la Fuerza Pública le permitió a la guerrilla ganar espacios políticos.

En la zona de distensión las Farc adelantaron los cursos de explosivistas con ETA e IRA. También la usaron para el entrenamiento de unidades especiales como la ‘Teófilo Forero’, autora de los grandes golpes en el sur del país.

Asimetría

En este momento, pese a que el conflicto era de naturaleza  irregular, no se veía tan asimétrico frente a las capacidades de las Fuerzas Militares. La llegada de Álvaro Uribe y la puesta en marcha de la Política de Seguridad Democrática, que venía apalancada con el Plan Colombia, herencia de la administración Pastrana, dio el paso para el fortalecimiento de las Fuerzas Militares que, a su vez, al tener hombres mejor equipados y  capacitados, dieron una nueva formulación sobre la amenaza y la estrategia para combatirla.

En la administración Uribe el Ministerio de Defensa y los Comandantes de fuerza  articularon la estrategia para afrontar a las Farc. Uno de los puntos más importantes en esta nueva maniobra fue la de definir y empezar a combatir los llamados “Objetivos de Alto Valor Estratégico”. Es decir, los miembros del Secretariado.

Ello se realizó con tres elementos importantes. El primero fue el fortalecimiento de la Inteligencia, tanto tecnológica como humana; segundo, la distribución de los objetivos (miembros del Secretariado) por fuerza; y tercero, la puesta en marcha de las operaciones conjuntas.

Las Farc son una organización piramidal que en su punto más alto tienen un cuerpo colegiado que les permite no ser dependiente de un único comandante sino de un grupo de mandos quienes, a su vez, eligen al comandante de la organización.

El Secretariado está compuesto por 7 miembros, los puestos son de carácter vitalicio y la única salida se da por la muerte de uno de ellos.

Esta organización piramidal y estática permitió que la estrategia de  “Objetivos de Alto Valor” fuera clara y se pusiera en marcha para la neutralización de la cúpula. El Secretariado nunca había sido tocado por las Fuerzas Militares. Desde su fundación, en 1966, hasta el año 2008 ninguno de los miembros de la cúpula había sido capturado o dado de baja en combate; (cabe recordar que Marquetalia es el hito histórico fundacional de las Farc, pero para el año de 1964 no se llamaban así, se autodenominaban “Bloque Sur”. El nacimiento de Farc se dio con la II conferencia en el año de 1966).  

Golpes

Con este concepto se dio paso a los “Objetivos de Alto Valor Estratégico”. El primero en caer fue  Luis Edgar Devia Silva, alias Raúl Reyes. La operación Fénix el 1 de marzo de 2008 dio paso a un golpe estructural dentro de la organización. Reyes era realmente quien lideraba a las Farc en el año  2008, era el enlace con la comunidad internacional, el interlocutor con el Gobierno y la cara visible del Secretariado.

El darlo de baja marcó un profundo golpe dentro de las Farc. Tres días después es eliminado, por su jefe de seguridad, otro cabecilla, Manuel de Jesús Muñoz Ortiz, alias Iván Ríos. La muerte de dos miembros del Secretariado en menos de una semana preveía una caída imparable de las Farc. Dos meses después el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, confirmaba la muerte del máximo líder histórico de esa guerrilla, Pedro Antonio Marín, alias Tirofijo,  y  para septiembre de 2010 es dado de baja Víctor Julio Suárez Rojas, alias  El Mono Jojoy.

Si alguien realmente representaba  a la base fariana, además de Tirofijo, era Jojoy. Este personaje sanguinario, que se hizo famoso tras el trato humillante que daba a los secuestrados que estaban en los  campos de concentración en la mitad de la selva, representaba para el guerrillero de base un ejemplo como combatiente y estratega político y militar. Alfonso Cano dentro de la base guerrillera no tenía tanta ascendencia por su naturaleza de hombre urbano y era visto más como un ideólogo. La muerte de Jojoy sí fue un golpe duro y marcó una cosa clara: en las Farc no había intocables.

Con este nuevo escenario Cano pasó, entonces, a ser el “Objetivo de Alto Valor Estratégico” que seguía, y finalmente noviembre de 2011 es dado de baja.  Hasta este punto del Secretariado, conocido en la época del Caguán, ya habían dido dados de baja o muertos por otras circunstancias: Reyes, Iván Ríos, Tirofijo, Mono Jojoy y Cano. Estos personajes representaban el ala histórica de las Farc.

Cambio de tercio

Con la muerte de Tirofijo y la llegada de Cano se dio inicio a un proceso de reestructuración dentro de las Farc.

Mientras las Fuerzas Militares, en cabeza de su comandante, el  general Fredy Padilla, promulgaban el “fin del fin”, Cano creaba el Plan Renacer.

Tras los duros golpes que le propinó la Fuerza Pública a las Farc en la administración Uribe, Cano plantea una nueva estrategia que modifica radicalmente el conflicto en Colombia. La ventaja estratégica de las Fuerzas Militares frente a las Farc fue el poder aéreo, no solo la capacidad de fuego sino de Inteligencia.

