No hay nada oculto. El pasado 22 de octubre de 1997 el hoy presidente de Colombia Juan Manuel Santos, en carta dirigida a la Comisión Nacional de Conciliación, propuso la celebración de una Asamblea Constituyente. Recordemos que para esas calendas ejercía las funciones de primer magistrado de la Nación Ernesto Samper Pizano y este, a su vez, les encomendó a sus consejeros de Paz, José Noé Ríos y Daniel García Peña Jaramillo, “definir los términos y condiciones dentro de los cuales podría celebrarse un primer diálogo de paz” con los grupos insurgentes. Intentona a la postre convertida en otra frustración.
Los pasos a seguir: Dijo entonces el propio Santos: “hoy ante el fracaso de las iniciativas gubernamentales, unos colombianos de Paz, conscientes de los derechos y deberes emanados de la Carta Fundamental, sin más interés que la salud de la patria y bajo nuestra propia responsabilidad, nos entregamos al deber de explorar nuevos senderos de reconciliación, cimentando nuestras iniciativas y conductas no solo en el derecho sino en la justa razón”. Agregó que “... La exploración que hicimos en las semanas recientes logró con los movimientos armados los contactos que los delegados presidenciales infortunadamente no pudieron obtener con su meritoria diligencia. Estos contactos directos permitieron madurar los pasos concretos hacia un proceso de paz que se exponen a continuación…”.
Un olvido histórico. Esta semana el mismo Santos, olvidándose del documento de marras, dijo no a una Asamblea Nacional Constituyente.
Pero en mi archivo personal encontré lo que Santos proponía ese 22 de octubre de 1997 y que forma parte de mi tesis de grado como abogado, en la que no creyó el padre Zuleta, miembro del jurado, por considerarla un absurdo, y hoy, infortunadamente para Colombia, el tiempo le da la razón a este columnista.
La Constituyente: Así dijo Santos: “La convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente se haría bajo el entendido de que, como lo señalara la Corte Suprema de Justicia en histórico pronunciamiento del 25 de mayo de 1991, y citando a Bobbio,...‘La vida política se desarrolla a través de conflictos jamás definitivamente resueltos, cuya resolución se consigue mediante acuerdos momentáneos, treguas y esos tratados de paz más duraderos que son las constituciones’”.
¿Leyes de paz para la guerra? El viernes 6 de septiembre de 1996 Santos escribió: ¿Qué diablos importa unificar el calendario electoral o no hacerlo, si en más de la mitad de los municipios de Colombia no se puede hacer política, por que la guerrilla no deja?
Mar de contradicciones. El mismo Santos, Presidente de Colombia, en medio de un mar de contradicciones, un día propone aumentar el período del actual Congreso por uno o dos años más, o posponer las elecciones por uno o dos años más. Ahora por obra y gracia de “todos los santos”(Enrique y Juan Manuel)... dice tranquilamente que ya no le jala al cambio en el calendario electoral.
Le cogieron la caña. En todo ese mar de contradicciones, ires y venires, cuando la guerrilla le coge la caña, y las Farc hablan de aplazar las elecciones del 2014, por uno o dos años más, Santos responde tranquilamente, olvidando lo dicho, que a eso no le jala; mejor dicho, el doctor Santos se enredó en sus propias propuestas, se le perdió la brújula o está metido en una verdadera torre de Babel política.