Tres ciudadanos que abandonaron el transporte público, ahora se movilizan en bicicleta, moto y carro. “Es más económico y rápido”, dice uno de ellos
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“Yo llevaba utilizando Transmilenio hace cinco años pero me cansé, me sentía muy estresado y tener que gastar tres horas de mi vida entre ese colapso general de las horas pico me deprimía, y con el paso del tiempo me di cuenta de que nada iba a cambiar”, afirmó Edwin Casas, analista de sistemas en la compañía Vodafone España a EL NUEVO SIGLO, quien desde hace dos años solamente se traslada en bicicleta.
Este joven además dijo que “desde hace años es normal que se presenten manifestaciones, actos de violencia y promesas de parte del Gobierno que nunca generan cambios, pues todos los días es el mismo atropello”, así mismo concluyó al respecto que “montar en bicicleta me permite ahorrar dinero, debido a que este vehículo demanda esporádicas reparaciones y me brinda la posibilidad de hacer constantemente actividad física, lo que reduce mi estrés y mejora mi salud”.
El auge de la bicicleta se puede ver reflejado en un estudio realizado por la profesora de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Libre, Sonia Meneses, el cual muestra que más de 835.000 personas en la ciudad se movilizan en este medio de transporte, consolidando a la capital del país como la primera ciudad en América Latina con mayor número de ciclorrutas, con más de 410 Km. Su protagonismo es enorme, pues en recorridos menores a 5 Km la bicicleta es el medio más utilizado (65%), seguida del carro particular (10%), taxis (10%), Transmilenio (8%) y motos (7%), indicó la investigación.
Los desertores
En la actualidad es común ver a las personas utilizando medios alternativos de transporte que, según su percepción, son más rápidos, seguros y económicos.
Como Casas, Jeffer Rincón, licenciado en pintura automotriz, abandonó el Transmilenio, pero decidió comprar una motocicleta, la cual le permite llegar más rápido a su lugar de trabajo. “Llevo utilizando este medio de transporte hace cinco años porque entendí, desde las primeras veces que utilicé Transmilenio, que ese sistema de movilidad no era para mí, pues en la segunda ocasión que subí, me robaron el celular”.
En el caso de las motos, existe una demanda creciente que se puede evidenciar gracias al balance anual que presentó el Registro Único Nacional de Tránsito, donde muestra que en 2018, de 14.486.716 vehículos, 8.313.954 eran motocicletas, lo que equivale al 57% de la totalidad del parque automotor nacional.
“Si la gente quiere tener un servicio mejor debe exigirle a Transmilenio mediante actos concretos, y una forma de hacerlo es abstenerse. Si los administrativos de este sistema se dan cuenta de que muchos ciudadanos están migrando a medios alternativos de transporte, tendrían que cambiar su forma de relacionarse con el cliente para que el usuario vuelva a utilizar el servicio”, contó Rincón para este Diario.
Mejor calidad de vida
Gracias a toda una vida de sacrificios en el mundo académico Álvaro Sandoval puede permitirse ciertos lujos, como comprar dos vehículos para transportarse y así evitar las incomodidades de Transmilenio y los buses particulares, sistemas que considera inhumanos. Para este egresado de la Universidad Nacional el tema de la movilidad también tiene que ver mucho con la capacidad económica.
“Mis tiempos en materia de movilidad desde que compré el Renault Symbol y la camioneta Hafei han mejorado considerablemente y me permiten controlar completamente mis horarios. Una de las cosas que más me agradan es la posibilidad de pasar mayor tiempo de calidad con mi familia porque cuando no tenía carro me demoraba en llegar a mi casa hora y media, ahora me demoro 15 o 20 minutos” detalló Sandoval.
Este filólogo y profesor universitario, quien desde hace 20 años se resiste a utilizar este servicio público, además concluyó al respecto que “una buena estrategia de movilidad tendría que brindar comodidad y seguridad para el ciudadano y el sistema integrado de Transmilenio y el SITP son esquemas llenos de molestias, incomodidades y costos excesivos”.
Por otra parte, para Jeffer Rincón, su motocicleta Akt T150 2014, no solamente es un elemento que le brinda una gran libertad, sino que conlleva una gran responsabilidad en materia de conciencia, civismo y tolerancia. “Otro factor interesante al adoptar este sistema de transporte es que en caso de necesidad económica, este vehículo te permite, gracias a plataformas como Picap o Rappi, obtener una fuente de ingresos adicionales, lo que en ultimas, me genera mayor independencia y me permite mejorar mi calidad de vida”, concluyó este joven de 24 años.
Sin embargo, para jóvenes como Juan Camilo Ramírez, que utilizan este medio de transporte a diario, el panorama no es tan desolador como algunos afirman. “Transmilenio como sistema es bueno porque es una de las pocas alternativas que le permiten a la ciudadanía conectarse de norte a sur y de este a oeste. A esto último, se suma la velocidad de los recorridos que en el esquema anterior de movilidad eran muy lentos y no permitían el desplazamiento a ciertas zonas de Bogotá”, aseguró este estudiante universitario.
Edwin y Jefferson muestran una tendencia en alza en Bogotá, que varía de caso en caso. Ante la inconformidad ciudadana con el sistema de transporte público, unos han optado por usar la bicicleta, mientras que otros prefieren comprarse un carro, o dos, como Álvaro. En resumen, las alternativas de movilidad para este tipo de usuarios están abiertas y la ciudadanía tiene la arquitectura suficiente y las versatilidad necesaria para hacerlas viables.