Estudiantes chilenos, bautizados como pingüinos por ser estudiantes de secundaria, volvieron a marchar por las calles de Santiago, en una multitudinaria manifestación que volvió a demostrar la fuerza del movimiento social más poderoso y persistente desde el retorno a la democracia en el país, en demanda de un profundo cambio del sistema educativo.
A más de un año de que se reactivaran las protestas estudiantiles, con más de 40 marchas a lo largo de 2011 y la sexta en lo que va de este año, los estudiantes mantienen firme su exigencia de una educación pública, gratuita y de calidad, pese a una serie de reformas que están en marcha.
"Los estudiantes chilenos tenemos una convicción tremenda y en base a eso actuamos", dijo Benjamín Vera, dirigente del Instituto Nacional, el colegio más antiguo de Chile.
"Queremos que la educación vuelva a las manos del Estado y la respuesta hasta ahora del gobierno ha sido nula", agregó.
Convocados por los secundarios -quienes lideran este año las protestas-, unas 70.000 personas según los organizadores y 5.000 según la policía marcharon por Santiago, en medio de un frío y gris día de primavera, en el que al poco de arrancar se registraron enfrentamientos entre estudiantes y la Policía.
Los enfrentamientos estallaron cuando un grupo de encapuchados se separó del recorrido y se enfrentó con piedras y palos a los agentes de fuerzas especiales, que repelieron los ataques con abundantes chorros de agua y gas lacrimógeno y disparos de balas de pintura, constató la AFP.
El grueso del grupo, sin embargo, siguió el recorrido, realizando actos artísticos, como batucadas y bailes, tal como en otras ocasiones. Pero al final, otra vez volvieron a estallar los enfrentamientos.
"Es el movimiento más poderoso desde el retorno a la democracia (en 1990) y el que más ha persistido en el tiempo", explicó a la AFP el politólogo Guillermo Holzmann.
El reclamo se inicia en 2006, bajo el gobierno de la socialista Michelle Bachelet, cuando los secundarios protagonizaron la llamada 'Revolución de los Pingüinos' -por su atuendo de chaqueta azul y camisa blanca-, para exigir la derogación de una de las última leyes de la dictadura de Pinochet que traspasó la administración de las escuelas públicas desde el Estado central a los municipios./AFP