En un reconocimiento a los procesos históricos del espacio y sus valores patrimoniales, el Consejo Distrital de Patrimonio Cultural dio un concepto positivo para la declaratoria de las estructuras funerarias Columbarios del denominado Globo A del Cementerio Central, como Bien de Interés Cultural Distrital (Bicd).
Ello, con el propósito de que este lugar se reintegre con las dinámicas urbanas, las activaciones que se llevarán a cabo buscan vincular de manera orgánica los Columbarios, un espacio de la ciudad fundamental para reconocer y honrar las memorias de poblaciones vulnerables e históricamente marginadas que fueron enterradas allí.
La intención es que dichos lugares permanezcan con su entorno vecinal y con lugares adyacentes como el parque Renacimiento, el Centro de Memoria Paz y Reconciliación y el resto del complejo funerario, donde el patrimonio se expresa de manera integral a través de sus edificaciones, de la recreación de rituales cotidianos y de oficios tradicionales.
El Cementerio Central de Bogotá empezó a funcionar en 1836 y tres décadas después, en su costado occidental, se inició la construcción de las primeras bóvedas funerarias conocidas como Torreón Padilla, que serían demolidas entre 1891 y 1896.
No obstante, las inhumaciones en tierra continuaron hasta que fueron construidos los actuales columbarios entre 1947 y 1956. Este lugar, llamado desde su constitución como Cementerio de Pobres dado que acogió los restos mortales de un amplio segmento poblacional de escasos recursos económicos, contrastaba notablemente con el carácter monumental de la elipse central, espacio consagrado como símbolo de la memoria oficial de la nación.
En el año 2000, tras cinco décadas de haber sido el lugar de inhumación destinado a las personas más pobres, los columbarios se clausuraron
En el año 2000, tras cinco décadas de haber sido el lugar de inhumación destinado a las personas más pobres, los columbarios se clausuraron y los cuerpos que allí reposaban fueron retirados para dar paso a la ejecución de los proyectos urbanísticos dispuestos en el Plan de Ordenamiento Territorial adoptado entonces por la ciudad.
Por estas razones, los columbarios no solamente expresan un intento por tramitar las memorias de la violencia y los duelos asociados a esta en un contexto de guerra inacabada, sino que se constituyen en un elemento fundamental para resituar el lugar político e histórico de las poblaciones que moraron en sus nichos; en este sentido, tienen la potencialidad de operar como detonantes del reconocimiento de las violencias históricas ejercidas no solo sobre la vida sino también sobre la muerte.