¿Llegó el fin de Guantánamo? | El Nuevo Siglo
Miércoles, 24 de Febrero de 2016

GUANTÁNAMOes una bahía localiza al suroriente de Cuba. Su sonoro nombre más que recordar la tierra de guajiros e imponentes selvas, carga el oscuro lastre de un centro carcelario donde se cometieron violaciones a los derechos humanos.

Durante sus dos mandatos, Obama trató de clausurar la polémica cárcel. Pero los republicanos, quienes habían impulsado la construcción de la prisión para recluir bajo extremas normas de seguridad a los responsables del 11 de septiembre, se opusieron a su cierre.

Con un Presidente bloqueado desde el legislativo, pasaron los últimos años. Pero tan pronto comenzó 2015, Obama mostró una cara menos conciliadora y más arrasadora: antes de que termine su mandato, quiere aprobar toda su agenda. Anunció, por ejemplo,  que pasará la legislación para controlar el uso legal de armas y, ayer, presentó este proyecto ante el Congreso que prevé el cierre de Guantánamo.

¿Cómo la puede cerrar?

Hay que partir de la siguiente base: el Congreso aprobó una ley que le prohíbe a la Administración presentar detenidos recluidos en Guantánamo en suelo estadounidense. El Gobierno, sin embargo, ha usado diferentes estrategias, hablando con los países de origen de los reclusos para enviárselos. Son 91 presos en total, de los cuales 35 ya están siendo cobijados por esos acuerdos bilaterales.

El problema, como se ve, son los 56 reclusos restantes. Ante tal panorama, Obama tiene tres opciones para ejecutar su plan. En primer lugar, podría ampararse en la Constitución y argumentar que ésta le da el poder de mover a los reclusos a suelo estadounidense. Según The New York Times, las instituciones carcelarias a las que se trasladarían los reclusos estarían ubicadas en Kansas, Carolina del Sur y Colorado.

La siguiente opción, que dejaría a Obama sin alas, es dejarle a la siguiente administración la encrucijada de Guantánamo. Si los republicanos llegasen a ganar, es claro que abogarían por mantenerla abierta. Sin titubeo alguno, Donald Trump, Marco Rubio y Ted Cruz, han dicho que de llegar a la Casa Blanca,  la prisión no cerraría sus puertas e incluso se podría ampliar tanto el número de los detenidos como el programa que allí se desarrolla. Si, por el contrario, los demócratas ganan, es claro que la clausurarían, cumpliendo las intenciones de su antecesor.

La última posibilidad que le queda a Obama, que resulta la más práctica para sus aspiraciones, es revocar la prohibición impuesta por el Congreso. En 2010 se aprobó la ley de Defensa, cuyo articulado cuenta con la prohibición expresa de recluir presos que provengan de Guantánamo en el país. Pero no hay que perder de vista que la mayoría del hemiciclo es republicano y por ello la posibilidad de la revocación es casi nula.

¿Qué sucede con los 56 prisioneros?

Las minucias legales frente a cargos, acusaciones y condenas de los presos que están en Guantánamo son poco conocidas. Esta cárcel siempre ha sido un lugar apartado y secreto, donde Estados Unidos ha llevado a los responsables de cometer actos terroristas, a veces con un juicio de por medio o a veces sin estar condenados.

Según el portal El Político hay10 prisioneros bien sea condenados por terrorismo o con causas pendientes ante las comisiones militares especializados por  actos terroristas. El resto, 46 reos, al parecer fueron detenidos bajo  la Ley de guerra, y seguramente acusados de haber sido parte de una red terrorista. 

Obama llamó esta semana al Pentágono y al Departamento de Estado para que trabajen lo más rápido posible y revisen los motivos de detención de los reos, teniendo en cuenta la Ley de guerra. "Hay que continuar usando todas las herramientas legales para lidiar con los prisioneros remanentes que siguen bajo detenciones de Ley de guerra", declaró ayer.

Otro de los temas que tiene que resolver el presidente de los Estados Unidos es la tercería de su país frente a otros que reclaman la extradición de los terroristas. Las redes yihadistas, a lo largo de Medio Oriente y el sur este asiático, han cometido múltiples actos terroristas en otros países que no están bajo la jurisdicción norteamericana.

El caso más sonado es el de Riduan Isamuddin (Hambali), cerebro de la organización terrorista Jemaah Islamiyah, cuya área de influencia era Indonesia y mantenía estrechas relaciones con Al Qaida y su cabeza, Osama Bin Laden. Hambali fue acusado por la muerte de más de 200 personas en Bali en 2002, que incluyó a 88 australianos y nueve norteamericanos.

Estados Unidos fue el país que capturó a Hambali y luego lo recluyó en Guantánamo. Pero ante el posible cierre de la cárcel y la inseguridad jurídica en la que podría quedar su caso, es muy probable que Australia o Indonesia lo pidan en extradición. De hecho, Obama ya  entregó a los presos afganos que tenía bajo custodia como parte de un acuerdo con el naciente gobierno de ese país.

Esto revive un viejo debate sobre las facultades con las que cuentan las comisiones militares que han sido encargadas de juzgar a los terroristas, ya que en Estados Unidos los tribunales federales no tienen la capacidad legal para hacerlo. Las autoridades, en este caso las comisiones militares, tienen problemas al momento de acusar a los implicados puesto que no son claros los protocolos legales que rigen su ejercicio.

Es más, ese parece ser el problema que ahora enfrentan respecto al destino de los 46 prisioneros que no han sido condenados. Por eso Obama en las próximas semanas tendrá aclarar, acuciosamente, las diferencias legales que existen alrededor de los prisioneros de Guantánamo y tomar una decisión: dejarle el problema a la siguiente administración, revocar la Ley de guerra o ampararse en la Constitución para tomar una decisión unilateral. Una de éstas tendrá que abrir el camino a un esperado adiós: el adiós a Guantánamo.