"A la paz hay que tenerle paciencia”, consideró el defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, quien agregó que “la paz es un proyecto a largo plazo para el país”.
EL NUEVO SIGLO: ¿Qué balance hace de su gestión?
CARLOS ALFONSO NEGRET: Cumplí con lo que me comprometí: llevar y acompañar a la Defensoría a los lugares más apartados y vulnerables del país; fortalecer su mandato como institución nacional de derechos humanos; y entregar al país una Defensoría moderna para asumir los desafíos del siglo XXI y la construcción de paz. El balance entonces es satisfactorio.
ENS: Las agresiones y homicidios contra líderes sociales y defensores de derechos humanos han ido en aumento. ¿Qué visión tiene la Defensoría sobre este fenómeno?
CAN: Desde que inicié mi mandato centramos nuestra mirada en ellos y ellas, bajo el convencimiento que su rol en la construcción de paz y la ampliación y fortalecimiento de la democracia es imprescindible. Pero asimismo, empezamos a observar y monitorear cómo sus riesgos en la Colombia profunda se estaban materializando a través de homicidios, amenazas y atentados contra su vida e integridad.
Por eso, en estos cuatro años, emitimos dos Alertas Tempranas de carácter nacional y más de 150 alertas tempranas de carácter local donde identificamos los riesgos específicos para este grupo poblacional.
En estas alertas hemos advertido que las agresiones en su contra se debe a que han levantado su voz para promover la reforma rural integral, especialmente los PNIS y los PDET; asimismo, porque se encuentran exigiendo los derechos de las víctimas, especialmente a la restitución de las tierras que les fueron despojadas; pero también porque han querido ampliar la participación en política desde las bases sociales del país. Todo lo anterior en contra de los intereses criminales de los actores violentos del país que quieren mantener el statu quo y especialmente la economía ilegal, violenta e inequitativa del narcotráfico.
ENS: Lo mismo podría decirse de los desmovilizados de las Farc. ¿Cómo ve este panorama la Defensoría?
CAN: La reincorporación a la vida social, política y económica del país de quienes fueron combatientes de las Farc es el triunfo de la paz sobre la guerra. El triunfo del humanismo y de los principios democráticos. Pero los mismos actores violentos interesados en mantenernos en el statu quo de la guerra nos quieren arrebatar este triunfo a través del asesinato, la intimidación y las presiones contra quienes decididamente apostaron por la paz.
Este, lamentablemente, es un fenómeno doloroso crónico, un mal endémico, que trae la dejación de armas tras un conflicto armado interno. En su momento, con la desmovilización de las Auc, la Defensoría en algún momento alcanzó a documentar la ocurrencia de 514 homicidios contra excombatientes de las Auc entre 2004 y 2007. Casi el doble de los que se han presentado contra personas en proceso de reincorporación de las Farc en un periodo casi igual.
Pero a las personas en proceso de reincorporación quiero decirles que les rodeamos y que son una prioridad para nuestra vida en democracia. Que no escatimaremos en esfuerzos para seguir exigiendo y promoviendo garantías adecuadas para su seguridad y su vida.
ENS: Es claro que el Eln se ha fortalecido, ocupando espacios dejados por las Farc. ¿Qué recomendaciones les hace a las autoridades la Defensoría sobre este tema?
CAN: Durante cuatro años me identifiqué con un lema: defender al pueblo es defender la paz. Confío en la solución dialogada del conflicto armado. Creo entonces en el humanismo y la necesidad de acabar con la guerra. Creo que la decisión desacertada de tomar las armas por parte de los combatientes rasos, en muchas oportunidades y sin justificarlo, ocurre en contextos de alta vulnerabilidad socioeconómica. Por lo tanto, creo que no se pueden cerrar nunca y ninguna puerta que pueda conducirnos a sacar las armas y la violencia de los territorios, y retornarle al Estado y a las fuerzas armadas su uso exclusivo para garantizar los principios y derechos reconocidos en la Constitución y los instrumentos internacionales de derechos humanos.
ENS: Frente a este incremento de la violencia protagonizada por grupos armados organizados en varias zonas del país, ¿qué tareas implica para la Defensoría?
CAN: Nuestra tarea diaria se dirige a tres objetivos: en primer lugar, atender y orientar a las víctimas del conflicto armado para asegurar su atención humanitaria en situación de emergencia y protección, pero asimismo para entrar dentro de las rutas que les garantice sus derechos a la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.
En segundo lugar buscamos que los habitantes del territorio nacional conozcan sus derechos y los mecanismos de exigencia, para que estos contextos de violencia tengan elementos para demandar del Estado una acción protectora de los mismos.
Y finalmente, nos dedicamos incansablemente a monitorear de la mano de las comunidades y autoridades de los territorios las amenazas, vulnerabilidades y capacidades para hacer frente a estos escenarios de riesgo y advertir su existencia a través de alertas tempranas para la adopción de acciones de carácter preventivo por las autoridades públicas.
ENS: En este contexto, ¿se puede decir que el proceso de paz fracasó?
CAN: Otro mantra que he repetido en estos cuatro años de gestión: a la paz hay que tenerle paciencia. La paz es un proyecto a largo plazo para el país. La paz no es solamente el silencio de los fusiles; es la transformación completa de la sociedad para generar las condiciones necesarias para que el conflicto armado nunca más se repita.
Incluso le diría: la paz es contar con herramientas para hacerle frente a los nuevos fenómenos de violencia que sabíamos iban a suceder. De hecho, el Acuerdo Final así lo contempló y para eso creó todo un sistema integral de garantías de seguridad. Tenemos que ponernos de acuerdo en que con diferencias y obstáculos estamos transitando por ese camino, pero lo estamos haciendo, que es lo importante.