EN LOS últimos años, Bogotá ha logrado reducir su Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) pasando del 7,5 % en 2020 (pandemia covid-19) a 3,6 % en 2023, una disminución que las entidades del Distrito le atribuyen a la inclusión social, el subsidio del Ingreso Mínimo de los hogares bogotanos y la disminución en las barreras de acceso a los mercados financieros y laborales.
No obstante, aunque la cifra del IPM ha disminuido, desde Probogotá aseguran que la capital aún tiene retos significativos. El primero de ellos es la persistente desigualdad entre las regiones rurales y urbanas; el segundo, los problemas estructurales como el trabajo informal; el tercero, seguir fortaleciendo sectores como la educación y la salud, y finalmente, la capital deberá examinar la evolución de la pobreza multidimensional, pues a pesar de que se redujo el porcentaje, el ritmo de descenso se ralentizó al pasar de -1,9 puntos porcentuales a disminuir en -0,2 p.p.
Según un informe de Probogotá, la incidencia de pobreza multidimensional en la capital del país para el 2023 fue del 3,6 %, lo que equivale a 283 000 personas en situación de pobreza en la ciudad. Comparado con el 2022, se observa una reducción de -0,2 p.p., lo que implica que 16 000 personas salieron de la pobreza multidimensional en la ciudad.
Ahora bien, es importante precisar que, a pesar de la reducción en la cantidad de personas en situación de pobreza, se incrementó la intensidad de la misma en 0,4 p.p. En total, un 39,1 % de la población tiene al menos alguna carencia.
Bogotá muestra el nivel más bajo de todas las regiones en el IPM; sin embargo, las disparidades regionales siguen resaltando en el índice de pobreza multidimensional, pues mientras que las cabeceras municipales presentaron una incidencia de 8,3 %, los centros poblados y rurales dispersos tienen una incidencia de pobreza multidimensional del 25,1 %.
Panorama 2023
Al analizar los diferentes componentes de la pobreza multidimensional en Bogotá, se puede observar que la ciudad tiene un buen desempeño en los indicadores relacionados con la vivienda, el trabajo infantil y las barreras para acceder a los servicios de salud. Por otro lado, hay otros componentes en los que la capital debe mejorar, tales como el trabajo informal, el desempleo de larga duración, el bajo logro educativo y el rezago escolar.
El crecimiento económico estimado para Bogotá en el año 2023 es del 1,0 %. Este bajo crecimiento está asociado a contracciones en sectores históricamente generadores de empleo en la ciudad, como el comercio, la manufactura y la construcción.
Este contexto económico explica el comportamiento de la dimensión laboral del IPM en Bogotá, destacando el aumento en el desempleo de larga duración, que incrementó en 2,6 p.p., posiblemente asociado al hecho de que en la ciudad la contracción de estos sectores ha sido mayor que en otros lugares del país. A nivel nacional, con un crecimiento económico más modesto (0,3 %), el indicador de desempleo experimentó un aumento menor, con un incremento de 0,5 p.p.
La comparación con el desempeño nacional plantea la necesidad de políticas a nivel distrital para contrarrestar los efectos adversos sobre el desempeño económico, el empleo y su impacto en la reducción de la pobreza multidimensional. Esto es especialmente importante, si se tiene en cuenta que los sectores antes mencionados emplean a una gran cantidad de personas con bajos niveles educativos y con bajos ingresos.
En paralelo, el mercado informal mostró un comportamiento relativamente estable, con una leve reducción de -0,9 p.p. No obstante, sigue siendo el indicador más desfavorable de la ciudad, con una incidencia del 53,2 %. Esto es consistente con el nivel de informalidad de la ciudad, que se mantiene aproximadamente en el 30 % de la población que trabaja en la ciudad.
Pese a la reducción, estas cifras siguen siendo preocupantes para Probogotá por dos razones: primero, porque reafirma la informalidad como un problema estructural en el país, que impide a más personas acceder a empleos de calidad, con ingresos justos y seguridad social. Segundo, porque los periodos de contracción económica normalmente vienen acompañados de un aumento en la cantidad de empleados informales, especialmente entre la población con mayores brechas como las mujeres y los jóvenes.
Otras variables
Con 1,3 % en 2023, la inasistencia escolar se muestra recuperada en comparación con las cifras evidenciadas en la pandemia cuando llegó al 6 %, siendo la principal causa del aumento general del IPM.
A pesar de esto, los indicadores de rezago escolar y bajo logro educativo continúan siendo significativos en Bogotá, con un 19,9 % y un 20,5 %, respectivamente −preocupa especialmente la tendencia creciente del indicador de rezago educativo−.
Sin embargo, si bien esta tendencia es coherente con los efectos a largo plazo asociados a la pandemia, llama la atención la diferencia entre Bogotá y el promedio nacional. A pesar de que hubo una recuperación del indicador de rezago después de la covid-19, en el 2023 aumentó la cantidad de estudiantes rezagados, incrementando la cifra en 1,2 p.p. de este indicador para Bogotá.
Dada la importancia que tuvieron las reducciones en los indicadores de salud para la disminución general del IPM, es crucial analizar estas variaciones y pesos.
Tanto a nivel nacional como distrital se observaron reducciones significativas en la cantidad de personas sin aseguramiento en salud, con una disminución de - 1,7 p.p. a nivel Nacional y -3,9 p.p. a nivel distrital. En cuanto a las barreras en el acceso a servicios de salud, a nivel nacional se sitúan en 1,8 %, mientras que para Bogotá este indicador descendió a 1,5 % (una reducción de -2,8 p.p.).
En el año 2023, el IPM para el área urbana de Bogotá fue del 3,6 %, mientras que para el área rural fue del 11,7 %. Esta brecha aumentó en comparación con el año 2022, incrementándose en 1,8 p.p. El aumento resalta la importancia de integrar a las personas que viven en las zonas rurales de la capital con los servicios que ofrece el Distrito, como la salud, la educación y el trabajo.
Es importante resaltar que, a pesar del aumento en la brecha con las zonas rurales, Bogotá sigue presentando la brecha más baja entre todas las regiones.
En cuanto a la brecha de pobreza multidimensional entre hombres y mujeres, se observa que la incidencia es igual para ambos sexos y para la ciudad en general, con un 3,6 %.
Sin embargo, al analizar la brecha entre jefes de hogar por sexo, se encuentra que la incidencia de pobreza multidimensional es del 4 % para las mujeres jefas de hogar y del 3,2 % para los hombres jefes de hogar, lo que resulta en una diferencia de 0,8 p.p. Estos datos indican que las mujeres que son jefas de hogar experimentan una mayor proporción de pobreza multidimensional en comparación con los hombres jefes de hogar.
Lo anterior evidencia la necesidad de diseñar políticas y programas que aborden específicamente las necesidades de las mujeres en situación de liderazgo.