Gente. Los Balen Cancino, tres generaciones custodiando la historia | El Nuevo Siglo
SEÑOR ANTONIO Cancino Jaramillo en el Anticuario. /Cortesía Anticuario Balen Cancino
Viernes, 6 de Octubre de 2023
Redacción Bogotá

EN RECORTES de periódicos, álbumes compañeros de décadas pasadas y en el alma de Juana Balen se plasman los inicios del gran anticuario Balen Cancino, un lugar mágico y referente bogotano de aquellos tesoros del pasado.

Fue fundado en 1907 por el antioqueño don Antonio Cancino Jaramillo en la Plaza de Bolívar, ubicado en ese momento entre la capilla del Sagrario y la Catedral Primada de Bogotá.

“Mi abuelo comienza con una librería que se llamaba La Luz coleccionando libros incunables, posteriormente buscando piezas curiosas y a través de varias personas interesadas se fue volviendo lo que en su momento sería el lugar preferido y obligado del centro de Bogotá. Allí se reunían artistas, políticos, estudiantes, turistas y curiosos que ante la mirada de esos ojos azules de don Antonio eran invitados y cautivados por piezas que llegaron a los grandes museos, y otras que hoy día están decorando sus casas, cada una con una historia, un secreto y un legado. Es así como él emprende sin saberlo un oficio que se construye con el alma y la experiencia”, contó Juana con emoción a este Diario.

Por el anticuario Balen Cancino pasaron múltiples personajes, desde presidentes hasta grandes artistas, pero hubo una niña de nueve años que con disciplina e ingenio logró convertirse en una de las bogotanas favoritas de toda una ciudad y sin lugar a dudas en la persona más importante de la historia del lugar: doña María Cancino.

Siendo la hija menor de 17 hermanos, María siguió los pasos de su padre con admiración desde muy pequeña. Era tan evidente su encanto por las antigüedades de don Antonio que él mismo notó su potencial y empezó a asignarle tareas como atender a la clientela más exclusiva.

“Desde sus 13 años atendía el mostrador, pero si ella estaba sola no dejaba entrar a nadie tal como se lo indicaba su padre. Un buen día llegó el mismo presidente de la República y ella no lo dejó pasar. Fue felicitada por ser muy obediente, ella era aún muy pequeña; lucía largas trenzas rubias y grandes ojos miel. Así la recuerdan sus clientes más fieles; con su humor y buena energía “, señaló Juana.

 

Recolectando historia

El proceso de abastecimiento de un anticuario tiene varias fuentes, explicó. Por ejemplo, las personas que heredan de sus abuelos o padres ciertas piezas antiguas y obras de arte y necesitan saber su precio, se acercan a estos lugares para realizar la tasación y el estudio de sus piezas y así conocer su valor histórico y comercial. De esta manera, se pasa a ofrecerlo al mercado del arte.

“Otra posible fuente de abastecimiento es a través de los viajes que, por ejemplo, hizo mi madre, María Cancino, a través de Europa, de América Latina y de Norteamérica trayendo diferentes piezas a Colombia”, indicó Juana.

Uno de los mayores tesoros que pasó por el anticuario Balen Cancino fue la capa del libertador Simón Bolívar, recuperada por el señor Antonio Cancino durante el gobierno de Eduardo Santos y donada a la Casa Museo Quinta de Bolívar en donde reposa actualmente.

“Mi abuelo realizó la decoración y el montaje del Palacio San Carlos con diferentes piezas de antigüedades que hoy en día todavía reposan también en el Palacio de Nariño y el Museo Quinta de Bolívar. Cuando recuperó la capa de Bolívar, quiso que toda la nación tuviera acceso a poder ver la pieza cultural”, relató.

AFPEs así como los anticuarios se han convertido no solo en un baúl gigante de recuerdos, sino, además, en un aporte a la historia y cultura bogotana. “Es un valor muy especial porque preservamos el patrimonio nacional y recuperamos piezas que de pronto las personas piensan que no valen la pena y pueden llegar a ser piezas de museo”, sostuvo Juana.

En la nieta de don Antonio e hija de la señora María Cancino se denota la pasión heredada y la entrega por este mundo envolvente, un valor que aprendió a brindar a los objetos antiguos desde muy pequeña.

“Siempre tuve desde mi niñez acceso al arte, mi patio de juegos era el anticuario de mi abuelo. Yo jugaba con todas las vajillas de porcelana de mi madre, porcelanas europeas de diferentes marcas del mundo como Bavaria y Rosental, entre otras. Esos fueron mis primeros juguetes, las piezas antiguas”, contó con nostalgia.

Entre quebrantos y alegrías

El anticuario Balen Cancino no logró salir ileso de los efectos de la pandemia durante el año 2020. La crisis económica los tocó y al ser la venta de antigüedades su sustento, debieron reinventarse para seguir vigentes.

“Un día de madrugada a las tres de la mañana se me ocurrió hacer las subastas virtuales y llegar así a mucha gente que también necesitaba vender sus cosas. Durante la pandemia hice unas cuatro subastas. Nos fue muy bien, convertimos una dificultad en un momento feliz que causó un gran impacto en la gente y en los inversionistas que copiaron la idea”, compartió.

Otro momento alegre de esta maravillosa historia corresponde a cuando la señora María Cancino compartió con el guitarrista Santana sin reconocerlo previamente.

“Varios artistas de diferentes partes del mundo venían al anticuario cuando era en la Plaza de Bolívar. Vino el guitarrista Santana a visitar el anticuario y mi mamá no sabía quién era. Fue muy divertido porque mi mamá dijo “qué pena, ya vamos a cerrar porque mis sobrinos y yo iremos a un concierto de un cantante muy importante”. Ella no sabía que el mismo cantante era quien estaba pidiendo que abriera su almacén para visitarlo. Él le dice que cierren y se tomen una foto porque ese día estarían en su escenario VIP en la tarima. Se atacaron de la risa”, recordó Juana.

Hoy, un año después del fallecimiento de la señora María Cancino, su hija la recuerda como una coleccionista incansable, trabajadora, luchadora, curiosa, de gran corazón, llena de gracia y con un chiste para cada momento.

“Mi madre hizo llegar al Museo Nacional de Colombia varias de las piezas que se encuentran en sus salas de exposición, como las miniaturas del maestro Espinosa, que es un artista muy importante de aquella época. Así es y más (...), ella, María Cancino. Su debilidad eran los ositos ingleses, las muñecas antiguas y los tangos de Gardel”, concluyó Juanita.