Miles de turcos volvieron a salir a las calles este sábado para unirse a las masivas manifestaciones contra el gobierno, un desafío directo al primer ministro Recep Tayyip Erdogan quien llamó al cese de las protestas, inéditas desde que llegó hace una década al frente del gobierno.
En este contexto, el alcalde de Estambul, Kadir Topbas, se mostró dispuesto a renunciar a algunas partes del proyecto de acondicionamiento de la plaza Taksim, en Estambul, origen de la movilización.
Los manifestantes llegaron a esta plaza, el epicentro de las manifestaciones iniciadas el 31 de mayo, con comida y frazadas dispuestos a pasar otro fin de semana de protesta, sumando carpas al famoso parque Gezi, cuya anunciada destrucción provocó la peor crisis política desde que llegó al poder el gobierno islamista conservador en 2002.
"Hace una semana jamás podría haberme imaginado durmiendo en las calles de Estambul", dijo a la AFP Aleyna, una manifestante que pasó la noche a la intemperie.
"El primer ministro intenta todos los días dividir a la población. Sólo habla de su 50% [el 50% de los electores votaron por su partido en 2011] y actúa en contra de la otra mitad", lamentó Eroy Dilek, un estudiante de 21 años que promete que los manifestantes "regresarán aquí todos los días hasta que renuncie" Erdogan.
Todo el fin de semana están previstas nuevas manifestaciones y concentraciones en Estambul, Ankara o Izmir (oeste).
Criticado en su país, así como en el extranjero por la brutalidad con la que la policía reprimió a los manifestantes, Erdogan suavizó el viernes el discurso que mantenía desde hace varios días contra los manifestantes, a los que calificó a menudo de "vándalos" o "extremistas".
"Estamos en contra de la violencia, el vandalismo y las acciones que amenacen a los otros en nombre de la libertad", declaró en un foro internacional en Estambul, añadiendo que recibirá a todos los que "vengan con exigencias democráticas".
En esta misma conferencia el comisario europeo a cargo de la ampliación de la UE, Stefan Füle, denunció "el recurso excesivo a la fuerza".
La canciller alemana Angela Merkel, la Federación Internacional de Periodistas o la Federación Internacional de Derechos Humanos también denunciaron la brutalidad policial.
En respuesta, el primer ministro turco denunció el "doble discurso" de los países occidentales.
"En cualquier país de Europa, cuando hay una protesta violenta contra un proyecto de demolición de este tipo, créanme, los que están implicados son reprimidos aún con más severidad", dijo citando a Grecia, Francia o Alemania.
Según el último balance publicado por el sindicato de médicos turcos, murieron dos manifestantes y un policía y 4.785 personas resultaron heridas.
En este contexto, el alcalde de Estambul se mostró dispuesto a renunciar a algunas partes del proyecto de acondicionamiento de la plaza Taksim.
"No pensamos construir un centro comercial allí ni un hotel ni viviendas", declaró Topbas ante la prensa, haciendo alusión a la posibilidad de un "museo municipal" o de un "centro de exposiciones".
Sin embargo, el alcalde confirmó la intención de las autoridades de reconstruir en el parque Gezi el antiguo cuartel otomano destruido en los años 1940. "El proyecto de reconstrucción de este cuartel formaba parte de nuestras promesas electorales", explicó Topbas.
El proyecto de acondicionamiento de la plaza Taksim prevé la destrucción del parque Gezi y de sus 600 árboles, situado junto a la plaza Taksim.
La violenta intervención de la policía el día 31 de mayo por la mañana para desalojar a los manifestantes que ocupaban el parque provocó enfrentamientos que se transformaron en un amplio movimiento de protesta contra el gobierno islamista conservador, el más importante desde su llegada al poder en 2002.
AFP