Concierto de técnica y arte en la 4ª. de la Feria de Manizales | El Nuevo Siglo
Foto: José Miguel Suárez
Sábado, 13 de Enero de 2024

Por: Hernando Suárez Albarracín


Se celebraba la ‘corrida blanca’. Un festejo que tenía además el valor agregado de haberse constituido en desquite, por el aluvión que tuvimos que soportar la noche anterior cuando fue suspendido el Festival a beneficio del Hospital Infantil de la Cruz Roja.

Llegamos pues a la Monumental. Allí nos esperaba un cielo abierto que despedía el bochorno con el que tuvieron que vérselas particularmente los aficionados de los tendidos de Sol. Nos ubicamos y comenzó la corrida.

El diestro badajocense Alejandro Talavante fue el primero en abrirse de capa. En su trajín puso voluntad, el toro los problemas. El astracanado anduvo parado, blandengue y sin fuerzas y así no se puede. A Alejandro no le quedó más opción que despacharlo. Estocada trasera y caída. Bronca al toro mientras el diestro ‘se tapaba’ en silencio.

Calma. Resta un toro y éste, cuarto del festejo, como el primero de su lote, tuvo la fortuna de tener a un catedrático al frente. El astado, como el anterior, fue fijo y aceptó ir a los medios, pero su desplazamiento carecía de transmisión. Aún así la temperatura en el ruedo subió al punto de que algunos espectadores le atribuyeron al toro bondades que no tenía. Otra buena lección de técnica. Estocada ligeramente desprendida. Palmas tibias al toro. Una oreja a Talavante.

El segundo de la corrida correspondió a Emilio de Justo. De nombre Dejado, el toro fue fijo y tomaba bien los engaños, pero al final del viaje derrotaba y estropeaba todo. Emilio de Justo intentó sujetar al toro a través de monomuletazos y pausas breves entre uno y otro. Pero el azabache, que fue castigado duro en varas, no desistió y por eso se fue al destasadero con un pinchazo y una estocada caída. Pitos al toro, silencio a Emilio.

El quinto de la tarde, segundo del de Cáceres, fue otro que dejó el motor en Albán. Pero don Emilio se llevó el toro a los medios y logró hacerse con él.  Faena lenta en temple y en series por las condiciones del toro. De Justo metió la muleta bajo la pala y con pasmosidad artística comenzó a tirar del astado en tandas de no más de cinco muletazos, sobre todo aprovechando las bondades del pitón izquierdo. Otra lección de técnica. Todo esto pasó y mucho más. Estocada en todo lo alto. El toro tardó en doblar y el presidente negó la oreja, seguramente por eso. ... ¿O será porque no comprendió lo que pasó?

Tomás Rufo salió en tercer lugar de la corrida y se encontró con un  toro limitado de fuelle que, a pesar de ello, fue presto y estuvo con el toledano, pero éste no tenía nada fácil la papeleta. Tuvo que extraer de su archivo el tomo más denso sobre técnica de torear y nos regaló una faena bonita. Con el poco oxígeno que traía el toro, Rufo ajustó la faena dando tiempos y llevándolo suave… hasta que se le acabó el carbón. Después, los líos propios que ofrece este tipo de toros para liquidarlo.

Espadazo y descabello. Palmas tibias en el arrastre a las bondades que Rufo hizo mostrar y saludo desde el tercio.

No basta que el toro se pare en los medios, embista así sea de manera sosa, no se distraiga ni pierda los engaños. El toro debe transmitir, es decir tener un comportamiento que, aprovechado por el diestro, que transmitiendo también en su labor, haga vibrar a los tendidos.

Aquí, en el último capítulo de la corrida, vivimos lo contrario. No obstante, a diferencia de la faena de Dejusto al 5⁰ toro, Tomás Rufo mató bien. Por lo demás, anduvo en torero, serio y privándonos, como Talavante y De Justo, de una auténtica catástrofe por cuenta de la casi parálisis de los toros.