De acuerdo con investigaciones adelantadas por la Universidad de Chicago, un 94% de la población entre los 57 y 85 años, presentan disminución de al menos uno de sus cinco sentidos; y 40% tiene inconvenientes con mínimo dos.
La investigación sugiere que entre las causas de este desgaste, están la degeneración de los nervios, factores ambientales o una susceptibilidad genética.
Entre los hombres predominan los problemas de oído, olfato y gusto; conservando en general una mejor visión que las mujeres.
Una de las pérdidas de sentidos más extendida y conocida, es la presbicia. Seguro conocen a alguien que para leer estira e inclina el brazo más de la cuenta o que cuando le muestran las fotos de Instagram, se hace el desinteresado o corre por sus gafas.
Se hacen chistes al respecto y se escuchan comentarios como: ‘la edad no llega sola’, pero en muchas ocasiones no se busca al especialista para encontrar una solución a este deterioro propio de la edad o lo que es peor, se recurre a las llamadas gafas de lectura vendidas en puestos ambulantes.
Según el Impact Vision Institute de Essilor, la presbicia es el problema de visión más extendido en el mundo, afectando prácticamente a toda la población a partir de los 40 años. Se estima que en el 2050, 3,5 billones de personas serán présbitas y más de la mitad de las personas aquejadas de presbicia en el mundo no cuentan con unas gafas de corrección adecuada.
“La presbicia es un error refractivo asociado al envejecimiento, es un proceso natural de desgaste en la elasticidad del cristalino, razón por la cual pierde su cualidad de modificar la curvatura y no le es posible enfocar objetos cercanos”, explica Nubia Bejarano, óptometra del Grupo Essilor.
Buscándole sentido
Con la edad, los ojos no son los únicos que sufren deterioro. También se presenta la presbiacusia o pérdida de audición; el número de papilas disminuyen y la boca produce menos saliva, razones que explican un gusto menos pronunciado; el sentido del olfato es menos águdo debido a la degeneración de terminaciones nerviosas en la nariz; y en el tacto, las sensaciones se reducen o modifican. Estas modificaciones se presentan por la disminución del flujo sanguíneo a la médula espinal, a las términaciones nerviosas o al cerebro.
Para varias de estas afecciones de los sentidos, es difícil encontrar un tratamiento, pero en el caso de la visión la cura es popular y asequible: las gafas.
“La vista, es el sentido que más usamos y en el que más confiamos. Cada vez vivimos en una sociedad más visual, el 80% de la información que percibimos diariamente entra a través de los ojos creando nuestras sensaciones, emociones, recuerdos y experiencias. No tiene sentido, entonces, verlo distorsionado cuando la solución está a la mano”, añade Bejarano.