Unos 14 millones de venezolanos cruzaron la frontera con Colombia en 2019, informó la Alcaldía de Bolívar, estado Táchira.
Según las cifras del municipio de Bolívar, el 70% (9.800.000) de las personas que pasaron la frontera llegó al Terminal de Pasajeros de la ciudad lo hicieron por transporte público, mientras que el 30% (4.200.000) lo hizo en vehículos particulares.
El principal propósito de las personas que ingresaron a Colombia fue cobrar remesas, comprar alimentos o medicinas y/o migrar.
En diciembre se movilizaron por el puerto terrestre casi 500.000 ciudadanos.
En promedio 40.000 personas "circularon a diario por la frontera desde la avenida Venezuela, en San Antonio, hasta La Parada, en Colombia, con picos altos los fines de semana (viernes y sábado) de 50.000 ciudadanos por día. De domingo a martes se dieron los picos más bajos, que iban de 25.000 a 30.000 personas”, indicó el alcalde de Bolívar, Willian Gómez.
Impulso económico
Como publicó hace poco EL NUEVO SIGLO, un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI), señaló que la migración de venezolanos podría aumentar el crecimiento del PIB de los países receptores entre un 0,1 y 0,3 puntos porcentuales durante el período 2017-2030.
En el estudio ‘Perspectivas económicas: las Américas’, el FMI resaltó que las políticas públicas de apoyo a la educación y a la integración en la fuerza de trabajo podrían ayudar a los migrantes a encontrar empleos mejor remunerados y a mejorar las perspectivas de crecimiento de los países que los reciben.
La entidad dio este concepto teniendo en cuenta el impacto que la migración masiva ha tenido sobre la región. “Se espera que los grandes flujos migratorios desde Venezuela ejerzan una presión inmediata sobre el gasto fiscal y el mercado laboral de las economías receptoras, pero que con el tiempo también contribuyan a un mayor crecimiento económico”, explicó el fondo.
Según Respuesta a los Venezolanos, una iniciativa conjunta de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), el número de migrantes de ese país alcanzó 4,6 millones de personas en noviembre de 2019.
De esta cifra, unos 3,8 millones se han asentado en América Latina y el Caribe. Los grandes flujos migratorios están ejerciendo presiones sobre los servicios públicos y los mercados laborales.
Colombia es el país que ha recibido la mayor cantidad de migrantes, seguido por Perú, Ecuador, Chile y Brasil. Los países receptores están proporcionando un valioso apoyo a los migrantes en los ámbitos de ayuda humanitaria, atención básica de la salud, educación, convalidación de títulos educativos y búsqueda de empleo.
Ese gasto, según las estimaciones hechas por Colombia, podría alcanzar alrededor del 0,6% del PIB en 2023. En el caso de Ecuador y Perú podría ser del 0,3%, y el 0,1% en Chile.
Con el tiempo, el FMI prevé un mayor crecimiento del PIB real a medida que aumenten el tamaño y las calificaciones de la fuerza laboral, ya que muchos migrantes venezolanos poseen calificaciones y niveles de educación relativamente altos.
También es posible que factores como el idioma y la cultura faciliten la integración de los venezolanos en las economías regionales de América Latina, comparado con otros episodios migratorios recientes.
Los analistas del fondo también señalaron que la expansión de la fuerza laboral también llevaría a una mayor inversión.
Colombia
El informe señaló que en Colombia, la economía cobró impulso en el segundo trimestre de 2019 gracias a la continua solidez del consumo privado y un repunte del gasto público. Por lo tanto, para 2019–20 se proyecta un crecimiento aproximado de 3,5%, que estará respaldado por una política monetaria acomodaticia; un mayor gasto fiscal por parte de los gobiernos regionales y una reducción de la presión tributaria sobre las empresas; la continua implementación de proyectos de infraestructura; y los flujos migratorios de Venezuela.
Para 2020 se espera que la inflación converja hacia la meta fijada por el banco central. La política fiscal sigue estando guiada por la regla de déficit estructural, y se espera que en 2019 se cumpla la meta fijada para el déficit público, aunque se prevé que la reducción de los impuestos a las empresas a partir de 2020 aminore la recaudación de ingresos públicos.
Con relación al continente en su conjunto, para el FMI el crecimiento en América Latina y el Caribe se desaceleró de 1% por ciento en 2018 a 0,2% en 2019, pero se espera un repunte tentativo a 1,8% en 2020. Hay factores externos que continúan perjudicando las perspectivas de la región, y entre ellos cabe mencionar el lento crecimiento mundial, los precios moderados de las materias primas y los flujos de capital volátiles, si bien las condiciones financieras globales más favorables dan un respiro.
La incertidumbre en torno a las políticas económicas en algunos de los países grandes del continente sigue siendo un freno para el crecimiento, en tanto que la crisis económica y humanitaria en Venezuela continúa generando importantes flujos migratorios a otros países de la región.
En este contexto, las economías del continente tendrán que recurrir a fuentes internas de crecimiento para acelerar la recuperación, lo que depende de un repunte del consumo y la inversión privados apoyado por una recuperación de la confianza de las empresas y los consumidores.
Los riesgos para las perspectivas continúan sesgados a la baja e incluyen nuevas caídas del crecimiento mundial y de los precios de las materias primas, una escalada de las primas por riesgo, un aumento de la incertidumbre acerca de las políticas económicas internas, contagio de la turbulencia financiera por la que atraviesa Argentina, y desastres naturales