Multiplicidad de retos a nivel doméstico y exterior. Superar polarización política, el mega-desafío.
Con un buen índice de popularidad, apoyo a su gestión y un sinfín de retos a nivel doméstico e internacional, Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos asume hoy un segundo mandato con una misión que se vislumbra imposible: unificar una nación donde la gobernabilidad brilla por su ausencia frente a las fuertes divisiones políticas.
Tras cuatro años en el poder dedicados a dejar su marca en el país y que le dejaron un amargo sabor por no haber podido cambiar el ambiente polarizado de Washington, Obama logró su reelección y ahora en sus “cuatro años más” como el mismo trinó el día de su triunfo, espera materializar ese sueño, que se vislumbra difícil por un persistente desacuerdo con la oposición republicana y el desencanto de más del 50% de la población con su gestión, específicamente en economía, la mayor preocupación de los estadounidenses.
Así, Obama quien por mandato constitucional asume hoy con juramento en privado y mañana lo hará público en el Capitolio, enfrenta una variopinta de importantes temas por resolver.
A nivel interno es clave y urgente convencer a los republicanos para que le permitan elevar el tope de endeudamiento o de lo contrario la amenaza de un precipicio fiscal estará a la vuelta de la esquina y por ende una nueva crisis económica.
También lo será sacar avante una reglamentación más estricta en la venta de armas -iniciativa que chocará con un muro en el Congreso-, al igual que la reforma migratoria integral, uno de las promesas incumplidas y que en el 2008 le permitieron llegar a la Casa Blanca por el apoyo que le dieron los inmigrantes, especialmente los hispanos que desde hace décadas esperan su regularización.
En política exterior la agenda pinta complicada y también variada. Así y sólo por mencionar algunos ítems se puede señalar la reactivación del proceso palestino-israelí, la neutralización de la amenaza nuclear iraní así como el desafío norcoreano al mundo, una nueva era en la relación con Rusia, la Unión Europea, Asia y, el creciente debate en Latinoamérica en torno a una reingeniería en la estrategia antidroga, que contempla la legalización del consumo.
A grandes rasgos se ve que la hoja de ruta para este segundo mandato es sinuosa y hasta puede tornarse cuesta arriba conforme se desenvuelva la economía y la política orbital.
Descrito como una persona cerebral, sin mayor gusto por lo mundano, al presidente estadounidense número 44 no le gusta perder y es más efectivo cuando actúa bajo presión, como cuando se repuso en momentos en que parecía perder terreno frente a su rival republicano Mitt Romney en la campaña de 2012.
Fue en 2004, durante la convención demócrata en Boston, que el aún desconocido Barack Hussein Obama, hijo de un keniano y una estadounidense, se catapultó al centro del escenario político con un vibrante y apasionado discurso en el que abogó por una política de consensos que sedujo al país.
Nacido en Hawai en 1961 y criado durante un tiempo en Indonesia, fue por siete años representante del empobrecido sur de Chicago en el Senado de Illinois (norte). En 2005 fue elegido para el Senado estadounidense, y gracias a su carisma y su elocuencia, se volvió un consentido de los medios de comunicación.
Apenas cuatro años más tarde, este abogado y profesor de derecho constitucional graduado en Harvard se impuso sobre la favorita Hillary Clinton en las primarias demócratas, gracias a una campaña impecablemente organizada y bien financiada.
Ayudado por la debacle bursátil de la segunda mitad de 2008 y el creciente peso de las minorías en las urnas electorales, derrotó en las presidenciales al veterano republicano John McCain, para convertirse en el sucesor de George W. Bush en medio de un gran fervor popular.
Una despiadada "guerra de drones"
Pero rápidamente la peor crisis económica desde la década de 1930 ocupó su tiempo, y el enfrentamiento con la oposición republicana no amainó, e incluso se tornó más amargo cuando los republicanos obtuvieron la mayoría de la Cámara de Representantes en 2011.
Obama no capituló y logró una reforma del sistema sanitario, otra para controlar las actividades de Wall Street, y puso fin a la guerra de Irak. Premio Nobel de la Paz 2009, en 2011 obtuvo uno de sus triunfos más importantes, la eliminación de Osama Bin Laden, mientras adelantaba una despiadada "guerra de drones" contra extremistas islámicos.
