Al acercarse al macizo de Ifoghas (norte de Malí), donde probablemente están detenidos siete rehenes franceses, Francia presiona a los secuestradores islamistas, para los que podría haber llegado la hora de negociar su suerte a modo de "seguro de vida", estiman expertos.
"Cuando más se acercan" las tropas francesas a los bastiones islamistas, "más aumentan las posibilidades de que ellos negocien", dado que "estamos en una situación en la que los grupos empiezan a sentirse acorralados y a jugarse la vida", estima el especialista francés del terrorismo Jean-Charles Brisard.
"Nunca se estuvo tan cerca de un desenlace, si se admite que los rehenes están todavía en territorio maliense", agrega.
Al respecto, el presidente François Hollande afirmó el sábado en Bamako que "ha llegado el momento de liberar a los rehenes", y que las fuerzas francesas están "muy cerca" de ello.
Todas las opciones se contemplan para liberar a los detenidos: operación comando, acción militar masiva y negociación.
Pero los precedentes de fallidas tentativas de liberación de rehenes por la fuerza, que desembocaron en la muerte de rehenes franceses en Níger en 2011 y en Somalia el mes pasado, son otros tantos argumentos en favor de una solución negociada con adversarios considerados debilitados", según los expertos.
François Heisbourg, de la Fundación de Investigación Estratégica, estima incluso que "la operación de Malí no ha creado las condiciones de una negociación con los secuestrados, sino de su rendición".
"Las distancias no son hoy de miles de kilómetros, sino de miles de metros", agrega, recalcando que los secuestradores "están entre la espada francesa y la pared argelina".
"Me sorprendería que esos hombres de negocios fueran kamikazes. Para ellos, los rehenes son una fuerte inversión desde hace dos años y son hoy su único capital", considera Heisbourg.
La presión parece aún más fuerte tras anunciarse el martes el despliegue en Kidal, en las puertas de Ifoghas, de 1.800 soldados chadianos, y la partida hacia esa región de tropas francesas que estaban estacionadas en Tombuctú.
"Moneda de cambio"
"Una opción militar es difícil de imaginar, porque sería sumamente arriesgado para los rehenes. Es preferible dejar que los secuestradores avancen su seguro de vida", estima Brisard.
Francia puede utilizar para negociar intermediarios tuaregs, "que desempeñaron ese papel a menudo en los últimos años", agrega.
"Los franceses aceptaron un pedido de los tuaregs de Kidal que no querían que el ejército maliense viniera a esa región. A cambio, pidieron a los tuaregs que se distanciaran del terrorismo y que los ayudasen a liberar a los rehenes", confirma a la AFP un mediador en Malí que pidió el anonimato.
Según fuentes tuaregs, una delegación de su comunidad implantada en el macizo de Ifoghas se reunió recientemente con los secuestradores de rehenes franceses, algunos de los cuales mostraron "buenas disposiciones".
"Sólo se negocia en posición de fuerza, y la intervención francesa nos ha puesto en esa posición", afirma Yves Bonnet, exjefe de los servicios de inteligencia internos franceses. Pero, agrega, "habrá que entregar dinero probablemente", lo que podría hacer "por ejemplo nuestro amigo el emir de Qatar" que es "escuchado por los yihadistas".
Como quiera que sea, "es buen signo que ningún rehén haya sido ejecutado hasta ahora, pues quiere decir que son una moneda de cambio y que los secuestradores los reservan" para fines no ideológicos, comenta Jean-Pierre Maulny, del Instituto de relaciones internacionales y estratégicas (Iris).
De los siete rehenes franceses del Sahel, cuatro fueron secuestrados en Arlit (Níger) en septiembre de 2010, dos en Hombori (Malí) en noviembre de 2011 y uno en Kaye (Malí) en noviembre de 2012.