“Esperamos con ansia la reapertura de los templos”, manifestó monseñor Luis José Rueda al posesionarse como arzobispo de Bogotá y primado de Colombia.
Con pocos participantes debido a la cuarentena por el Covid-19, los canónigos de la catedral saludaron al ingreso del templo al nuevo pastor que besó el crucifijo e hizo aspersión con agua bendita al pequeño grupo de ministros que le acompañaban.
El nuncio apostólico en Colombia Luis Mariano Montemayor, luego de la lectura de la bula pontificia, invitó al nuevo pastor a la sede arzobispal y le presentó brevemente los logros y retos de la realidad pastoral de Bogotá.
El cardenal Rubén Salazar, emérito de Bogotá también recibió al nuevo arzobispo diciéndole que como nuevo obispo es el elegido por Dios para guiar y servir a su pueblo.
El pasaje evangélico de Mateo 10, 7-13, de la memoria litúrgica de san Bernabé, que relata el envío de los apóstoles a la primera misión, resonó en la liturgia de la Palabra y enmarcó el evento en la sucesión apostólica y en la evangelización.
En la homilía, el nuevo arzobispo comentó que “la figura de Bernabé supera cualquier tentación de liderazgo individual y que ese es el camino de la iglesia sinodal. Espiritualidad de comunión misionera; maravilloso ejemplo de fraternidad y de confianza”.
Expresó que tantos Bernabés han pasado por nuestra vida, dando ejemplo de amar sin ninguna discriminación de raza ni de género, ni de condición social. Exhortó a que el amor de Dios se haga visible por nuestra fe y caridad en un momento tan difícil para la humanidad.
Expresó “a todos mi entera disposición al servicio del Evangelio. Vengo a caminar, a orar, a evangelizar con ustedes y vengo a morir con ustedes cuando Dios me conceda esa gracia. No estoy sólo. Cuento con el señor nuncio, con los hermanos obispos auxiliares de Bogotá y los obispos de Facatativá, Girardot, Zipaquirá y las diócesis urbanas de Fontibón, Soacha, Engativá y el obispado castrense. Con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para trabajar unidos por la reconciliación y la paz de Colombia. Juntos para evangelizar”.
Finalmente exhortó a seguir comunicando la verdadera alegría para consolar en estos tiempos de pandemia. Anunciar el Evangelio con el testimonio de vida, el anuncio explícito y la centralidad de la dimensión litúrgica que da equilibrio entre la acción y la oración.
“Esperamos con ansia la reapertura de los templos. Con todos los protocolos, se acerca esa reapertura de manera responsable con las medidas de bioseguridad. Es urgente que puedan beneficiarse de los pulmones espirituales. No basta la creatividad celebrativa en las redes sociales necesitamos celebrar en los templos. Entonces celebraremos cantando: Señor has cambiado nuestro luto en danza nos quitaste el sayal y nos has vestido de fiesta”, expresó.
“Algunos quisieran parroquias sin cruces, Iglesia angelical de hipócritas y arrogantes. En cambio la fe no nos saca del mundo. No predicamos una teología de la prosperidad sino una de la fraternidad y la esperanza. Volvamos a san Bernabé, en las dificultades; que incluso tuvo una discordia con san Pablo. Renovada espiritualidad misionera y sinodal en los niños, en los jóvenes, religiosos, sacerdotes. La misión es una pasión por Jesús y por su pueblo”, sostuvo.
Evangelizar fue el concepto que más utilizó como servicio en el mundo. El nuevo pastor desea ser animador de la evangelización asumiendo toda la historia de la arquidiócesis guiada sabiamente en la historia por los distintos arzobispos. Palabras programáticas en las que hizo un paralelo con san Bernabé; invitando a superar cualquier afán de protagonismo dentro de la Misión sinodal.