Los europeos buscan superar sus divisiones para instalar un supervisor bancario para la zona euro, primer paso hacia la unión bancaria, y decidir si desbloquean parte de la ayuda a Grecia, en momentos en que la inestabilidad política en Italia vuelve a amenazar el bloque.
Pocos días después de recibir el Nobel de la paz, los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se reúnen mañana y viernes en Bruselas para reforzar la unión monetaria, que entró en recesión en el tercer trimestre de este año, casi tres años después de iniciada la crisis de la deuda.
Pero una amenaza inesperada vuelve a planear sobre el continente, luego de que el primer ministro italiano, Mario Monti, anunciara su intención "irrevocable" de dimitir una vez aprobados los presupuestos italianos.
El anuncio bastó para reactivar los temores sobre la fragilidad de la economía española, al aumentar la presión de los mercados sobre la cuarta economía de la Eurozona. Y volvió a poner sobre la mesa la eventual necesidad de que España pida un rescate.
"Cuando surgen dudas sobre la estabilidad política de un país próximo a nosotros como es Italia, inmediatamente nos contagia", reconoció el ministro de Economía español, Luis de Guindos.
Tras superar los 600 puntos este verano boreal, la prima de riesgo española se había relajado después del anuncio por el Banco Central Europeo (BCE) de un programa de compra de deuda de los países más débiles.
Pero para activar ese programa, el BCE exige que los Estados hagan una solicitud formal de ayuda a la eurozona. Y España sigue sin decidirse.
En ese contexto, la canciller alemana Ángela Merkel afirmó que no puede "levantar la alerta" sobre la crisis de la zona euro.
"Soy prudentemente optimista", subrayó la canciller, en una respuesta a las declaraciones del presidente francés, François Hollande, que aseguró que la crisis del euro había "quedado detrás".
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, divulgó una hoja de ruta -con un calendario definido con tres fases que se prolongan hasta 2014- para "garantizar la irreversibilidad" del euro, que será debatida durante la cumbre.
Pero la propuesta refleja que ha ganado la visión de Alemania, que rechaza cualquier tipo de mutualización común de la deuda, frente a España o Francia que defienden la emisión de eurobonos para generar confianza en la unión monetaria.
En una semana cargada de reuniones, los ministros de Finanzas europeos se reúnen hoy para superar sus diferencias sobre el mecanismo de supervisión bancaria, tras fracasar las negociaciones la semana pasada.
España se alineó junto a Francia e Italia para defender la creación rápida de este supervisor único para la banca europea, "pieza fundamental" para la recapitalización directa del sector financiero, ante Alemania, Suecia o Reino Unido que prefieren tomarse un tiempo para solucionar cuestiones técnicas.
Mientras Berlín cree que la supervisión del BCE se debe concentrar únicamente en los grandes bancos, Francia, Italia y España aspiran a aprobar un sistema que se aplique al conjunto de la banca europea, es decir que abarque 6.000 entidades del continente.
Pero las diferencias más grandes fueron planteadas entre los 17 países de la zona euro y los diez restantes de la UE, que no quieren quedar fuera.
Si el BCE, cumpliendo su papel de supervisor único, vota en nombre de los 17 en el seno de la EBA (Autoridad Bancaria Europea), los diez países que no pertenecen al euro temen quedar en minoría.
Reino Unido, que alberga la plaza financiera más grande de Europa, no está dispuesto a ceder ni un ápice.
Los ministros de Finanzas de la zona euro debatirán mañana el programa de recompra de la deuda pública griega.