Los resultados publicados por el Icfes sobre la evaluación formativa para el ascenso docente muestran incongruencias y evidencian que el modelo actual no es viable. Según cifras del Ministerio de Educación, 80.000 educadores presentaron la prueba y el 31% aprobó
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Mario F. Hurtado (*)
Especial para EL NUEVO SIGLO
DESDE 2016 la evaluación para el ascenso de profesores cambió. Como el camino al infierno, estuvo lleno de buenas intenciones, porque era una mirada integral al proceso educativo. Sin embargo, las negociaciones con Fecode lo fueron mutando, recortando y terminó siendo en un 80% un video de una clase que entregan los profesores para ser evaluados. En eso, junto con una autoevaluación del 10%, la encuesta a los estudiantes 5% y la evaluación de desempeño anual 5%, terminó siendo la prueba para el ascenso de categoría y aumento de salario.
La evaluación perdió lo más relevante y fue abandonar las habilidades argumentativas, interpretativas y propositivas de los educadores. Eso porque dichas habilidades se han convertido en prioridad en la formación escolar, y varias pruebas han demostrado que algunos profesores tienen dificultades para interpretar textos, extraer ideas principales, redactar bien, argumentar o proponer ideas. Entonces es un sin sentido, no conocer la habilidades de los educadores cuando se les pide en lo cotidiano que trabajen esas destrezas con los estudiantes.
La actual evaluación revolucionó la industria de los videos, porque la mayoría de los profesores deben contratar a una empresa para que les haga filmación, y se hace todo un montaje que no responde a las realidades de las prácticas en el aula. Es una especie de obra de teatro, que termina siendo un esfuerzo pedagógico y que no refleja necesariamente la práctica cotidiana en la escuela.
El paro: origen y evaluación
Para los días 28 y 29 de agosto, Fecode convocó un paro de maestros, que de forma inicial estaba asociado a los problemas con el sistema de salud que enfrentan los educadores, sobre todo en las regiones apartadas. Si bien, en Bogotá las condiciones son mejores, se habló de la necesidad de la solidaridad con los educadores, sin embargo la convocatoria no parecía tan exitosa. El giro empezó cuando se conocieron los resultados de las pruebas de ascenso, es decir el video. La mayoría no ascendió y entonces hoy se prenden las alarmas sobre lo que evalúa.
Es lógico que no todos tengan que ser promovidos, pero la ausencia de unos indicadores de evaluación sobre los puntajes asignados deja un manto de dudas sobre la pertinencia. Hay un caso de un docente que ganó un premio internacional por una clase sobre innovación que realiza. Hizo el video sobre esa experiencia y no pasó.
Según cifras del Ministerio de Educación, 80.000 educadores presentaron la prueba y el 31% aprobó. Antes cuando la prueba escrita era anual en promedio ascendía el 20%, ahora con la prueba bianual está reduciendo el número de promovidos. Al ser un negocio el video, hay empresas que ofrecen servicios de cómo hacerlo, y se dan instrucciones de cómo exponer, qué decir, casi que se construyen los guiones de acuerdo a la matriz de evaluación pensada en que pase. Ya se volvió un negocio.
Otras incongruencias para aclarar es que algunos profesores obtuvieron cero en la evaluación de estudiantes y otros perdieron la autoevaluación. Se debe buscar formas de clarificar los resultados finales y sobre todo evaluar si la grabación que tiene un peso del 80% tiene sentido, porque es un negocio, no refleja la realidad, y las evaluaciones cualitativas presentan muchas incongruencias.
Fecode ha dispuesto de un formato disponible para que los educadores puedan apelar en su página. Pero reina la inquietud sobre la ética, el proponer un video que no refleja la realidad, que se paga, que se negocia y que promueve, en el afán de las mejoras salariales, inventarse algo que no refleja la labor del docente, sus habilidades y sus capacidades en el trabajo. Además el que tenga que ser evaluado por dos pares hace que los costos sean muy altos también para el gobierno.