“Y es que en el mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”, Ramón de Campoamor (1)
Por Álvaro E. Sánchez H. *
Nuestras primeras interacciones con el medio ambiente suelen ser irracionales y dependientes de las ideas que sobre el tema tengan nuestros padres o quienes hagan sus veces; a algunos de nosotros se nos permitió salir al sol, jugar con animales, comer tierra, coger sapos, pescar renacuajos, bajar frutas, recoger musgo, trepar árboles, ver ordeñar una vaca, montar un caballo y quizá caminar bajo la lluvia; otros no tuvieron esa dicha y debieron esperar a comenzar sus estudios para poder interactuar, bien en vivo o bien a través de los libros y de sus maestros, con un medio ambiente lejano y ficticio; este al final es asumido como verdadero. Sin embargo los unos y los otros nos hemos hecho nuestras propias ideas sobre la importancia de cada uno de los elementos del medio ambiente y sobre todo, hemos fragmentado la información de manera tal que nos impida la visión integral del sistema.
Nada tan desinformador para un niño como el inicio de las enseñanzas sobre temas ambientales en los colegios; normalmente un profesor a quien le ha tocado en suerte tomar esta asignatura para completar su cuota de clases y que, por lo tanto, no está preparado para enfrentar con una pedagogía adecuada este tema, en un país en que el medio ambiente es tan poco importante que no tiene estudios formales de capacitación para docentes en esa área específica, actúa irresponsablemente transmitiendo a sus alumnos su propia ignorancia y generando confusiones difíciles de discernir en el futuro, causando así un perjuicio inmenso a estas y a las futuras generaciones.
El oxígeno
En el libro de texto Vivir con sentido, editado por la editorial Ingenio para el curso quinto de primaria y en cuya carátula se lee “Para la formación integral de ciudadanos del siglo XXI, con estándares de competencias del MEN”, se encuentra la siguiente definición: “La respiración es otra de las etapas de la nutrición, es el proceso mediante el cual los seres vivos toman oxígeno del aire y luego lo combinan con los nutrientes que tienen las células. Debido a esa combinación entre el oxígeno y los nutrientes, las células liberan la energía almacenada en los alimentos y expulsan gas carbónico…” (2). Y bien, dirán la mayoría de los lectores, eso es exactamente lo que nos han enseñado a todos; esto es cierto, eso es lo que se nos ha enseñado a todos y lo que se nos sigue enseñando, pero lamentablemente no es la verdad.
Las mediciones de oxígeno en el aire nos muestran que este oscila entre un 12.5% y un 19.8% en el planeta con un promedio ponderado en centros poblados de 16.9%, según datos suministrados en la conferencia de Ámsterdam en 2001. Eso significa que lo más aproximado que hay en el planeta a la historia de que inhalamos oxígeno es un 19.8% que tal vez no lleguemos mucho de nosotros a respirar; el resto de nuestra inhalación corresponde al nitrógeno en gran parte (alrededor del 80%) y a una mezcla de otros gases diversos.
Estudios documentados en laboratorios, publicados por el científico inglés Andreu Watson, lograron demostrar que hoy por hoy, con niveles de oxígeno de 25% a 35%, el mundo sería arrasado por incendios incontrolables que sería prácticamente imposible apagar y que, además, serían iniciados por cualquier pequeña chispa; por lo contrario, con niveles inferiores al 12,2% sería prácticamente nula la posibilidad de grandes incendios. Esto, como ya quedó expresado, en las condiciones actuales del planeta. Sin embargo se debe tener en cuenta que niveles de oxígeno inferiores al 13% podrían tener consecuencias irreversibles en la vida de los seres humanos.
El agua
Y si de semejante manera nos engañaron con el oxígeno, echemos una mirada a las falsas percepciones que tienen la mayoría de las personas con el tema del agua; si desarrollamos una encuesta entre una cantidad de personas, sin importar el estrato ni el medio en el que vivan, sobre si la siembra de árboles es un mecanismo para aumentar el agua en el planeta, con seguridad tendremos una gran mayoría que opina que sí; pues no, las cantidades totales de aire y agua disponibles en la tierra no varían en un plazo previsible(3), lo cual hace necesariamente que el paradigma se cambie fundamentalmente en cuanto hace a la definición del agua como un recurso renovable.
Claro está que no podríamos decir, ni de eso se trata, que no se deban sembrar árboles o que el hacerlo no sirva para nada, lo que se logra con ellos es garantizar una adecuada distribución del agua y la conservación de cauces y niveles, de manera tal que permitan el mantenimiento de las condiciones de vida normales de todas las regiones.
Ahora bien, en 1950 el planeta tenía alrededor de dos mil quinientos millones de habitantes (2.500’000.000) (4), en 2009 se calcula que llegó a seis mil quinientos millones de personas (6.500’000.000) (5) y se espera que para el 2.050 supere los nueve mil millones de personas (9.000’000.000) (6); si a estas cifras les agregamos que cada vez se deteriora más la calidad del agua en el planeta ¿No es lógico pensar que habremos de sufrir de sed algún día? ¿Hasta qué punto aguantará el agua que hay, suponiendo que no sigamos deteriorando la calidad? ¿Se impondrán controles para el uso inadecuado del agua en el futuro cercano?
El proteccionismo
Pero no solo nos han mentido siempre, de buena voluntad como ya se dijo, sobre el agua y el oxígeno; aún cuando esto ya sería suficiente. Todos hemos leído algún escrito, en algún momento de nuestra vida, sobre la teoría de la evolución y esta parece ser la más aceptada de todas las teorías de la aparición del hombre sobre la tierra; pues bien, ¿en qué parte de esta teoría se expresa que la evolución ya terminó o que termina con el hombre actual? No han pensado los lectores que quizá la defensa a ultranza de una especie, animal o vegetal, pudiera estar entorpeciendo el desarrollo normal de la evolución y de alguna manera deteniéndola en el tiempo, con los problemas que esto genera a la humanidad.
Está claro, que ninguna de las personas que nos enseñó sobre estos temas obró de mala fe, está claro también que seguramente seguirán pensando que el oxígeno puro es la salvación del mundo, que el agua es un recurso renovable y que la evolución ya terminó y el mundo llegó a un estado en el que ya no va a cambiar; además claro está de montones de mentiras que se repiten de generación en generación.
(1) Ramón de Campoamor, Las dos linternas, 1871
(2) Vivir con sentido, editorial ingenio, 2004
(3) Wolfgang Sachs, Tilman Santarius; Un futuro justo, 2007.
(4) ONU, 1958.
(5) FAO, 2009.
(6) Banco Mundial, 2008.
* Director Maestría en "Gestión y evaluación ambiental"- Escuela de Ingenierías, Universidad Sergio Arboleda. alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255