Lo que culminó hoy con hechos sangrientos en el Este de Caracas, para algunos habitantes fue un efecto de orquestación que inició el miércoles en algunos barrios y urbanizaciones situadas en el sureste de Caracas que, desde muy temprano, instalaron barricadas para reiterar su descontento, pero fueron violentadas por sujetos armados.
En el barrio Los Guayabitos, situado a un costado de la carretera vieja del municipio Baruta, que conduce hacia la Universidad Simón Bolívar, los habitantes relataron que unas 20 mujeres fueron amedrentadas por miembros de un supuesto colectivo que opera en la comunidad vecina de La Limonera.
La residente Wilmeidys Reverón, contó que mientras bloqueaban el tramo, cerca de las 7:30 a.m., una joven con más de 8 meses de gestación y su madre fueron golpeadas brutalmente por los sujetos, quienes dispararon en reiteradas ocasiones contra el grupo que bloqueaba parcialmente la circulación.
“Desde las 5:00 a.m. bloqueamos la carretera principal con una barricada, horas después llegó la Guardia Nacional y lazó perdigones contra nosotros sin mediar palabras”, dijo Reverón, al asegurar que la reacción fue desencadenada por el acechos de los motorizados quienes también atacaron a la GN.
“Los motorizados me templaron el cabello, me golpearon y me dijeron que eso me lo hacían por trancar la calle”, dijo Sara Rengifo. Emely Reverón declaró que también fue agredida mientras intentaba socorrer a su progenitora. “No les importó que estuviera embarazada”.
El supuesto colectivo también acudió a la Urbanización de El Placer, donde desplazaron la barricada, instalada en la vía principal por los protestantes, hacia la entrada del conjunto, para impidir el acceso. Rafael Vega, dijo que la integridad física de los residentes se vio afectada. “Nos secuestraron por horas y un vecino resultó herido. Es parte de la orden de acabar con las manifestaciones, que dio Nicolás Maduro”, sentenció.
En lugares como la Trnidad, Los Samanes, Terrazas del Club Hípico y Guaicay, en Baruta, los manifestantes aseguran que están a merced de colectivos violentos que operan con apoyo gubernamental. Quienes hacen vida en esos sectores sostienen que las protestas se han convertido en una sentencia de rechazo cotidiano contra el Gobierno, lo que funge como cimiento para formular reclamos masivos y exigir políticas para resolver la escasez, la violencia e inseguridad.
Julio Materano/El Universal