La calidad del aire en Bogotá “es aceptable” | El Nuevo Siglo
Dos expertos analizaron las condiciones del aire en Bogotá y explicaron cómo se mide el material particulado.
Alcaldía de Bogotá
Sábado, 10 de Septiembre de 2022
Redacción Nacional

Esta fue una semana movida para la calidad del aire en Bogotá. Incendios forestales provenientes de la Amazonía brasilera incrementaron el material particulado en la atmósfera capitalina, factor que se estuvo monitoreando en forma constante en los últimos días y que levantó las alarmas sobre algunos puntos específicos de la ciudad.

No obstante, no alcanzó a decretarse ninguna forma de alerta, pues a mediados de la semana se presentó una reducción de concentración de material particulado a raíz de una variación en los vientos locales, lo que hizo que no entrara con tanta fuerza a la ciudad.

Un par de días más tarde, en el marco de la celebración del Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul, organizado por la Organización de las Naciones Unidas, Bogotá lanzó la Red Colaborativa de Microsensores, un instrumento para medir la concentración de material particulado en ambientes específicos (vías, ciclorrutas, cercanía a colegios y jardines, barrios, impactos de proyectos urbanos, entre otros).

Calidad del aire aceptable

Si bien es cierto que la Administración Distrital ha venido trabajando por mejorar la calidad del aire, ¿cómo está en este momento Bogotá a este respecto? Pues bien, para responderse a esta pregunta, EL NUEVO SIGLO consultó a dos expertos en calidad del aire, quienes analizaron su estado, y uno de ellos coincidió con lo que el Índice Bogotano de Calidad del Aire (Iboca) registró al finalizar la semana.

La calidad del aire está en un estado bueno o moderado (amarillo); favorable (verde) y solo hay una estación en naranja (regular), que es la que está ubicada en la Estación Móvil de la Séptima. No hay ninguna en rojo (malo) o morado (muy malo).

A propósito, el profesor asociado de la Universidad Nacional y experto en calidad del aire, Luis Belalcázar, explicó que la calidad del aire en Bogotá “en estos momentos, y sobre todo en esta época del año, en términos de material particulado tiende a estar aceptable y así lo está”, pese al factor de los incendios forestales de comienzos de la semana.

Añadió que, para entender el estándar de medición del material particulado, hay que tener clara la distinción entre dos aspectos: el tamaño de las partículas y su cantidad.

Hay partículas de más diez micras, que son gruesas, mientras que hay otras de 2,5 micrómetros, denominadas PM2.5 (materia particulada, por sus siglas en inglés), “que son las que tienen interés en salud pública, porque como son tan pequeñas pueden entrar al sistema respiratorio humano e incluso pueden entrar a los diferentes órganos del cuerpo. Entonces ese PM2.5 se refiere al tamaño y al diámetro de la partícula (hay otras mucho más pequeñas que se miden en micrómetros y no en nanómetros que pueden entrar incluso al torrente sanguíneo). Pero cuando son gruesas (más de 10 micrómetros) se quedan en la nariz y no pasan de ahí”, indicó Belalcázar.

Y precisó que el hecho de que Bogotá esté en un grado de calidad del aire bueno, malo o regular, no tiene que ver con el tamaño de las partículas de material particulado en el aire, sino con la cantidad de estas que hay por metro cúbico. “Ahí es cuando es más perjudicial para la salud porque cuando respiras inhalas más, pero el tamaño de las mismas es el que determina si son o no un factor de salud pública”, indicó.

Por el contrario, de acuerdo con el profesor asociado de la Universidad del Rosario en el programa de Ciencias de la Tierra, Stijn Hantson, la calidad del aire capitalino es mala.

“La calidad del aire en Bogotá es bastante mala. Obviamente hay ciudades peores, pero a esta ciudad le falta todavía para tener un aire óptimo. Hay muchas variaciones en la concentración de material particulado al interior de la misma ciudad, pero en términos generales no es buena. Ahora, de un día a otro, de una hora a otra hora, hay variaciones grandes, picos altos, pero el promedio general, reitero, no es bueno”, le dijo a EL NUEVO SIGLO el profesor Hantson.



La red de microsensores

Ahora, con relación al segundo avance que hubo en materia de calidad del aire de Bogotá esta semana, vale referir que con la nueva red de microsensores en 20 estaciones se va a complementar el sistema de vigilancia y monitoreo, que seguirá midiendo las concentraciones de material particulado en la ciudad.

De esta manera, la Administración buscará, primero, mejorar la gestión de la calidad del aire con un enfoque más cercano a la comunidad y de trabajo conjunto; atender las demandas ciudadanas para definir los sitios de interés para la medición e identificar episodios puntuales de contaminación; y fomentar la investigación, desarrollo y la puesta en marcha de nuevas prácticas que permitan mejorar la calidad del aire y promover la ciencia ambiental entre la ciudadanía.

Una medida acertada

Esta medida, ¿qué tan acertada es para una ciudad como la de Bogotá? De acuerdo con el experto Belalcázar este es el camino correcto, pues es una iniciativa que responde a los costos y a la eficiencia de todas las redes de medición del aire.

“Medir las concentraciones de material particulado en una ciudad es costoso. Los equipos que son estándar por recomendaciones internacionales son caros (y de allí que los que haya estén estratégicamente ubicados). Los sensores más pequeños son mucho más económicos y sacrifican un poco la precisión, pero tienen la posibilidad en espacios mucho más pequeños. La Alcaldía va en la dirección correcta al utilizar ese tipo de equipos”, concluyó el profesor Belalcázar.

Hay que tener presente que la concentración de contaminantes en la atmósfera es uno de los mayores riesgos ambientales que se puede presentar en una ciudad, y de allí la necesidad de las urbes como Bogotá de promover el crecimiento sostenible, movilizarse en medios de transporte alternativos, implementar un consumo responsable y migrar a nuevas y limpias tecnologías.

Adelantar una política pública

Esta nueva forma de medición servirá para la gestión y formulación de políticas públicas, así como para evaluar el impacto de algunas intervenciones de ciudad a escala local, como el mejoramiento de la malla vial o aumento de la cobertura vegetal, aplicación de restricciones, mejora en las tecnologías de control de emisiones, entre otras.

Los microsensores, además, medirán concentraciones de contaminantes (especialmente de material particulado PM1, PM2.5 y PM10), y se espera que entre diciembre de 2022 y el primer trimestre de 2023 entren cerca de 70 sensores nuevos, gracias a la incorporación del proyecto de cooperación internacional Avantia.