Cuando por estos días se espera que por fin la tasa de cambio alcance los 1.900 pesos -lo desean el gobierno y los mercados-, la mayor integración comercial y financiera del país ha permitido que el mercado cambiario sea más profundo y gane liquidez durante la última década.
Así lo sostiene la Asobancaria en un detenido análisis del sector. Indica la Asociación que “este progreso se basó primero en la expansión del segmento de operaciones al contado y luego en la evolución del segmento de operaciones con derivados.
Indica que el crecimiento del mercado requirió y al mismo tiempo resultó estimulado por las mejoras que tuvieron lugar en su infraestructura institucional, que permitieron la profesionalización de los operadores y la llegada de nuevos participantes extranjeros.
Señala, sin embargo, que el mercado de divisas en Colombia es menos profundo que en el promedio de los países latinoamericanos y en los emergentes, aunque su liquidez es ligeramente mayor, sobre todo en el de contado.
“Por tanto, es probable que la profundización de nuestro mercado cambiario haya resultado obstaculizada por la excesiva rigidez de los controles a las operaciones con moneda extranjera. Por este motivo, quizá convenga revisar las normas que dificultan su correcta operatividad”, sostiene el informe.
Explica que “entre ellas requieren un examen, en primer lugar, las que estrechan el espacio para las operaciones con moneda extranjera, al limitar las posiciones en divisas de los intermediarios del mercado cambiario (IMC). Estos límites distorsionan los precios e impiden a los IMC ofrecer en cantidades adecuadas sus productos. Y en segundo lugar, las que entorpecen el
eficiente funcionamiento de la Cámara de Compensación de Divisas de Colombia
(CCDC)”.
Para la Asobancaria, “las más incómodas de éstas son el bajo tamaño de los cupos intra-día, que restringe el monto de las operaciones de los IMC; la ausencia de un proveedor de liquidez en moneda extranjera de última instancia y la imposibilidad de acceder a la liquidez del Banco de la República en moneda nacional. Las dos últimas dificultan a la CCDC mitigar de una manera más extensa los correspondientes riesgos de liquidez. Quizá convenga también aceptar la liquidación bilateral de las operaciones en divisas entre los IMC, para permitir que los que no participan de manera directa en la CCDC puedan realizarlas con menores riesgos”.