Muchas promesas de la campaña de 2008 quedaron sin cumplir, como una reforma del sistema migratorio, la lucha contra el cambio climático, el cierre de la prisión de Guantánamo en Cuba o una reglamentación más estricta a las ventas de armas, lo cual se tornó más imperioso tras la matanza en la escuela primaria de Newtown el 14 de diciembre, el "peor día" de su presidencia según Obama.
Obama logró arrancar a los republicanos un alza de impuestos para los más ricos a partir de este año, pero numerosos temas presupuestarios quedan en suspenso, lo que augura nuevas y duras confrontaciones en el Congreso, un tema de recurrente frustración para quien abanderó el "cambio" y la "esperanza".
Si la llegada de un negro al más alto cargo de la primera potencia mundial, a 150 años del fin de la esclavitud y a cinco décadas de las luchas por los derechos civiles, ha sido calificada de hecho histórico, Obama se las ingenia para parecer un tipo común.
Al presidente se le puede ver frecuentemente jugando al golf, bebiendo una cerveza o paseando a su perro, y tiene como punto de honor el interrumpir su jornada de trabajo para cenar junto a su esposa Michelle y sus hijas Malia, de 14 años, y Sasha, de 11.
Ante la multitud presente y los ojos del mundo, Obama jurará el cargo mañana desde el Capitolio, aunque de hecho ya estará ejerciendo el segundo día de su segundo mandato que habrá asumido hoy 20 de enero, como manda la Constitución.
Cuando, como en este caso, el 20 de enero cae un domingo, el presidente debe jurar el cargo en forma privada, en este caso ante el titular de la Suprema Corte John Roberts, en el Salón Azul de la Casa Blanca. Mañana, en el Congreso, repetirá el ritual para la posteridad.
Un discurso clave
Mientras que las inauguraciones de los segundos mandatos de un mismo presidente carecen de la importancia implícita de una transferencia de poder de un líder a otro, algunas veces han servido como mojones en momentos clave de la historia estadounidense.
En el discurso de asunción de su segundo mandato en 1865, Abraham Lincoln prometió, en una magnífica prosa de apenas 720 palabras, "con malicia hacia nadie", restañar las heridas de una nación dividida por la guerra civil y reflejada en los males de la esclavitud.
En el discurso de asunción de su segundo mandato en 1937, Franklin D. Roosevelt instó a los estadounidenses a dar un nuevo golpe a la persistente pobreza de la Gran Depresión, advirtiendo: "Veo a un tercio de la nación mal alojada, mal vestida y mal alimentada".
Mientras Obama puede intentar emular esos niveles de grandeza al asumir la 57 presidencia estadounidense, tal vez evoque el pánico económico que prevalecía cuando asumió su primer gobierno en 2009 y el posterior lento regreso al crecimiento como evidencia del propósito de una nación.
Los funcionarios han desistido de adelantar el contenido del discurso de Obama, pero se espera que delinee a grandes rasgos lo que será su segundo mandato, enraizado en su plataforma de campaña para crear una economía más equitativa.
"Intento impulsar la agenda sobre la que basé la campaña, una agenda de nuevos empleos, nuevas oportunidades y una nueva seguridad para la clase media", dijo Obama el lunes.
En su estudio sobre retórica presidencial, Karlyn Kohrs Campbell y Kathleen Hall Jamieson identifican las características que apuntalan un discurso de asunción exitoso.
Primero, debe galvanizar a una amplia audiencia para ratificar su liderazgo, y luego sellar el pacto patriótico reafirmando los valores tradicionales heredados del pasado.
Asimismo, los presidentes deben intentar delinear los principios bajo los cuales gobernarán y demostrar que aceptan las limitaciones del ejercicio del poder, cubriendo toda la alocución con una retórica digna y ceremoniosa.
"Unificar al país es probablemente el requisito más importante de un discurso inaugural", dijo Leila Brammer, especialista en retórica política del Gustavus Adolphus College, de Minnesota.
"Incluso si se ganó por un margen de 60-40, aún hay un 40% afuera y el presidente tiene que dejar en claro que es el presidente de todos", agregó.
La tarea de Obama es aún más difícil, teniendo en cuenta que derrotó al republicano Mitt Romney por 51% contra 48% en la elección de noviembre, y sus tasas de aprobación, que promedian un 53%, reflejan a un país dividido en dos.
Los choques por temas fiscales y de presupuesto en el Congreso abonan nuevos enconos entre los dos partidos y arrojan sombras sobre la agenda del segundo mandato del demócrata.
