Monseñor Luis Mariano Montemayor, nuncio apostólico en Colombia, habló sobre las principales conclusiones del evento que congregó a los obispos el pasado mes de octubre
EL NUEVO SIGLO: ¿Cuál es el primer resultado que alcanzan a ver del Sínodo de la Amazonía en el que el papa Francisco fue enfático en la protección del medio ambiente por los católicos?
LUIS MARIANO MONTEMAYOR: Hay dos líneas importantes. Sería equivocado centrarse solo en la parte ambiental, que fue importantísima. También está la defensa de las comunidades indígenas, que forma parte de esta idea, de alguna manera nueva, que es un concepto rico en el que convergen varias iniciativas que es la ecología integral en donde está la preocupación ecológica dentro de la doctrina social católica.
Creo que el primer resultado está precisamente en ser la primera gran aplicación de la Laudato Si, que marca la elaboración de una línea de pensamiento ya iniciada en la Caritas in Veritate, de Benedicto XVI. Es la primera aplicación concreta a un área geográfica y a un área especial, que exige respuestas. Respuestas pastorales, organizacionales, toca a la organización eclesial, y después a la ética. Hay un modo de pensar y de conducir la vida de los católicos que tiene que tener en cuenta la preocupación ambiental y de alguna manera de defensa de las comunidades originarias que nos exige un modo de vida. Creo que en parte si se quiere las críticas más duras que se han dado en el Sínodo de la Amazonia tienen que ver con la crítica a un modo de vida que choca incluso con muchos valores de la doctrina social y con la ética cristiana.
ENS: ¿Ahí existe como una expresión de Su Santidad hacia un nuevo modelo económico católico que quizá no está lo suficientemente explicado?
LMM: No se le puede pedir al Papa una ingeniería tan precisa. Su Santidad no es un economista, no es un sociólogo, no es un político. Más bien su acercamiento a todas estas dimensiones es desde la ética y la espiritualidad. Hay, si se puede decir, una denuncia incisiva que no es nueva. Desde la Rerum Novarum, la Iglesia ha sido crítica de una cierta concepción económica que no tiene en cuenta todas las dimensiones de la solidaridad, de la responsabilidad social, del ejercicio de la autoridad por el bien común. Son temas que aparecen con terminologías un poco diversas, pero prácticamente está en todos los documentos de la doctrina social. Lo que tiene de nuevo y si se quiere desde la Caritas in Veritate es la inclusión de la preocupación ambiental que responde también a una realidad nueva de la comunidad internacional.
La Laudato Si recoge muchas líneas del pensamiento cristiano, en ese concepto de ecología integral, donde sí hay una respuesta a la ciencia y tecnología, y no hay una actitud oscurantista, como caen algunos movimientos ambientalistas, como si pudiéramos vivir como Robinson Crusoe al margen de un desarrollo tecnológico. Yo creo que hay una mano tendida a la ciencia para conocer la realidad desde el punto de vista científico, pero también para darle la oportunidad de que dé respuestas a los desafíos. La Laudato Si no abraza un ecologismo primitivista. Hay otra cosa importante que es la conexión de la preocupación ambiental con el humanismo. La Laudato Si critica el antropocentrismo, que en definitiva no es una idea cristiana. Que el ser humano es el centro de la creación está dicho en la Laudato. Solo que el ser humano tiene una responsabilidad, no es el autor de la creación y no vive al margen de la creación. Tiene una responsabilidad de servicio en la utilización de la creación a la cual además tiene que aportar porque la naturaleza es también lo que hace el hombre en ella. El tema está en cuestionar un modelo de vida en el que no se tiene en cuenta que la naturaleza es limitada y que no puede sostener nuestras ambiciones ilimitadas. Si no tenemos en cuenta que vivimos integrados en la naturaleza entonces la vamos a destruir y nos vamos a destruir. Creo que ese es el gran mensaje y está reafirmado en el Sínodo en un aspecto muy concreto, un bioma muy frágil. El bioma amazónico es el más frágil por su propia constitución, es el que está en este momento más amenazado. Según los últimos datos de la desforestación, en Colombia el 70% se da en la zona amazónica.
