“La estrategia del caracol” es, sin duda, una de las películas colombianas más recordadas de todos los tiempos. Su trama consistía en un grupo de inquilinos de una vieja casona que iban a ser desalojados y que ante ello deciden empezar, literalmente, a desarmarla por dentro, llevándose puertas, ventanas y todos los materiales… La escena culminante es aquella en donde segundos antes de que la Policía entrara a la fuerza, explota la fachada de la casa y cae estrepitosamente, dejando al descubierto que detrás de esta solo quedaban algunos pocos escombros…
Para no pocos analistas algo parecido pareciera estarle sucediendo al acuerdo de paz con las Farc que atraviesa una lenta pero sostenida crisis estructural que amenaza con hacer implosión.
Las disidencias de las Farc van en aumento y, financiadas por el narcotráfico, ya estarían cercanas a los 2.000 efectivos; las zonas dejadas por los desmovilizados fueron rápidamente ocupadas por estas, el Eln y las bandas criminales; la extensión de narcocultivos es hoy de 209.000 hectáreas y el microtráfico está disparado; la implementación normativa la dejó el gobierno Santos a medio camino; la política de posconflicto está desfinanciada y apenas en construcción; el debut político electoral del partido Farc no pudo ser más negativo, con una ínfima votación para Congreso y sin candidatura presidencial; una gran parte de los desmovilizados está inconforme por la demora en las ayudas económicas para proyectos productivos; la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) apenas si está arrancando sus procesos de juzgamiento; el marco normativo del acuerdo de paz ha tenido muchos ajustes y correctivos en la Corte Constitucional; ya son varias decenas los exguerrilleros asesinados en distintas circunstancias; la tasa de reincidencia criminal de excabecillas y desmovilizados va en aumento, incluyendo a un mando reconocido y parlamentario electo como alias ‘Jesús Santrich’, hoy preso por un pedido de extradición de Estados Unidos que lo acusa de incurrir en narcotráfico después de firmado el acuerdo… Y como si fuera poco, el nuevo gobierno ganó la Casa de Nariño con un discurso que tuvo como planteamiento central ajustar algunos aspectos clave del pacto habanero.
Los evadidos
Y, ahora, a todo lo anterior hay que sumarle que con el pasar de los últimos meses varios de los principales excabecillas de esa exguerrilla han pasado a la clandestinidad, sin que el propio partido Farc, el JEP, las Fuerzas Militares o el Gobierno sepan a ciencia cierta si continúan o no fieles y cobijados por el acuerdo de paz, tanto en materia de derechos como de deberes.
Y esos excabecillas no son mandos medios ni desconocidos. Todo lo contrario, se trata de dirigentes de primer orden dentro de la estructura desmovilizada, arrancando por el propio exjefe negociador, alias ‘Iván Márquez’, el segundo en jerarquía tras Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’. Tampoco se sabe nada de José Benito Cabrera, alias ‘Fabián Ramírez’, exjefe del “Bloque Sur” de las Farc y, más importante aún, exmiembro del antiguo Secretariado insurgente.
Tampoco se sabe dónde está alias ‘El Paisa’, excomandante de la temida columna móvil ‘Teófilo Forero’, autora del atentado terrorista al Club El Nogal; igual ocurre con alias ‘Romaña’, quien se hiciera años atrás tristemente célebre por los secuestros masivos en carretera o ‘pescas milagrosas’.
A esa lista se suman, José Manuel Sierra, conocido como el 'Zarco Aldinever' (exjefe del Frente 53 y coordinador de la zona veredal de Mesetas); Luis Gustavo Cuéllar, conocido como el 'Manuel Político’; Imer Mata, conocido como 'Albeiro Córdoba' (exjefe del Frente 44); Nelson Díaz, conocido con el alias de 'Iván Alí'; y Alberto Cruz, alias ‘Enrique Marulanda’.
Como si fuera poco el jueves pasado la Misión de Observación de la ONU denunció que “seis dirigentes” de cuatro Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) y de un Nuevo Punto de Reagrupamiento (NPR) en el suroriente del país, tomaron la decisión de dejar estos espacios y “abandonar sus responsabilidades con aproximadamente 1.500 excombatientes que residen allí”.
“Independientemente de los motivos que llevaron a estos excomandantes a tomar esta decisión, están incumpliendo su obligación en virtud del capítulo 3.3 del Acuerdo Final de Paz que los compromete a ‘contribuir activamente a garantizar el éxito del proceso de reincorporación’. Además, en este momento de transición, están generando cuestionamientos al proceso de reincorporación y de paz cuando en su conjunto los miembros y dirigentes de la Farc continúan apostándole al proceso de paz a pesar de las múltiples dificultades que han enfrentado en este camino”, advirtió la ONU.
Peligro latente
A esta alerta por los mandos sobre los que no se conoce su paradero -la mayoría con una gran experiencia en el campo militar-, se le suma la preocupación por los que ya están en las disidencias desde antes o después de la firma del acuerdo de paz (segundo semestre del 2006). Cuando se habla de los alias ‘Gentil Duarte’, ‘Cadete’, ‘Mordisco’ o ‘Jhon 40’ se hace referencia a cabecillas militares experimentados, con muchos años en la guerra, de reconocida ascendencia sobre las tropas subversivas en su momento y, sobre todo, con operaciones en zonas muy densas en narcocultivos y minería ilegal así como intensivas en reclutamiento forzado.
Si algunos de los excabecillas desmovilizados sobre los que hoy no se sabe su paradero se llegaran a unir a las disidencias, entonces habría que concluir que una parte importante del ala militar de las antiguas Farc estaría regresando a las armas y que, entonces, el acuerdo de paz firmado sería apenas con una fracción de la misma. El acuerdo sería, entonces, como la fachada de la casa de la película referida, detrás de la cual poco o nada queda de la estructura central y principal.