Las siete vergüenzas del mundo

Sábado, 15 de Abril de 2017

Ante  el Cristo crucificado, el Papa  reconoció su “vergüenza” por todas las imágenes de muertes, de devastación, de  destrucción y de naufragios   que se han convertido en ordinarias para el mundo entero.  Y más que palabras sentidas  que muchos podrían encasillar como habituales con ocasión de los ritos religiosos de Semana Santa, lo que el Papa quiso evidenciar, una vez más, es la creciente indiferencia de todos frente a estas “guerras a pedazos”, como suele llamar a todo el dolor, explotación  y pérdidas de vidas  que a diario se registran en el orbe.

Independientemente de las ideologías o religiones, todos y cada uno creemos que hay un Ser superior que nos permite, a diario, conducir la barca de nuestra vida hacia un destino, que ojalá sea un puerto seguro. En ese tránsito, todos  tenemos derechos que deben ser inalienables como la dignidad, el respeto y la vida misma.

Pero, paradójicamente, mientras el mundo avanza en todos los sentidos (demográfico, económico,  tecnológico, entre otros) retrocede en la misma conservación de la especie por múltiples factores que van desde actos de violencia callejera o intrafamiliar  hasta guerras que segan vidas de inocentes.

El asesinato de 45 cristianos coptos en Egipto, sólo por predicar  su fe, en actos cometidos por los yihadistas en una iglesia de Tanta y otra de Alejandría,  que también dejaron decenas de heridos, evidenciaron el calvario que vive esta comunidad religiosa no sólo en ese país, sino en otras partes del mundo y ese Domingo de Ramos  colocaron una pesada cruz de tristeza y preocupación sobre la Iglesia Católica.

Conmovido, pero con voz firme, como es su estilo, el Papa  Francisco volvió a abordar durante la Semana Santa que mañana termina con la Pascua, el deber de los gobernantes de acabar con los “señores de la guerra”, quienes se lucran de la muerte y “disparan” todas las formas de violencia y maltrato posibles, afectando siempre a los más frágiles, a los inermes.

Recordó el Pontífice que “responder a la violencia con violencia conduce, en la mejor de las hipótesis, a migraciones forzadas y terribles sufrimientos",  como evidentemente ocurre a diario, imágenes grabadas  en millares de memorias, como la del niño de tres años ahogado frente a una plaza libia o las barcazas improvisadas atestadas de gentes que buscan un futuro en Europa y que, en muchas ocasiones, lo que encuentran es su tumba en el Mediterráneo.

Ayer, durante el tradicional Vía Crucis en el Coliseo Romano, el Papa oró por “la sangre vertida por los inocentes” por guerras e injusticias. Siete veces pronunció la palabra “vergüenza”  para enumerar los pecados, omisiones, injusticias, escándalos y horrores que azotan al mundo y a la misma Iglesia.

"Vergüenza por la sangre inocente que cotidianamente viene derramada por mujeres, niños, emigrantes, personas perseguidas por el color de la piel o por su pertenencia étnica, social, o por su fe en ti", dijo sosteniendo la imagen de Cristo crucificado, ante la cual también reconoció su “vergüenza por todas las veces que obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas hemos herido tu cuerpo, la Iglesia",  en una alusión a los abusos cometidos por curas pedófilos, tema tan complejo como ,  pero que el Papa argentino nunca ha evadido y, por el contrario, ha pedido excusas públicas.

Pero sus sentidas reflexiones y sinceras palabras fueron más allá. Pidió  fortaleza y ayuda divina para  que podamos “romper las cadenas que nos tienen prisioneros en nuestro egoísmo, en nuestra ceguera involuntaria y en la vanidad de nuestros cálculos mundanos".

Al Papa, quien lleva la “cruz” de orientar a más de 1.300 millones de católicos y su voz, que sin distingo casi que de todas las creencias o dirigentes políticos, es tenida en cuenta por su sabiduría y mensaje de reconciliación, le preocupa que tantas guerras terminen por llevar a la muerte física y espiritual de muchos, cuando no de todos. Por eso su llamado, una vez más, es a tomar conciencia y emprender una acción pacificadora para que no sea el hombre el que termine destruyendo la especie. Ahí está su mensaje, el compromiso es personal.