Punto de partida
ENS: La deforestación, el narcotráfico, la ganadería extensiva, la intención de volver la tierra manipulable son temas que amenazan la Amazonia colombiana. ¿Cuál es la orden que da el Vaticano a los obispos para trabajar frente a estos fenómenos que incluso son difíciles de dominar por parte del Estado?
LMM: Cuestionaría el tema de orden, porque la Iglesia es vertical, pero no es un ejército. Hay orientaciones y pedidos concretos. He tenido que intervenir para la reorganización eclesiástica de la zona amazónica colombiana. Hemos creado una nueva provincia eclesiástica elevando a Florencia a la categoría de arquidiócesis. Eso es una demostración de orientaciones del Santo Padre y eso se hace también en consulta. Lo importante es el punto de partida, hay propuestas para el Santo Padre que serán recogidas en una exhortación apostólica en torno a diciembre o será más tarde. De todas las propuestas hay orientaciones para los obispos. Desde el punto de la realidad colombiana, se ha dado una convergencia de intereses entre el Estado colombiano y las iglesias.
En el Sínodo se nos ha dado una tarea muy fuerte: la defensa de las culturas originarias. Se nos ha pedido que estemos a su lado. Uno de los mensajes es mirar con otros ojos estas culturas en su valor, no solo en la diferencia. En su originalidad, en su contribución espiritual, en toda la elaboración sapiencial y también ecológica porque han desarrollado un modo de integrarse con la Amazonia. Se ha pedido acompañarlos y de ser voz de sus derechos y sus dificultades. Se nos ha pedido incluso que nos empeñemos en su educación, pero no como antes, que íbamos con el sistema escolástico normal sino que los acompañemos en un proceso educativo que los ayude a poder defender sus derechos desde todos los recursos que tiene la sociedad. Eso es un gran desafío y una gran novedad porque ciertas corrientes indigenistas nos ponían al margen, decían que éramos los destructores de la cultura original.
ENS: Hay un tema muy importante y difícil que consiste en los recursos genéticos de la Amazonia, que existen de forma importante, pero que no se han ni explorado ni explotado. En Colombia llevamos una consulta étnica de 23 años para ver qué pasa con ellos. Hasta ahora se logró hace ocho años que las universidades puedan llegar a investigar. Eso antes era muy difícil. Pero aún falta para algún día haya una comercialización seria de estos recursos, particularmente, en la medicina. ¿La iglesia va hacer algo en torno a eso?
LMM: La Iglesia tiene que estar de parte de los pueblos contra toda amenaza, por ejemplo, los narcotraficantes. Una de las cosas que el presidente Duque pidió fue que el impacto del narcotráfico en el sistema amazónico fuera tocado en el Sínodo. No se tocó como tema central, pero hubo referencias. Ciertamente, el narcotráfico no es la única amenaza. La deforestación maderera, la explotación de recursos minerales y está esta otra dimensión que es la defensa del patrimonio genético de la Amazonia contra las tentativas de apropiarse de un sistema comercial contra los verdaderos dueños que son los habitantes de esta región. La Iglesia ha sido acusada en el pasado en esa óptica un poco conservacionista de cerrar la Amazonia para nadie. Se nos ha acusado de ser destructores de las culturas originarias porque predicamos el evangelio.
Lo cierto es que lo que el Sínodo dice no es que no tenga que haber integración. En todo encuentro de culturas hay un dar y recibir, ninguna cultura es perfecta, ninguna cultura puede decir que nada tiene que recibir. El Sínodo dice que no solo ellos son los que tienen que aprender, sino también nosotros debemos aprender de la sabiduría de los pueblos. El conocer, por ejemplo, ese valor genético medicinal de la Amazonia. La medicina tradicional, el conocimiento y utilización de los recursos vegetales y animales de la Amazonia hay una referencia implícita en todo ese patrimonio genético del que habla. Pero también no se trata de ir a apropiarnos de todo eso y despojar a las poblaciones originales.
