La oleada de inseguridad en contra de restaurantes, principalmente ubicados en el norte de la ciudad, no cesa desde inicios del año en curso. Solo en febrero se han presentado siete atracos, de los cuales el más reciente ocurrió el pasado viernes 16 de febrero, cuando ocho delincuentes de una misma banda ingresaron a un restaurante ubicado en el sector de Santa Bárbara, en la localidad de Usaquén, y despojaron de sus pertenencias a aproximadamente 25 comensales.
Al respecto, EL NUEVO SIGLO consultó con tres expertos en seguridad sobre las razones por las que continúan aumentando estas cifras.
Andrés Nieto, exsubsecretario de Seguridad y Convivencia de Bogotá y docente en la Universidad Central, sostuvo que la modalidad de hurto a restaurantes no es nueva.
“Sin embargo, sí estamos viendo cómo cada vez actúan con más violencia, mayor rapidez y mayor precisión. Recordemos que en el 2023 se puso en marcha el comando Transmilenio con la estrategia ‘Cuidando Transmilenio’, y esto tiene que ver porque recordemos que Transmilenio era el punto de mayor hurto, ya sea por factor oportunidad o por violencia en toda la ciudad. Cuando al sistema de transporte masivo llegaron 1.500 policías y 1.500 unidades entre gestores y reguladores, los factores de oportunidad que usaban los delincuentes disminuyeron y empezaron los delincuentes a buscar otros espacios que cumplieran con dos características: que lo pudieran hacer de forma rápida en el ingreso y la salida y que en poco tiempo pudieran llevarse muchos elementos. Estas dos características lastimosamente las tienen hoy los restaurantes o los espacios abiertos al público en general, especialmente aquellos que no tienen barrera entre el espacio público y el local directamente”, explicó el experto.
Frente a las recomendaciones para los establecimientos de comercio, Nieto mencionó que es clave poder generar toda la atención en frentes de seguridad y redes de cuidado, no para justicia por mano propia, sino para volver a lo que se denominó en su momento como infraestructura segura. Es decir, poder organizar los locales, las puertas, entradas, ventanas, distribución de mesas y ubicación de los mismos en entornos que no faciliten a la delincuencia el ingreso rápido y el robo a los clientes o comensales.
“Esto es posible gracias al asesoramiento que pueden tener de las autoridades, pero también la conexión de cámaras sigue vigente y es que recordemos que el servicio en Bogotá de conexión de cámaras de privados al centro de control y monitoreo de la Secretaría de Seguridad y la Policía no tiene ningún costo y permite aumentar la videovigilancia a través del registro de video, monitoreo y reacción en tiempo real también al frente de seguridad”, indicó.
Señaló además que en materia de seguridad es fundamental establecer una estrategia a mediano y largo plazo, la focalización y los datos son fundamentales, pero sobre todo descargar a la policía de temas que no sean de crimen. “Todo lo que sea de convivencia debería manejarse desde otras entidades y otras autoridades para que la policía pueda enfocar su tiempo y sus acciones en la lucha contra los criminales”, enfatizó.
A su turno, Hugo Acero Velásquez, sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, experto en seguridad urbana y ciudadana, en convivencia y manejo de crisis, sostuvo que los últimos hechos delincuenciales en Bogotá ponen en evidencia que se está ante estructuras criminales cada vez más organizadas que hacen inteligencia, que saben qué lugar asaltar, a qué horas, cuánto pueden llevarse e inclusive saben que tienen bajas posibilidades de ser enfrentados y detenidos durante la comisión del delito.
“Frente a estas estructuras criminales organizadas se requiere fortalecer con más hombres, mujeres y equipos la labor de inteligencia de la policía para detener las bandas antes de que realicen sus acciones delincuenciales. También, fortalecer la investigación criminal para dar con las bandas delincuenciales que cometieron estos hechos y con contundentes pruebas lograr que queden privados de la libertad. Hay que contar con más investigadores de la Fiscalía y más policías dedicados a esta labor”, afirmó.
Señaló además que hay que proponer modificaciones legales, especialmente frente a los hurtos, para que los delincuentes reincidentes terminen privados de la libertad.
“No es posible mejorar la seguridad cuando unos delincuentes detenidos tienen récord de varias detenciones, entre 10, 20 e inclusive más de 60 veces, y quedan libres porque son juzgados únicamente por el último caso. La propuesta es que después de un número de detenciones se les prive de la libertad porque son un peligro para la sociedad. La Policía y la administración distrital deben trabajar más cerca de los ciudadanos, en este caso cerca de los comerciantes. Más que armar a los comerciantes, como propone Fenalco, se podría contar con botones de pánico conectados al 123 o la policía para que haya una reacción oportuna y efectiva en caso de que se presente un hecho delincuencial”, indicó.
Un problema con varios flancos
Stefan Orellanos, profesor de Derecho Penal de la Universidad Central y experto en seguridad, afirmó que el problema fundamental del aumento de las tasas de criminalidad en Bogotá está ceñido a diferentes sectores.
“Lo cierto es que los gobiernos distritales se han enfocado en discursos de aumento del pie de fuerza, mayor incremento de las penas u otro tipo de soluciones que solamente permiten dar paños de agua tibia frente al problema real. La falla fundamental dentro de las estrategias de seguridad es que no se están atacando completamente todos los sectores que están generando esa grave situación. He venido insistiendo en que objetivos como la generación de empleo, oportunidades y verificación de derechos de los sectores más vulnerables son los deseables para que pueda a mediano- largo plazo paliarse el recrudecimiento de la inseguridad en Bogotá”, aseveró.
En el caso específico de la inseguridad en los establecimientos de comercio, el experto afirmó que en efecto se está fallando por la falta de pie de fuerza y de reacción por parte de la Fuerza Pública y de los organismos de seguridad del Distrito.
“Si lo miramos desde una visión crítica, la ciudad nunca ha tenido una política clara para enfrentar la delincuencia común, mucho menos para prevenirla, y ello se traduce en un aumento de esas cifras que estamos viendo. Nótese que, si bien mucho se habla de la incorporación de nuevos elementos para combatir la delincuencia, claramente ello resulta insuficiente de cara a la incursión de nuevos actores, bandas criminales y demás, que llegan y ocupan territorios en la ciudad, aunada a la carencia de una capacidad de respuesta por parte de las autoridades, precisamente por la falta de lineamientos claros para asegurar la estabilidad en estos casos”, explicó.
Al respecto, sostuvo que además de robustecer el sistema de justicia, es importante reforzar el sistema carcelario, ejercer una serie de reformas legislativas que lleven a un entendimiento o una adherencia de la sociedad a la norma jurídica.
“No puede normalizarse ese tipo de situaciones y mucho menos puede existir una especie de resignación por parte de la ciudadanía frente a estos casos. De hecho, quizá una de las cosas que más les reclaman los habitantes de la capital a sus gobernantes es el establecimiento de una verdadera política integral para combatir la delincuencia”, concluyó.