En diálogo con nuestro director, Alberto Abello, el parlamentario isleño Julio Gallardo expresa su dolor por el inicuo fallo de la Corte Internacional de Justicia y hace un llamado a la unidad nacional y de respaldo al presidente Santos
Por Alberto Abello
El representante a la Cámara conservador Julio Gallardo es un valioso político que, como su padre -dirigente del conservatismo en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina-, se ha forjado en la defensa de los intereses de Colombia y, en particular, de los de sus coterráneos.
Pertenece a la minoría que desde hace años venía advirtiendo de los peligros de la demanda de Nicaragua contra el Tratado Esguerra-Bárcenas. En sus archivos reposan toda clase de misivas, estudios y escritos en los cuales le pidió a los distintos gobiernos que defendieran los intereses de los isleños y que abrieran los ojos frente a las pretensiones usurpadoras y expansionistas de Nicaragua.
Con él estuvimos y participamos en los foros que organizó en su momento el rector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Jaime Pinzón López, junto con Alberto Lozano Zimonelli, durante los cuales distinguidos tratadistas, internacionalistas e historiadores se refirieron a los peligros que encerraba la trampa de aceptar que el Tribunal de Justicia de La Haya entrara a revisar nuestras fronteras.
Julio Gallardo por su experiencia personal en las islas, sus estudios y conocimientos de política interior y exterior; su apasionado fervor por Colombia y la integridad nacional y una moderna visión política, es obligado interlocutor por estos días en los cuales el Departamento del cual es oriundo ha sufrido el más doloroso trance por cuenta del injusto fallo de la Corte.
En su rostro refleja la honda preocupación que lo embarga y le sorprende desde la insolidaridad hasta la candidez de algunos de sus colegas del Congreso y gentes de Bogotá, que se acercan a hablar con él sobre el inicuo fallo de La Haya.
Pese a ser una persona afable, tranquila y de buen humor, se refleja en su cara la tensión y la rabia contenidas por los efectos desastrosos que tiene para el pueblo colombiano del archipiélago la desastrosa decisión del alto tribunal internacional.
El NUEVO SIGLO:- El Gobierno estudia la conveniencia o inconveniencia de retirarnos del Pacto de Bogotá ¿Qué opina?
JULIO GALLARDO:-Me sorprende que aún sigamos adheridos al Pacto de Bogotá, cuando hace años hemos debido salirnos, precisamente para evitar caer en las garras de un fallo contradictorio, violatorio de nuestros derechos y fatal sobre la soberanía nacional por cuenta de los jueces de La Haya. Para ganar tiempo debemos denunciar el Pacto y manifestarles a los países signatarios nuestra voluntad e indignación por el estropicio jurídico del que hemos sido víctimas, entre tanto el fallo quedaría en suspenso.
ENS:- ¿Considera usted que se puede hacer algo en las Naciones Unidas para revertir el penoso despojo de que hemos sido víctimas?
JG:-Colombia debe tomar la iniciativa política y acudir a una diplomacia audaz y diligente que informe a todas las naciones de lo ocurrido. Que expliquen la terrible situación en la que han quedado cerca de 100.000 colombianos raizales, virtuales prisioneros del sandinismo nicaragüense; colombianos cuyas aguas ancestrales en las que se han bañado, pescado y navegado por siglos les son entregadas a los nicaragüenses, aguas que nunca fueron de éstos últimos ni en las que tuvieron dominio o presencia en la región. Esto no tiene precedentes, es algo eleve y absurdo que contradice la más mínima noción de respeto al derecho internacional.
Lo primero es tener en cuenta que al salirnos del Pacto de Bogotá ganamos un año en el cual no entra en vigencia el fallo de La Haya y podemos aprovechar ese tiempo para ganar amigos y exponer el caso a la comunidad internacional.
Dolorosa experiencia
ENS:- ¿Cómo recibieron los colombianos de las islas la penosa noticia?
JG:-Ha sido una súbita y dolorosa experiencia, sobre los isleños se abatió la frustración y amargura desgarradora. Unos gritaban de rabia, otros lloraban en silencio, algunos se abrazaban pensando en el destino cruel. En casi todos los rostros se pintaba la infinita congoja y los más sombríos pensamientos. No faltaban los que maldecían y se preguntaban ¿Por Dios, qué hicimos para sufrir semejante atropello por cuenta de un Tribunal cuya misión debe ser defender los derechos de las minorías?
Nunca vi tanto estupor y desencanto en las caras de los míos y las gentes amigas. La reacción espontánea de la población contra el fallo arbitrario es indescriptible. Algo nunca visto antes. Un duelo absoluto casi paraliza los corazones de todos. Si existe un lugar en el mundo donde se ama a Colombia es en el Archipiélago de San Andrés. Allí en los poéticos y alucinantes atardeceres parece reflejarse en los colores del mar la bandera de Colombia. Es común que se recuerde que por el mar Caribe transitó el Libertador Simón Bolívar, en sus viajes de exilio a Jamaica. Desde cuando zarpó de Haití libró batallas en el mar y por el mar condujo armas y hombres para dar la libertad a cinco repúblicas. Sin esas batallas de Bolívar en el mar no se habría alcanzado la libertad. ¿Cómo habría reaccionado el Libertador Simón Bolívar si despertara y viera lo que acaban de dictaminar en Europa contra los intereses marítimos y la riqueza de Colombia que él nos legó?...
ENS:- ¿Qué pasa ahora con los pescadores?