El gran desafío es cómo contribuir con ese patrimonio al resto de la humanidad que también tiene derechos, pero sin despojar a los pueblos originarios. El otro tema es cómo desarrollarla sin destruirla. No va a suceder que no se pueda desarrollar la Amazonia. Evidentemente va a haber que hacer caminos, evidentemente se podrán explotar los recursos energéticos, pero sin destruir. Se podrá incorporar el patrimonio genético para toda la humanidad, pero sin privar a los pueblos originarios de su sapiencia, de su modo de vida. El Sínodo no dice que no debamos dejar de predicar el evangelio sino que lo hagamos sin imposición.
Sensibles al encuentro
ENS: Dentro de una tesis un poco novedosa de la cultura del encuentro…
LMM: Es producto de la globalización. La globalización nos ha hecho más sensibles al encuentro. Estamos cada vez más cerca unos a otros, lo cual genera fricción y conflicto, pero el conflicto se conduce y ahí está la política. No en vano el Papa ha insistido tanto en rescatar el valor de la política para el bien común. Volver a poner el bien común sobre el bien privado, sobre el narcisismo individualista.
Cualquier encuentro es duro aunque no sea violento. Lamentablemente llevan a una crisis de identidad y a reacciones xenofóbicas. Son todos desafíos a manejar en la dimensión política.
ENS: Ha habido un poco de polémica en torno a la eventualidad que los obispos o las personas dedicadas a la Iglesia puedan tener posibilidades conyugales. Y en las conclusiones del Sínodo de la Amazonia se abrió la posibilidad de que para esa región sean ordenados hombres casados…
LMM: Primero, destruyamos mitos. La iglesia católica tiene sacerdotes casados. Los tiene en los ritos orientales. Hay 23 ritos orientales que han seguido la tradición antigua que es masivamente representada por lo que llamamos la ortodoxia que tiene clero celibetario y clero casado, pero además para citar un ejemplo concreto cuando Benedicto XVI creó la prelatura especial para los anglicanos que dejaron esta confesión y solicitaron ingresar a la iglesia católica en su condición sacerdotal, muchos de ellos eran casados. Entonces no hay nada dogmático que impida una flexibilización de la disciplina creando una posibilidad más en un área concreta. En la Amazonia hay muchos problemas que no se pueden ignorar. Primero, tiene pocas vocaciones locales. Segunda, tiene insuficiencia de clero por las distancias entre las comunidades. Se planteó un conflicto entre el servicio de la comunidad en la eucaristía y la disciplina del celibato. Se ha puesto el derecho a tener una celebración eucarística regular. Una presencia sacramental que es importante para la vida espiritual, la confesión, el bautismo, la confirmación, son los instrumentos por los que el fiel católico se siente tocado por la gracia de Dios. El gran tema del Sínodo no es tanto que tenga que ser casado o pueda casar. No se casan los ordenados sino que se ordena a casados. Esa es la tradición. El tema es la apertura de la ministerialidad con mayor riqueza laica y en la mujer.
Esto lo tendrá que decidir la iglesia con sus tiempos en concilio. Yo no estoy muy convencido de que se resuelva porque se consagre presbíteros a personas casadas aunque sean líderes de esas regiones porque está el tema de la formación. Pero sí el ministerio. Es claro que la iglesia tiene que renovar su participación en la ministerialidad y si no se incorpora esa gran masa de laicos preparados y formados, muy motivados y comprometidos con el evangelio, si no lo movilizamos no llegamos.
ENS: ¿Pero en concreto sí habrá ordenación de personas casadas?
