Por: Pablo Uribe Ruan
Las malas rachas son una mezcla entre elementos psicológicos, deportivos y extradeportivos, en donde la falta de definición de los delanteros se une con condiciones externas que les son desfavorables para tener un buen desempeño en la cancha.
Según Latorre, ex delantero de Boca, “los dones individuales quedan supeditados al estado de ánimo”. En una mala racha lo psicológico prevalece sobre la ejecución material. El instinto goleador, del que tanto se habla falla porque el jugador no está bien de la mente. Y hay que sumarle a lo anterior, el rol que juega la hinchada que presiona y está ansiosa por ver goles.
Los atacantes rompen la mala racha, ese conjunto de partidos seguidos sin definiciones, cuando vuelven al gol. Con la vuelta al gol el jugador se reconcilia consigo mismo, con la hinchada, y sobre todo -lo más importante- recupera la confianza. Esa sensación de bienestar al momento de ejecutar, que tanto cuesta conseguir y que tan rápido se evapora.
Se dice en el fútbol que si hay confianza, hay goles. Por ejemplo, qué tal el caso de Wason. El chocoano vivió las duras y las maduras en Millos. Duró un tiempo largo sin anotar y estaba metido en un conflicto con la hinchada -que lo apoyaba- calentando a la tribuna. Sin embargo, tras ser banqueado por Erick Moreno, porque condiciones le sobran, empezó a trabajar la confianza para volver al gol.
Los resultados no se hicieron esperar. Producto de su estabilidad emocional a Wason en los últimos partidos se le notó más tranquilo a la hora de definir y más perceptivo a la hora de jugar. Qué importante fue su vuelta para Millonarios, que junto a Dayro, constituyen una de las mejores delanteras del país.
Wason ya lleva 7 en su cuenta personal. Hay que ver cuántos más va a meter en cuadrangulares.