América Latina se encuentra dividida en las negociaciones de la conferencia de la ONU de un tratado para el comercio de armas, en medio del temor de algunos países de que ese instrumento se convierta en herramienta de presión o limite su desarrollo tecnológico.
Las discusiones en la conferencia de Naciones Unidas sobre una reglamentación del comercio de armas convencionales, que comenzó el 2 de julio y se celebra hasta el 27 de este mes, se encuentran estancadas a diez días de la fecha límite para un acuerdo.
El objetivo declarado es crear un conjunto de reglas para impedir el desvío de armas al mercado ilícito, así como su venta para que sean utilizadas contra civiles, para violar los derechos humanos o para alimentar un conflicto. La idea es que cada país exportador evalúe esos riesgos al efectuar una venta.
En ese marco, Venezuela y Cuba, y en menor medida Brasil, no quieren que un eventual tratado de este tipo afecte por un lado su seguridad nacional, y por otro sus aspiraciones a desarrollar tecnología o acumular armas.
"Puede haber una brecha para utilizar de manera oportunista el tratado contra algún país del Sur, por ejemplo prohibirle el acceso a armas para su defensa nacional", dijo a la AFP una fuente diplomática de la ONU al referirse a la preocupación de algunos países latinoamericanos.
En su discurso en la conferencia, el representante brasileño Antonio Guerreiro indicó que su país rechaza un tratado que dé lugar a "prácticas potencialmente discriminatorias" o que suponga un obstáculo para las "legítimas aspiraciones de los Estados de hacer uso de tecnologías y bienes para promover su propio desarrollo".
La delegación brasileña "no está a favor de la inclusión de criterios del tipo 'acumulación excesiva de armas' por parte de un Estado o que asocien la una transferencia con problemas en los esfuerzos de reducción de la pobreza o desarrollo socioeconómicos", advirtió.
De su lado, Venezuela quiere "salvaguardas" que prevengan "la politización o manipulación de un posible instrumento internacional por parte de los productores y exportadores más grandes" del mundo, según su representante Jorge Valero.
Por su parte, Cuba exige que no se incluyan "requerimientos informativos innecesarios" que puedan poner en peligro su seguridad nacional, e insiste en que los datos aportados lo sean de forma voluntaria.
Si el tráfico ilegal de armas es una cuestión que toca más bien a Africa y Asia, la situación en América Latina marca un incremento armamentista en los últimos años.
Según el último informe del Stockholm International Peace Research Institute (Sipri), el continente americano recibió entre 2007 y 2011 el 11% de las importaciones globales de armas, por delante de Africa (9%) y detrás de Asia y Oceanía (44%), Europa (19%) y Oriente Medio (17%).
Sin embargo, las importaciones en América del Sur crecieron un 77% en el periodo 2007-2011 en comparación con 2002-2006, de acuerdo con este estudio que analiza las transferencias mundiales de armas./AFP