Bolívar y las fuentes de la historia | El Nuevo Siglo
Cortesía
Domingo, 11 de Agosto de 2019
Alberto Abello
Bolívar entendía que su obra de crear la Gran Colombia, pasaba por liberar Venezuela, el sur de la Nueva Granada, el resto del territorio por la costa Atlántica y algunos reductos realistas

Varios historiadores, cronistas y personas sugestionadas por el tema de la Batalla de Boyacá la describen, muchas veces, con textos que suelen ser contradictorios y un tanto reñidos con la verdadera dimensión de los hechos. Hemos intentado ser objetivos en cuanto el papel de las fuerzas realistas, en particular por cuanto los pocos muertos que se conocen de ese singular combate en ese bando fueron criollos que estaban a favor del rey Fernando VII. Puesto que no se debe olvidar, como en capítulos anteriores lo relatamos, que invadida España por el emperador Napoleón Bonaparte y sus legiones, el imperio español en América había quedado acéfalo, sin que se produjeran grandes levantamientos, ni intentos separatistas graves, sino más bien protestas  como los retozos del 20 de julio, en los que el populacho de Santafé de Bogotá, se desgañitó ese día gritando “Viva el Rey, abajó el mal gobierno” que era supuestamente el del Virrey afrancesado Amar y Borbón, que se consideraba estaba en cierta forma con la farsa de Napoleón.

Así como lo dijimos en su momento, y es de reconocimiento público, la Constitución de Cundinamarca era de corte monárquico.  Uno de los pocos granadinos que entendía la magnitud del desafío geopolítico que enfrentaba La Nueva Granda, si pretendía ser libre, era Antonio Nariño, quien intenta someter a los realistas pastusos, con miras a neutralizar a sus compadres de Quito y es derrotado en Pasto. En tanto los jefecitos de la Patria Boba pretendían combatirse entre ellos y convertir sus aldeas ancestrales en Estados minúsculos con flamante Constitución e instituciones a la francesa o similares a las de Estados Unidos, en el caso de los federalistas. Morillo quiso regularizar la guerra y en Venezuela saca a los indómitos llaneros de sus filas, así como puso en la Nueva Granada pone en marcha sus pelotones de fusilamiento, previo el respectivo juicio. Esas dos decisiones le restaron el apoyo popular a la causa realista.

El general Bolívar entendía, al tiempo que libraba las batallas del Pantano de Vargas y la de Boyacá, que su obra de crear la Gran Colombia, pasaba por liberar Venezuela, el sur de la Nueva Granada, el resto del territorio por la costa Atlántica y algunos reductos realistas, lo mismo que seguir hasta Quito y el Perú. La Nueva Granada no podía ser libre si esos ricos y estratégicos territorios seguían en manos de los realistas.

Para estos días de conmemoración del Bicentenario de Boyacá se hubiesen podido reeditar valiosas obras de historia de la época, como las cartas y proclamas de Bolívar, algunos opúsculos de Santander, con los respectivos partes de batalla de los republicanos y los realistas de Morillo. Por, sobre todo, los valiosos escritos de José Manuel Groot, los de Baralt, de Restrepo, las memorias del general Joaquín Posada Gutiérrez, el diario de Caballero, Memorias de un Abanderado de Espinosa y en especial los precisos y chispeantes escritos de O’Leary, como los recuerdos de otros ingleses y venezolanos, al igual que de algunos realistas, como las memorias de Morillo, siendo de gran interés las memorias del Presbítero José Antonio Torres y Peña, detractor de Bolívar.  

Ya que no se hizo nada de eso y se tergiversa la historia de una manera irresponsable y grotesca, nos remitimos a los escritos de Groot, a quien se considera el historiador por excelencia de la Gran Colombia. Dice Groot, en su Historia Civil y Eclesiástica de la Nueva Granada: “Libertar a Nueva Granada, para liberar todo el país que debía comprender la República de Colombia, era el pensamiento de Bolívar. Pero que de obstáculos se presentaban a la empresa. Más ella estaba encomendada por la providencia al genio extraordinario de Sur- América, y este supo llevarla a cabo superando toda suerte de dificultades”.

“El plan estaba trazado por su diestra mano y su ejecución concertada secretamente con los primeros generales con quienes debía realizarse. Su objeto era marchar con el ejército desde los llanos de Apure a Casanare, reunirse allí con el general Santander, y atravesando la cordillera, caer sobre la provincia de Tunja cuando menos lo pensaran los españoles. Pero la quinta división realista se hallaba en los valles de Cúcuta al mando del brigadier don Miguel de la Torre y la tercera al mando del coronel José María Barreiro, guardando las avenidas de la cordillera que la separan de los Llanos, lo que era más que sufriente para dificultar la empresa. El general Bolívar estaba en el Mentecal con el ejército de Apure; el general Páez en Guadualito, con una parte del mismo ejército y el general Santander en Pore con el de Casanare”.

Bolívar se mueve por una hirsuta ruta para conducir sus hombres de Metecal a Guadualito por trochas o cruzando los ríos, atraviesa Arauca y llegar a Pore para convenir con Santander el asalto a Tunja. Conducir parte de sus hombres por esas zonas sin que se enteraran los espías de Morillo, era casi imposible. La velocidad de los movimientos y algunas operaciones de distracción deberían confundirlos, para impedir que las fuerzas de La Torre y las de Barreiro se uniesen y le tendieran una emboscada. Los dos objetivos de distraer a los realistas se cumplieron a cabalidad, al hacer creer a los espías realistas que los independentistas se dirigían a Cúcuta y fortalece esa sugestión con la orden a Páez de armar con mil hombres la expedición a esa ciudad. Si las previsiones estratégicas en Venezuela y otras muchas de Bolívar no se habría podido liberar la Nueva Granada. Hazañas como estas son raras en la historia universal.

Bolívar, como lo tenía previsto, se reúne en Tame con Santander, ambos suman 2.500 hombres. El mayor enemigo que deben afrontar es el frío del páramo de Pisba, que cobra varias vidas de los independentistas, a punto de desmoralizarse por el rigor de los elementos, que los rústicos interpretan como señal de mala suerte. Pero Groot, dice: “Bolívar era el que estaba a la cabeza de aquellos y la fe en este genio lo suplía todo. Aquí fue donde este hombre mostró cual era el temple de su alma, desplegando una energía y una firmeza extraordinarias. Atacadas sus fuerzas por sorpresa cuando avanzaban sobre Sogamoso, estando en situación desventajosa para batirse, consigue eludirlas. Los distrae con movimientos envolventes y sigue camino de su objetivo, hasta cuando al pasar el río Sogamoso, se encuentra con tropas realistas que pretenden cercarlo y abatirlo en el Pantano de Vargas, donde da la batalla que ya relatamos. Ese día Barreiro había exclamado al subestimar al enemigo que: ‘ni Dios, me quita la victoria’”.

Por el contrario, sigue Groot, “el ejército de Barreiro, en completa derrota, abandonó el campo lleno de cadáveres y heridos, y si no cierra la noche con una copiosa lluvia seguramente habría terminado en aquel día la campaña de la Nueva Granada, al continuar la persecución sobre un enemigo aterrado y en desorden”.  El coletazo del Pantano de Vargas en la contienda se da en el puente de Boyacá, donde se desarrolla un capítulo de la teoría estratégica de la aproximación indirecta de Liddell Hart.