LMM: El Sínodo por su naturaleza no es decisional. El Sínodo puede hacer propuestas, pero para que tengan valor normativo tienen que ser o asumidas por el Papa o delegadas a otro tipo de asamblea. La ultima reglamentación prevé que el Papa pueda delegar el poder deliberativo en una asamblea, pero no lo ha hecho. En realidad la aplicación de esto va a depender de los obispos, como autoridad que conduce y que decide, con sus sínodos diocesanos, y en relación con la autoridad suprema de la Iglesia que es el Papa en un concilio en el que él puede flexibilizar la disciplina del celibato para un territorio que tiene características específicas. No va a ser una norma universal a menos que el concilio específicamente lo asuma.
Pecado ecológico
ENS: Otra de las conclusiones del Sínodo fue el concepto de pecado ecológico. Se ha hablado de la posibilidad de incluirlo en el catecismo, ¿qué implicaría esto?
LMM: Esto no es inventar un pecado, es darle nombre a un pecado, un nombre que desenmascare la maldad. En el caso del catecismo tiene un carácter pedagógico, de instrucción. Es incorporar en la mentalidad y en la espiritualidad, en la vida práctica y en la oración, en cada cristiano esa dimensión que ha sido destacada por la ‘Laudato Si’ y en su caso concreto de aplicación el Sínodo Amazónico. Es la defensa de la vida.
ENS: ¿Cómo ve al Eln?
LMM: El Eln es uno de los grandes problemas, pero no es como las disidencias que son puramente bandidos que están dedicados al lucro. El Eln sufre lo que sufrieron las Farc. Con el secuestro se granjearon el odio de la población. ¿Por qué no los votan a las Farc? porque hay odio, hay resentimiento. El narcotráfico envenenó las Farc y está haciendo lo mismo con el Eln. Ellos tienen un gran problema aparte de que históricamente la época de la revolución armada terminó. No hay contexto internacional para eso. Si tienen propuestas legítimas de transformación social es hora de que analicen si los medios que están usando los llevan a obtenerlas o impedirlas. Por eso es que digo que hay que negociar con el Eln pero eso supone que ellos quieran negociar, que se dispongan y, para ello, tienen que dejar de secuestrar, tienen que dejar de reclutar niños. Cómo le pueden pedir al Santo Padre que haga oficios para favorecer un acercamiento con el Estado colombiano con esta actitud.
Ellos me mandaron a decir que están dispuestos a conversar sobre la humanización del conflicto, veamos qué significa eso. Pero ciertamente debe haber un cambio radical de actitud con signos muy claros para que sea posible pensar una conversación para poner políticamente fin al conflicto.
ENS: ¿Cómo observa la implementación de los Acuerdos de La Habana? La Misión de Verificación de ONU ha destacado avances en el proceso, pero por otro lado hay críticas...
LMM: Yo diría que hay dos elementos. Por un lado negativismo, hay una posición de que este Gobierno está contra los acuerdos de paz y que no va a cumplir. Es una toma de posición y un prejuicio. Los hechos no corroboran eso. Puedo decir que la aplicación es lenta. Tenemos un problema de ‘timing’ entre las expectativas de la población y las necesidades de la reintegración. Estamos preocupados por el tema de reintegración. Si eso fracasa, adiós acuerdo. Yo he visitado seis espacios territoriales, por eso pude llegar a decir que a ‘Márquez’ no lo va seguir ninguno de los que han dejado las armas ni los 8.000 que están en proyectos individuales, ni los 3.500 que se quedaron en los proyectos colectivos.
Se me ha criticado porque hemos defendido la justicia transicional, porque no la hemos defendido por una cuestión técnica sino porque los excombatientes han entregado las armas sobre un particular sistema judicial. Cambiarlo significa cambiar las condiciones para ellos. Veremos si funciona. No hay antecedentes internacionales para un sistema complejo como el que se creó.