Los discursos inaugurales no son lugar para una descripción detallada de políticas. Ello se hace en las alocuciones sobre el estado de la Unión, que este año Obama realizará el 12 de febrero.
Pero el presidente podría referirse indirectamente a las principales prioridades, incluyendo justicia económica y social, reforma migratoria, independencia energética y formas para doblegar la violencia de las armas de fuego.
Mientas elabora su segundo discurso inaugural, un Obama consciente de su lugar en la historia podría sentirse bajo presión.
Su primer discurso inaugural, pese a que fue alabado en su momento, careció de la elevada cadencia de algunos de los grandes ejemplos de su tipo.
Careció, por ejemplo, de frases memorables, como "lo único que debemos temer es al miedo mismo" ,de Roosevelt, o "no pregunten qué puede hacer su país por ustedes" de John F. Kennedy, que se han convertido en parte del léxico político.
Los discursos más memorables de Obama se han producido más en un contexto político que en un contexto formal, como los que hizo cuando ganó las elecciones presidenciales de 2008 y 2012, o como su discurso sobre la raza cinco años atrás.
El actual mandatario se ha mostrado excelente en momentos de tragedia nacional, como tras los tiroteos de Arizona y en la escuela primaria de Newtown el mes pasado, o cuando ha filosofado sobre política exterior, como en el discurso que pronunció tras recibir el Premio Nobel de la Paz.
Economía, el dolor de cabeza
Si bien la crisis económica que debió enfrentar durante casi todo su primer mandato no le “pasó factura” a su intención reeleccionista, el tema continuará trasnochando al mandatario norteamericano, máxime por sus abismales diferencias con los republicanos, a quienes deberá cotejar y negociar prontamente para evitar una nueva catástrofe financiera.
Consciente de ello, esta semana ha multiplicado sus llamados a la bancada conservadora para que en un esfuerzo bipartidista acuerden elevar el tope del endeudamiento nacional.
“Estamos en riesgo de nueva crisis económica”, señaló el pasado lunes y dijo que los mercados bursátiles globales "se descontrolarán" a menos que se logre un consenso sobre el espinoso pero urgente tema.
"Pensar incluso en la idea de que esto ocurra, de que Estados Unidos no pague sus cuentas, es irresponsable, es absurdo", dijo Obama en una conferencia de prensa que marcó el final de su primer mandato en la Casa Blanca.
"No somos una nación de malos pagadores", dijo el mandatario.
"Aunque tengo la voluntad de (alcanzar) compromisos y encontrar entendimientos sobre cómo reducir nuestros déficits, Estados Unidos no puede permitirse otro debate con este Congreso sobre si debe o no pagar las cuentas que ya generó", enfatizó el mandatario.
El presidente del banco central (Reserva Federal, Fed), Ben Bernanke, también instó al Congreso a elevar el límite de la deuda.
"Es muy, muy importante que el Congreso tome las medidas necesarias para evitar que el gobierno se encuentre sin la capacidad de enfrentar sus pagos", declaró Bernanke en un discurso pronunciado en la Universidad de Michigan.
"Elevar el límite del endeudamiento simplemente permite que el gobierno efectúe los pagos ya existentes, esto no crea nuevos gastos", afirmó .
Estados Unidos llegará a su actual tope de endeudamiento a fines de febrero, y la discusión se anuncia dura con los republicanos que controlan la Cámara de Representantes, clave en temas de presupuesto.
Algunos de ellos han pedido que cualquier aumento del límite de deuda tenga como contrapartida recortes de impuestos equivalentes.
Actualmente el límite legal de la deuda estadounidense está situado en 16,4 billones de dólares y el presidente recordó que de no lograr un acuerdo podrían retrasarse importantes pagos que debe efectuar el gobierno.
Estas erogaciones incluyen los pagos de la Seguridad Social y beneficios a los veteranos de guerra, los sueldos militares y de los controladores aéreos, y los contratos con pequeñas empresas, entre otros.
"Pueden actuar responsablemente y pagar las cuentas de Estados Unidos, o pueden actuar irresponsablemente y hacer atravesar a Estados Unidos otra crisis económica", advirtió el reelecto mandatario que jurará para su segundo mandato sobre dos biblias. La primera sobre la que hizo lo propio Abraham Lincoln en 1861 y, la segunda, la del asesinado líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr./EL NUEVO SIGLO – AFP