Bogotá también alberga al Judaísmo Netzarita | El Nuevo Siglo
Catalina Olaya- El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Agosto de 2023
Redacción Bogotá

Las sinagogas son el espacio en el que se reúnen las personas de religión judía para rezar y estudiar la Torá, un texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo judío.

El 29 de junio de 1952 se inauguró oficialmente la sinagoga Maguen Ovadía, el templo religioso de la Comunidad Hebrea Sefaradí de Bogotá (CHSB), en el por entonces despoblado sector de la calle 79 entre carreras 9 y 11. Este hecho, que pasó desapercibido para la mayoría de los capitalinos, en realidad constituye un hito muy importante en la historia de la ciudad: es el primer templo no cristiano que se construyó en Bogotá desde su fundación hispánica en 1538.

EL NUEVO SIGLO habló con Guillermo Lesmes, integrante de la comunidad Judaísmo Netzarita, quien explicó que el judaísmo es una religión monoteísta por excelencia y por tanto no se le puede encapsular en una sola línea, ni en el presente ni tampoco en la antigüedad.

Partiendo de esa premisa la respuesta de cuántas sinagogas hay en Bogotá no puede ser numéricamente absoluta pero sí aproximada, considerando que hay por lo menos dos grandes líneas: la Ashkenazí, de judíos sin probable procedencia alemana, y la sefardí, de procedencia española. Pero hay otras ramas de la ortodoxia como los jasídicos, los reformistas, los conservadores y otras líneas que sin ser judíos han adherido a la fe judía, aunque no con una aceptación muy buena por parte del noble pueblo judío, celoso de su fe y sus buenas costumbres, como por ejemplo los mesiánicos y los netzaritas, que también les llaman sinagoga a sus lugares de reunión religiosa”, explicó. 

En ese orden de ideas, se estima que en Bogotá hay aproximadamente 10 sinagogas estrictamente judías. 

Para el comunitario, la sinagoga es esencial pues es "la asamblea de los sentados o de los congregados”. Para el extranjero no hay mayor aprovechamiento, pues apenas por la inercia de las religiones tradicionales se acomodaría a una forma cultural como la judía o a las que han adherido al judaísmo, explicó Guillermo. 

La comunidad Netzarita

La palabra netzer significa renuevo de una rama, de donde se deduce que el movimiento necesita y anhela imitar a los judíos piadosos del siglo primero, apegados a la ley de Moisés y a las enseñanzas del Mesías que eran ajustadas a dicha ley. 

“Por tanto, la práctica de este movimiento no es usurpar sino imitar al pueblo judío”, explicó. En lo que respecta a la aceptación de otras culturas y religiones dentro de las sinagogas, Guillermo señaló que todos los centros asociativos se reservan el derecho a admitir visitantes. 

“Esto teniendo en cuenta el momento histórico que estamos viviendo, de tanta pasión política, religiosa y social. También por la inseguridad y otros males. Pero esto no quiere decir que el Dios todopoderoso no sea proclamado para que sea él el único y uno en el universo”, señaló. 



Contexto histórico 

La disolución del Imperio otomano, después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el posterior reparto de sus territorios entre Francia e Inglaterra causaron un ambiente de incertidumbre social, inestabilidad política y crisis económica que obligó a muchos súbditos del viejo imperio a buscar refugio y mejores oportunidades en otras regiones del planeta, entre ellos, los judíos de origen sefaradí que se habían establecido en todos los territorios otomanos desde 1492, cuando los Reyes Católicos los expulsaron de España. 

Para la época existían viejas e importantes comunidades sefaradíes en Estambul, Salónica y Alejandría, por mencionar solo las ciudades más importantes, que aún mantenían viva su rica herencia cultural hispánica. Aunque los que cruzaron el Atlántico se dirigieron sobre todo a los Estados Unidos de América, Argentina y Brasil, entre otros, lo cierto es que un número pequeño de ellos comenzó a llegar a Colombia, incluso antes de que comenzara la Gran Guerra. 

Se sabe, por ejemplo, que Yaacov Hané, natural de Salónica, con el nombre de Jacques arribó en 1910 a Bogotá, ciudad donde se estableció definitivamente luego de haber deambulado por la costa Caribe comerciando telas importadas de París. 

En la ciudad pronto abrió un almacén sobre el marco de la Plaza de Bolívar al que llamó "La Primavera". Poco a poco, tras él llegaron sus hermanos y, con ellos, sus esposas y otros sefaradíes que por su cuenta también se asentaron en la capital colombiana. 

Así, a los Hané se sumaron los Esquenazi, los Haime, los Adatto, los Cohen, los Faskha, los Shaio, los Besso, los Egozi, los Picciotto, los Benchetrit, los Haim, los Milhem, los Behar, los Camhi, los Dayan, los Funes, los Kassin, los Nasser, los Caro, los Mosseri, los Cattan, los Mitrani, los Mishaan, los Azout, los Sasson, los Ojalvo, los Ventura, los Pérez, los Rodríguez, los Alfandary, los Bessudo, los Moreno, los Corkidi, los Chehebar, los Modiano, los Saravalle, los Mugrabi, los Abadi, los Bibas, los Jamri, los Mizrachi, los Khoudari y los Simhon, entre muchos otros.

En 1945 eran tantas las familias sefaradíes que se venían reuniendo en Bogotá, para llevar a cabo sus rezos y celebrar las festividades tradicionales, que decidieron constituirse como una organización oficial: el 19 de julio de ese año entró en vigencia la resolución del gobierno colombiano que los reconoció como la Comunidad Hebrea Sefaradí de Bogotá. Cuatro años más tarde, bajo el liderazgo de Abood Shaio, natural de Alepo y por entonces presidente de la CHSB, se inició el proyecto de construcción de la sinagoga de la comunidad. 

Para esto se compraron los lotes y se contrató al arquitecto italiano Bruno Violi, quien para la fecha ya había diseñado varias casas para familias judías bogotanas, tanto asquenazíes como sefaradíes. 

El 29 de junio de 1952 se inauguró la nueva sinagoga y fue tan exitosa la decisión de construirla en el por entonces extremo nororiental de la ciudad, que hasta la fecha sigue siendo usada por los descendientes de quienes fundaron por primera vez, y de manera oficial, la vida sefaradí organizada en Bogotá. Luego de ella se construyeron otras sinagogas en distintas partes de la ciudad, pero ninguna es tan significativa como esta, el primer templo judío que se construyó en la otrora Santafé colonial.