Con su victoria en 4 sets ante el N.1 mundial, el serbio 'Nole' Djokovic, hoy en Roland Garros, el tenista español Rafael Nadal (N.2) rompió la paridad que mantenía con el sueco Björn Borg, batiendo un récord y llegando a siete títulos sobre la arcilla parisina.
Pero, esta plusmarca del balear, que probablemente nunca será superada ni igualada, tiene un carácter simbólico, casi 'mágico'. Siete son los días de la semana, los colores del arcoiris (incluyendo el añil) y las notas musicales, también simboliza la plenitud, por lo que es un número con connotaciones muy especiales en casi todas las culturas y religiones.
A sus 26 años de edad recién cumplidos, ya nadie duda en cuanto a que el manacorí (1,85m, 85 kg) es el mejor jugador de la historia sobre tierra batida, polvo de ladrillo o arcilla, como según los gustos y regiones se denomina la superficie sobre la que se juega el Abierto de tenis francés, el único torneo del Grand Slam que se juega sobre ésta, lo que le brinda su particular especificidad.
Cuando se enteró de que Djokovic afirmó que él era el mejor de todos los tiempos sobre esta superficie, Nadal, cauto, señaló: "Gracias por lo que ha dicho Novak. Pero, no soy la persona más adecuada para admitir esto. Quizás conseguí los mejores resultados sobre esta superficie. Estoy muy feliz de haber ganado aquí siete veces, pero también lo estuve en la primera o la segunda".
Precisamente, lo específico de las canchas de arcilla roja es que siendo más lentas que las otras (cemento pulido, carpeta sintética, césped, etc.) son, sin lugar a dudas, en las que los jugadores pueden demostrar más variedad de golpes, talento y recursos técnicos.
Por ello también, los grandes jugadores del circuito formados sobre otros suelos diferentes cada vez buscan adaptarse más a ésta. En los últimos tiempos, lo han hecho tenistas de fuste como el gran Roger Federer, quizás el mejor de todos los tiempos, el propio Djokovic o la rusa Maria Sharapova, que en esta quincena levantó por primera vez el trofeo femenino del Abierto francés, y así completar su Grand Slam particular habiendo obtenido los cuatros grandes.
Pero, el palmarés del jugador de Manacor no empieza ni termina con su dominio absoluto en Roland Garros. Con este nuevo trofeo logrado en París, que le significó un nada desdeñable cheque de 1.250.000 euros, alcanzó a los 50 títulos en su carrera, once de ellos en torneos del Grand Slam, cuyos trofeos ha levantado todos (dos Wimbledos, un US Open y un Abierto de Australia). Además, en los grandes llegó a otras cinco finales y fue tres veces semifinalista.
Asimismo, obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 y, solamente se le resiste, por ahora, el título del Masters que cierra cada temporada. Una asignatura pendiente, de las muy pocas que le quedan a un gran jugador, quien además es alguien muy ubicuo, dentro y fuera de la cancha.