La plaza de La Santamaría quedará reservada para actos de literatura y poesía que reemplazarán la lidia a muerte de los toros.
Así lo indicó ayer el alcalde Gustavo Petro al pronunciarse en torno al debate sobre los cambios en la actividad taurina en la capital del país.
El burgomaestre pide eliminar la muerte del astado durante la lidia en la Plaza, algo con lo que la Corporación Taurina no está de acuerdo. La contradicción se reiteró en reuniones sostenidas entre las partes en recientes semanas.
Así las cosas, el tradicional escenario capitalino se transformará en un lugar dedicado a eventos de cultura y educación. La idea de la Alcaldía es que la Plaza entre a ser parte del sistema de educación distrital. Por ejemplo, que allí se puedan dar citas poetas y escritores que dicten clases a los estudiantes de los colegios públicos.
Al explicar que no se llegó a un acuerdo con la Corporación Taurina, Petro dijo que “habrá un cambio”, aunque no especificó sobre cuáles puntos concretos del contrato entre ésta y la Alcaldía.
Puntualizó que la Plaza Santamaría es propiedad de los bogotanos y seguirá al servicio de la ciudad, al igual que el teatro Jorge Eliécer Gaitán, la Plaza de Bolívar y la red de museos del Distrito.
Al cierre de esta edición la Corporación aún no se había pronunciado oficialmente sobre el anuncio del Alcalde. Lo que se presume es que toda esta polémica podría terminar en los estrados judiciales, dado que hay obligaciones contraactuales pendientes e igual está la sentencia de la Corte Constitucional que dio vía libre a que el espectáculo taurino pudiera seguir presentándose en la Plaza de La Santamaría, incluyendo la muerte del toro durante la lidia.
En una sentencia de agosto del año 2010, el máximo tribunal rechazó las demandas interpuestas contra las excepciones legales al Estatuto de Protección Animal, las cuales permiten las corridas de toros, las peleas de gallos, las corralejas y el coleo, por ser actividades que hacen parte de la tradición cultural.
La misma Corte también avaló la última reforma al Estatuto Taurino, en donde queda claro que el astado puede ser muerto durante la lidia en la arena.