Nueva guerra

La muerte de Reyes, Jojoy y Cano fue gracias a este cambio de la estrategia en las Fuerzas Militares. Ante esta superioridad, Cano dio un paso trascendental en el conflicto, lo DESCENTRALIZÓ. De allí en adelante el conflicto no volvería a ser el mismo. El jefe de las Farc le apostó a una nueva guerra, que no necesariamente era un paso hacia atrás, como algunos analistas lo planteaban. En realidad se retrocedía de “guerra de movimientos” a “guerra de guerrillas”. Pero este cambio no es un retroceso a la vieja “guerra de guerrillas” del Ché Guevara. Esta es una nueva  guerra, una guerra de cuarta generación.

Pese a que las Farc aún tienen estructuras jerarquizadas, están uniformados y ocupan espacios físicos, ya no son las Farc de la “guerra de movimientos”, con grandes cantidades de hombres, sino un cambio a pequeñas unidades de combate, donde privilegian dos componentes: los explosivistas y los francotiradores. Los primeros, porque las minas antipersonales van a cambiar su naturaleza. Tradicionalmente eran defensivas, pues cuando las Farc realizaban algún ataque en su huida dejaban campos minados para crear un margen de tiempo y espacio que les permitiera un verdadero repliegue estratégico; pero tras el Plan Renacer, la mina pasa de defensiva a ofensiva, y ahora estos explosivistas las empiezan a dejar colgadas de los árboles, al lado de carreteras y puntos donde saben que la tropa podría pasar.

La puesta en marcha de la estrategia de mina ofensiva y los  francotiradores dan inicio a una guerra no solo descentralizada sino psicológica, porque cada vez para las Fuerzas Militares el enemigo es más difuso, pues las Farc intentan no tener combates directos, pese a que obviamente se presentan. Ya no privilegian el poder militar sino el poder terrorista, y esto los lleva a crear una nueva guerra en Colombia.

Este ‘renacer’ va acompañado por el fortalecimiento de las milicias urbanas que empiezan a operar de nuevo, y una fuerte campaña del PC3 o “partido comunista clandestino”.

Imprevisto

Este cambio de estrategia por parte de las Farc no fue previsto por las Fuerzas Militares. En primer lugar, la Fuerza Pública no tiene claro cuál es el centro de gravedad de la guerrilla, ya siempre se asumió que eran los miembros del Secretariado. Sin embargo, se dio de baja a la mayoría de la cúpula y las Farc no se acabaron, por el contrario, aumentaron su ataques en todo el país.

Uno de los errores más profundos del Estado y de los militares en Colombia es que no han analizado las diferentes amenazas del Estado como paramilitares, guerrillas y narcotráfico, como actores sistémicos que mutan, sino como simples campesinos armados que con poder de fuego se reprimen y ya. Si se hubiera entendido a las Farc como un elemento sistémico en 2008 no se hubiera hablado del “fin del fin”, porque como sistema, era obvio que la organización iba a mutar porque se iba a adaptar a las nuevas circunstancias y a formular una nueva estrategia. De igual forma los paramilitares: si se hubieran entendido como elementos sistémicos se sabría que, pese a que se presentara una desmovilización, la base de la organización se iba a adaptar y mutar. A esta mutación la llaman hoy “Bacrim”.

Los análisis de estos elementos sistémicos son iguales a las enfermedades como el cáncer, que al ser combatido con un medicamento puede generar anticuerpos a este y mutar en nuevas células cancerígenas. Así funcionan  las Farc y las diferentes amenazas del Estado en Colombia. Esta transición de nueva guerra descentralizada la sufre la administración Santos pero su construcción se dio en la administración Uribe, y los resultados se ven hoy: ataques en el Cauca sistemáticos realizados por 2 o 3 hombres, aumento de heridos por minas, retenes en carreteras y secuestros realizados por pequeñas unidades de combate. Esa es la nueva guerra de las Farc, una nueva guerra no solo en el ámbito militar sino político.

El pronunciamiento de las Farc sobre el cese del secuestro extorsivo es una consecuencia de esta descentralización del conflicto, pero sobre todo del cambio político estratégico producto de la presión internacional que condena fuertemente las imágenes de los secuestrados. La nueva estrategia de las Farc en este sentido es promocionar una imagen sobre la “humanización” del conflicto y legitimar su lucha armada, pues la práctica del secuestro ha sido uno de los puntos que ninguno de sus interlocutores, como Piedad Córdoba, ha podido defender y, por el contrario, les ha cerrado espacios políticos.

Las Farc tradicionalmente privilegian el poder militar sobre estos espacios y cada vez que se ven débiles ante la opinión pública han arremetido violentamente contra ella. En este cambio  de estrategia no han dado  prioridad pero si valoran más el escenario político, razón por la cual la liberación de los secuestrados será días antes de la Cumbre de las Américas, donde estarán todos los presidentes y todos los medios de comunicación del hemisferio. El altavoz para dirigirse a  toda la región será la entrega de los secuestrados con un “mensaje de paz” que intenta  presionar al Gobierno. Ahora el desafío para el Estado y las Fuerzas Militares es reformular las estrategias y  entender por fin, la mutación de la amenaza.

 

* Abogado- Especialista en Gerencia de la Defensa Nacional- Magister Seguridad y Defensa Nacionales. Director del Centro de Estudios en Seguridad Defensa y Asuntos Internacionales -CESDAI-.