Los números grandes, para bien o para mal, causan sorpresa y hasta escándalo. Pero esos mismos, en sus expresiones más mínimas -dado el caso de estudio- pueden ser indicativos de aciertos y efectividad.
Y ello puede apreciarse, en toda su dimensión, en la inevitable matemática del coronavirus que desde hace seis meses lleva con rigor científico el país para poder tomarle el pulso a la enfermedad, proyectar su impacto y, sobre todo, adoptar políticas para hacerle frente con éxito.
Desde comienzos de año han sido varios los términos médico-científicos que, al igual que el coronavirus, irrumpieron en el cotidiano léxico ciudadano. Palabras que eran comunes y hasta reservadas para el sector de la salud se han vuelto usuales en cuanta información, noticias, decisiones y hasta conversaciones se hacen sobre ese virus que por sus terminaciones en forma de corona fue bautizado como lo conocemos.
Curva epidemiológica, casos positivos, índices de contagio y letalidad, comorbilidades, acción patógena, pandemia, asintomáticos, ventiladores mecánicos, inmunidad, pruebas PCR, pruebas serológicas, SARS-2, Covid-19, cuarentena, autocuidado, distanciamiento social, morbilidad, mortalidad, positividad, crecimiento exponencial, grupo etario, UCI’s, epidemiólogos, cepa, linaje, mutación, educación híbrida, teletrabajo, trabajo en casa, el Ro y el RT, son entre otros los términos que llegaron a nuestro vocabulario diario con la pandemia y que permanecerá no sólo en este sino en el diario vivir de varias generaciones.
La gran mayoría de éstos son los indicadores base con los cuales las autoridades de salud miden, a diario, el comportamiento del virulento Covid, lo que les permite además de trazar su hoja de ruta y proyectar su crecimiento, adoptar medidas eficaces para mitigar su impacto.
Con base en el rigor de una ciencia exacta como la matemática y la trazabilidad del coronavirus, amén de los estudios científicos sobre el genoma del mismo, se ha podido determinar que en el país no es posible hablar de una curva epidemiológica nacional, sino de tantas como regiones tiene.
En la elaboración y seguimiento de las respectivas curvas que muestran varias etapas (prevención, mitigación y contención) la clave es frenar la velocidad del contagio, la que se determina con base en dos indicadores: los números Ro y Rt. El primero lo escuchamos en los primeros días de la pandemia en el país ya que es la métrica fundamental para estudiar enfermedades infecciosas y determinar su potencial de contagio. Es decir, indica la cantidad de afectados que puede haber por contacto con una persona que tiene la enfermedad. A la vez indica que si está por encima de 1, el brote continuará pero si baja de esa cifra se inicia el camino hacia su desaparición.
Este Ro inicial “muta” a Rt, que es la medición de la velocidad de contagio pero con el paso de los días y que ya tiene o evidencia el impacto de las medidas que se hayan adoptado para contrarrestar la pandemia.
Cuando el 7 de marzo se confirmó el primer caso de Covid en el país, una joven en Bogotá que recién había desembarcado de Europa, el Ro nacional se ubicaba en 2.68, y a los pocos días rozó el 3.0 debido al desconocimiento total sobre donde podían estar los positivos del virus en el país. La primera quincena de dicho mes, comenzaron a registrarse, como la cuenta gotas, varios casos en algunos territorios, especialmente en las ciudades. Fue entonces, cuando en prevención de un alto impacto, se ordenaron las cuarentenas preventivas (el 20 de marzo en Bogotá y cuatro días después en toda Colombia).
Esta decisión llevó a que el aún considerado Ro bajara considerablemente y, al 30 de marzo, se ubicara en 1,32, tendencia a la baja que se mantuvo durante abril y la primera quince de mayo, llegando a descender a 1,18. En ese momento el acumulado nacional de contagios rozaba los 20 mil y los fallecidos eran poco más de 500.
La segunda quincena de mayo el indicativo estuvo en un pequeño sube y baja, sin duda influenciado por la reapertura de algunas actividades económicas. Su pico más fuerte fue el 20, marcando 1,35 para luego descender cerrando mes con 0,95.
Sin embargo, al día siguiente que marcaba un nuevo mes, no sólo tuvo un notable repunte, subió a 1,65 y desde entonces la referencia es Rt. Pese a las medidas sanitarias adoptadas, con el paso del tiempo crecieron los positivos y los fallecidos así: de los 29.373 contagios y 988 fallecidos en mayo se pasó a 53.049 afectados y 1.725 decesos.
El estricto seguimiento al Covid-19 develaba los territorios donde se concentraba el virus y dónde tenía mayor letalidad. Ello llevó a que el Gobierno explicara al país que para tener mayor certeza y eficacia en la lucha contra el coronavirus se realizaban varias curvas epidemiológicas, es decir regionales, las que confirmaron no sólo que el número de reproducción Rt era diferente en cada lugar, sino que en muchos de ellos parecía haberse registrado ya el tan mencionado pero incierto pico de la pandemia.
Comenzando julio el Rt nacional se ubicaba en 1,48 y al corte de la primera quincena, la última medición reportada por el Ministerio de Salud ya que se toman períodos específicos de tiempo, el indicativo bajó a 1,41. Ello en razón del repunte de afectados y fallecidos en todo el territorio.
Y, por ciudades, a la espera de una nueva medición que debe conocerse la semana que comienza, este es ese indicativo: Bogotá 1,12; Barranquilla 1,16; Cartagena 1,13; Medellín 1,27; Cali 1,12; Santa Marta 1,17%; Villavicencio 1,06; Tumaco 1,08 y Amazonas, 0,96. Esta última es la única por debajo de la barrera del uno, durante todo el mes, por lo que se considera que está en vía de superar la pandemia.
De esta forma, el Covid-19 avanza a diferentes velocidades en las diferentes ciudades y territorios del país, muchos de los cuales parecen haber superado la etapa más crítica y encaminarse hacia la desaparición del virus pero, ello no significa que desaparezca el riesgo de un rebrote.
Y así como se presenta la situación de ciudades en las que ya se está en fase de descenso (ej. Leticia, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta) hay otras que tras registrar bajas tasas de afectación comenzaron a repuntar hace una semana (Cúcuta, Montería, Bucaramanga, Sincelejo) por lo que se considera que probablemente el pico se dará en septiembre.