- Gobierno lanza otro ‘plan de choque’
- La violencia de viejo y nuevo cuño
El lanzamiento hoy, en Tumaco, de una nueva estrategia para hacer frente a la crisis de orden público en esa ciudad capital así como en gran parte de los municipios de Nariño, pone de presente que los anteriores planes de choque y de contingencia aplicados no han dado los resultados esperados, pese a que cuando se anunció cada uno de ellos fueron presentados como la fórmula “final y definitiva” para recuperar el control de esa atribulada zona del suroccidente del país. Es claro que el Estado no ha podido concretar una línea de acción efectiva para evitar que la delincuencia común y organizada siga reciclándose. No hay que olvidar que Nariño concentra la mayor cantidad de narcocultivos en todo el país y Tumaco es el municipio con mayor presencia de sembradíos de hojas de coca, con más de 23.000 hectáreas.
Debido a ello muchos analistas reiteran que este departamento es el mayor desafío del Estado en la llamada “era del posconflicto”. Y no solo porque albergue más del 40 por ciento del total de narcocultivos del país -tomando como base las cifras colombianas, que son sustancialmente menores al reporte de EU-, sino porque en esa zona confluyen fenómenos de violencia de viejo y nuevo cuño, empezando por la presencia activa de varios frentes del Eln que, violando claramente el cese el fuego pactado con el Gobierno, ha protagonizado continuos y cruentos combates con los grupos disidentes de las Farc, bandas criminales y otros actores delincuenciales que luchan a sangre y fuego por el control del negocio del narcotráfico, el contrabando, la minería ilegal y otras actividades ilegales en el suroccidente del país. A lo anterior se debe agregar que Nariño es puerto de entrada y salida de la droga que se produce en el Cauca, Putumayo, Caquetá, Guaviare y Meta, así como el principal corredor para el ingreso de insumos químicos para el procesamiento de droga y el tráfico de armas. De igual manera en la región se concentra el eterno pleito entre comunidades indígenas y campesinas por el control de la tierra, pulso que tomó más fuerza en los últimos años en medio del proceso de restitución de predios a desplazados y la nueva estrategia de erradicación voluntaria de sembradíos ilícitos, derivada de los acuerdos de La Habana con las Farc. Y todo esto en medio de comunidades rurales y urbanas que han sufrido por décadas el abandono estatal y registran algunos de los índices de pobreza y de necesidades básicas insatisfechas más altos a nivel nacional. Y como si lo anterior fuera poco, esta atribulada zona del Pacífico colombiano presenta en los últimos meses las tasas más altas de asesinatos de líderes sociales, campesinos, indígenas y comunitarios.
Hoy, el presidente Santos lanzará la nueva estrategia para la recuperación del orden público en Tumaco y Nariño en general. Un plan de intervención que tendrá como punta de lanza una ofensiva de la Fuerza Pública a gran escala, de la que harán parte más de 10 mil efectivos de Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Policía, agrupados bajo el mando de una nueva Fuerza de Tarea. La misión es recuperar el control territorial de Tumaco y más de una decena de municipios aledaños en donde la guerrilla, las bandas criminales y otros actores delincuenciales están patrocinando o presionando a las comunidades para que se opongan a los operativos de erradicación de narcocultivos. La operación militar implicó la movilización record al comienzo de la semana de más de 2 mil efectivos castrenses a Tumaco, una medida sin precedentes.
La pregunta que habría que hacerse, después de tantos “planes de choque”, “de contingencia” y “estrategias integrales” lanzadas en la última década para recuperar el imperio de la ley en Tumaco y Nariño, es obvia: ¿esta vez sí funcionarán las medidas estatales?
Algún dirigente nariñense advertía años atrás que al Estado “le había quedado grande Tumaco”. Al tenor de lo ocurrido en los últimos meses y de los deficientes resultados de la intervención gubernamental -con el Vicepresidente al mando- en Tumaco y demás poblaciones, pareciera que esa sentencia continúa siendo válida, desafortunadamente. Por lo mismo, el gran reto hoy del Presidente de la República, la Fuerza de Tarea y de todo el aparato estatal y de inversión social que se pondrá en marcha en esa región del país, no es otro que demostrar que Nariño no es tierra de nadie…
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