JG:- Es algo impensable y absurdo. Los pescadores descendientes de los ancestrales pobladores de las islas, dedicados a esa actividad siglos antes del viaje de Cristóbal Colón, hoy no tienen ninguna garantía, se les ha cercenado el derecho a la actividad pesquera en la zona. Esto es sencillamente absurdo: que en un mar que de siempre ha sido colombiano se les cercene la posibilidad de ganar el sustento para los suyos.
Esa es la mayor injusticia que se puede cometer contra una minoría, sería como despojar de la nieve a los esquimales o robarle el oxígeno a un pueblo. Es algo impensable y de efectos perniciosos y negativos en lo económico y social que ninguna entidad internacional puede tolerar. El mundo, si se entera de lo ocurrido, reaccionaría en contra del fallo.
ENS:- ¿Los efectos en la vida económica de los raizales son tan desoladores?
JG:-Es algo terrible, se trata de condenar a la muerte lenta a los más humildes de nuestros pescadores. Ellos han sufrido mil veces el trato inhumano de los sandinistas, cuando navegaban en aguas colombianas. ¿Qué pasará ahora que esas aguas nuestras y vitales para la sobrevivencia de nuestro pueblo se las dan a los nicas? El puerto de los bancos de peces de Providencia quedará ahora en poder de los sandinistas. Eso no lo saben los de la Corte, que apenas miraron unos mapas sin conocer la realidad de nuestras islas y sus pobladores. Es dramático e incuantificable el mal que nos han hecho en todos los campos. En el caso de San Andrés, que en la mayoría de sus productos se abastece de Panamá, por lo que pasan obligatoriamente los barcos con la mercancía por nuestras aguas, la situación se torna desesperada a la espera del filibusterismo del vecino. En ese aspecto quedamos peor que los berlineses que perdieron una guerra y se levantó un muro para impedir su salida. Sencillamente los isleños quedan atrapados en un mar que le entregaron a Nicaragua. Lo anterior es tan absurdo, que ahora las islas y el comercio quedan a merced de la voluntad de las autoridades de Nicaragua. Por eso, los raizales respaldamos al presidente Juan Manuel Santos en su decisión de mantener los barcos y los aviones de Colombia en la zona para patrullar y defender a nuestras gentes.
Lo más absurdo es que el gobierno sandinista había dicho que si el fallo de la Corte les era desfavorable no lo acatarían. Eso es público y conocido. Así que resulta inexplicable que algunos colombianos insolidarios y descriteriados digan que así sea injusto, improcedente y aberrante, se acepte el fallo. Es como aceptar que le apliquen la pena de muerte a un inocente en cuanto se han llenado los requisitos de ley.
No lo acataremos
ENS:- ¿Qué otra opinión le merece ese fallo?
JG:-Es un fallo inexistente. No lo acataremos, no lo respetamos. Ningún tribunal de la tierra puede sentenciar a un pueblo a padecer la afrenta y la violencia de otro, ni ser desmembrado de un mar que siempre fue nuestro y jamás de Nicaragua. Ese país está en manos de una dictadura ominosa y represiva. El mundo debe saber que desde que el sandinismo llegó al poder por la fuerza de las armas, hemos sido perseguidos, vilipendiados, hostigados y arreciaron los malos tratos contra nosotros. A menudo las autoridades nicaragüenses incursionan en nuestro territorio y cometen desmanes y atropellos de toda índole. No habrá de ahora en adelante ni un día de tranquilidad para los raizales, tendremos que sobrevivir en la zozobra y el temor. La captura de barcos pesqueros ha sido un viejo negocio de las autoridades corruptas ¿Y ahora qué nos espera con el vergonzoso fallo?
ENS:- ¿Y la historia qué?
JG:- Carlos II por Real Orden de 1803 dispuso que parte del territorio de la Capitanía General de Guatemala, las Costas de la Mosquitia y su zona de influencia fuesen del Virreinato de la Nueva Granada. Por lo que se cumple la doctrina delUti Possidetis Iure Libertador Simón Bolívar aceptada por Centroamérica y ratificada en 1825.
En el Tratado Wike-Zeledon de 1860, Inglaterra pretendió instaurar un títere indígena como Rey de la Mosquitia, pero Colombia protestó y denunció la farsa. A mediados y finales del siglo XIX, Colombia ratificó su dominio en las costas colombianas que limitaban al interior con Nicaragua, que el Tratado Esguerra-Bárcenas le entregó de manera impolítica y absurda a ese país.
Al obtener esas tierras por la inconducente negociación diplomática con esas mismas costas reclamaron derechos marítimos que el fallo de la Corte de La Haya les entrega más allá de lo que esperaba Nicaragua. Y con el reconocimiento de los enclaves dentro del mar de Nicaragua reducen aún más la soberanía colombiana y desatan conflictos que afectarán las relaciones con terceros países, multiplicando de manera absurda los problemas y roces en el mar.
ENS:- Me gustaría que nos siguiera ilustrando sobre el malestar y los males que provoca el fallo…
JG:- Yo, como mi padre lo hizo en el Congreso, seguiré promoviendo leyes que favorezcan el comercio y el progreso de nuestra región. Nosotros logramos un trato privilegiado y exento de impuestos para los productos que del continente colombiano nos llegan, lo mismo que el IVA para que pueden ser competitivos. Conseguimos que los tributos nacionales sean para la región y se inviertan positivamente. Seguiremos trabajando e insistiremos en buscar la unidad nacional en la lucha por la justa causa de la soberanía colombiana. EL NUEVO SIGLO es el diario que más objetividad y solidaridad ha mostrado frente al dolor y la afrenta contra los raizales y los mortales efectos del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya.