El pasado miércoles se desarrollaron en Bogotá y varias ciudades colombianas marchas del gremio docente convocadas por Fecode, el sindicato de educadores más grande del país y que representa a los profesores de los colegios púbicos. La marcha tenía varias demandas: el aumento de recursos para la educación pública en el Plan Nacional de Desarrollo y otras consignadas en el pliego de peticiones que el gremio le entrega a inicio de año al Ministerio de Educación como la realización de concurso docente para nuevos profesores de planta, desarrollo de concursos de ascenso para mejorar las condiciones salariales, de nuevo un mejoramiento del sistema de salud, menos carga horaria de trabajo (definirla en 6 horas) e impedir que concesionen colegios públicos.
Las demandas son en varios aspectos válidas, pero debería esto ir de la mano con compromisos sobre el trabajo, la calidad y sobre todo el derecho a la educación. Una bandera que ondean muchos líderes y profesores para demandar más ingresos, pero no para ofrecer educación digna y de calidad a los colombianos.
La afirmación parte de la cada vez más grande brecha entre los colegios públicos y privados del país. Las mediciones demuestran que los egresados de colegios privados de calidad se gradúan dominando una segunda lengua, con habilidades comunicativas, y un desempeño alto en lenguaje, matemáticas y habilidades ciudadanas. Mientras que en los colegios públicos además del descenso en la calidad de la educación frente a décadas pasadas, cuando varios colegios nacionales estaban entre los mejores de país, hoy en varios de ellos se presentan serios problemas de administración con asuntos complejos como expendio de drogas, micro tráfico, pandillas y fronteras invisibles.
Uno de los indicadores de esa brecha son las Pruebas Saber 11 que en 2018 las presentaron 12.701 colegios del país. Entre los 500 mejores sólo hay 14 públicos, que en su orden son Alexander Von Humboldt de Barranquilla en el puesto 100, Liceo de la Universidad de Nariño (Pasto) 162, El Técnico Central de Bogotá, 282; José Rafael Faria, de Pamplona, 317; el Instituto Técnico del Comercio de Cúcuta 326, Santo Ángel -también de esa ciudad- en el 389 y, entre el 400 y 500, Bicententenario de Bucaramanga, Sucre de Ipiales, San José de la Salle de Bucaramanga, Sagrado Corazón de Cúcuta, Nueva Granada de Barranquilla, Municipal de Pitalito, la Normal de Málaga y el Claretiano de Neiva.
En el año 2000 la cifra de colegios públicos entre los 500 primeros era de 27.
En síntesis sólo el 2,8% de los mejores colegios del país son públicos. Y, cuando se pasa a ver los 500 con los peores resultados, el 90.6% son públicos, con resultados muy pobres en matemáticas, comprensión lectora, competencias ciudadanas, ciencias y sociales.
Lo otro que preocupa es que los mejores colegios públicos se concentran en unas secretarías específicas. Barranquilla, Norte de Santander, Santander, Nariño y Huila, mientras que las entidades con grandes recursos como Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena están ausentes. Bogotá la capital del país que tiene los mayores recursos en educación, ha tenido más pena que gloria en las dos últimas administraciones de la Secretaría de Educación. Mientras en educación superior Bogotá lidera a nivel nacional. Los colegios públicos de la ciudad no sobresalen entre los mejores y los que están en concesión, que es la tendencia de esta administración, tampoco están liderando.
Es valioso el aporte que ha hecho Fecode por mejorar las condiciones salariales de los docentes de básica y media del sector oficial. Pero también debería adelantar las acciones en función de mejorar la calidad y cumplir con el lema del derecho a la educación. Romper ese imaginario sobre la educación pública como peligrosa y de baja calidad, lo que ha llevado al nacimiento de colegios privados mediocres en áreas urbanas pobres y apartadas que reciben niños a los que los padres de familia temen llevar a un colegio público por temas convivencia y seguridad.
Esos colegios privados de baja calidad que pagan muy mal a los educadores y no cuentan con los espacios dignos para ofrecer educación de calidad deberían desaparecer, si logramos atraer en los colegios públicos a esos estudiantes. Con ambientes dignos, formación, acompañamiento y calidad.
@hurtadobeltran
*Especialista en educación. El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva del autor.