28.541 muertes se registraron en 8 años por consumo de drogas | El Nuevo Siglo
El estudio se enmarca en la Política integral para enfrentar el problema de las drogas, “Ruta Futuro”.
Miércoles, 29 de Junio de 2022
Redacción Nacional

Gracias a un trabajo conjunto del Ministerio de Justicia y del Derecho y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, se realizó por primera vez un estudio sobre mortalidad asociada al consumo de sustancias psicoactivas, el cual evidencia que entre 2013 y 2020 se han registrado 28.541 defunciones por esta causa.

Este informe aporta información relevante en torno a los impactos generados por este fenómeno y constituye un insumo para la toma de decisiones de política pública en la materia, muy útiles considerando que actualmente no se cuenta con estadísticas unificadas a nivel nacional.

De acuerdo con la cartera de Justicia, en cabeza del ministro Wilson Ruiz Orjuela, es la primera vez que el país cuenta con información de este tipo.

Dicho estudio se enmarca en la Política integral para enfrentar el problema de las drogas, “Ruta Futuro”, la cual contempla la gestión de una serie de indicadores con el fin de proporcionar información sobre la situación del consumo de drogas ilícitas y sus consecuencias, entre ellas el número de muertes asociadas.

El ejercicio evidenció la mortalidad en el país vinculada con las sustancias psicoactivas (SPA), teniendo en cuenta los casos que presentaron resultados positivos de toxicología. Las principales drogas encontradas fueron alcohol, cocaína y marihuana, aunque también se registraron 37 muertes asociadas a morfina y 19 a tramadol.

Además, se identificaron cinco fallecimientos relacionados con el consumo de fentanilo, sustancia que no tenía referencia conocida de mortalidad en Colombia, pero que en Estados Unidos y Canadá causa actualmente miles de muertes.


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Información

La investigación partió del análisis de la información de toxicología de las muertes que entran por lesiones de causa externa, con lo que se logró una aproximación más precisa sobre los fallecimientos vinculados con el consumo de SPA. Esto, a su vez, generó información importante para diseñar políticas más acertadas, dado que previo a este estudio no se conocía la verdadera dimensión del impacto del uso de drogas en la mortalidad.

Para darle contexto al estudio, hay que decir que las estadísticas de defunciones asociadas al consumo de drogas muestran diferencias y evidencian subregistros. Los Registros Individuales de Prestación de Servicios de Salud de 2020 reportan 126 defunciones relacionadas con trastornos mentales y del comportamiento por el uso de SPA. Mientras que en el mismo año, el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública registra 12 muertes. Ahora bien, en 2019 el Sistema de Estadísticas Vitales del DANE reportó 222 defunciones por sobredosis con estupefacientes.

La Ley 769 de 2002 establece que, para todos los accidentes de tránsito con lesiones personales y fatales, se deben realizar pruebas de embriaguez. En cambio, no hay obligatoriedad de ejecutar exámenes para identificar otras sustancias psicoactivas vinculadas a otro tipo de lesiones de causa externa. Así las cosas, estas últimas solo se realizan por solicitud de la autoridad competente, cuando el contexto así lo determine o cuando los protocolos institucionales lo dispongan.

Lo que dice la OPS

De acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud, unos 83 millones de personas en las Américas han utilizado drogas, principalmente cannabis, opioides, cocaína, anfetaminas y otros estimulantes, y se estima que para el 2030 esa cifra trepará a 87 millones.

Las sustancias psicoactivas alteran el sistema nervioso central, actúan sobre el cerebro y lo dañan. Los estimulantes alteran la función cardiovascular y producen desde arritmias cardíacas de todo tipo -debido al aumento de la frecuencia cardíaca- hasta paros cardiorrespiratorios. Pero esto no es todo, algunas sustancias provocan alteraciones en la estructura del corazón como la miocarditis, con lo cual aparecen enfermedades crónicas a largo plazo, entre ellas la hipertensión arterial; este es el caso de la cocaína y del alcohol.