Hoy en las filas de la Fuerza Pública hay más de doce mil uniformadas en distintos rangos y actividades. En instituciones como la Policía su labor es vital en muchos campos, a tal punto que el segundo cargo en importancia, la Subdirección, lo ocupa hoy una de ellas.
Se trata de jóvenes, profesionales y madres que dan ejemplo diario de sacrificio, eficiencia y pundonor. Y entre todas ellas hay algunas que han logrado destacarse y convertirse en modelos a seguir.
Tal es el caso de la mayor Diana Constanza Torres Castellanos, una piloto con cerca de 4.000 horas de vuelo en operaciones de erradicación de narcocultivos, interdicción, inteligencia y reconocimiento aéreo.
Ha recibido 16 condecoraciones y 113 felicitaciones por su profesionalismo y destacada labor en antinarcóticos.
Afirma sin ambages que su aspiración más grande es llegar a ser la directora de la institución. “Es un sueño que espero se haga realidad”.
Y para ello ya tiene a quien seguir. “Tengo dos referentes muy importantes: la actual subdirectora de la Policía, general Luz Marina Bustos, y la comandante de la Región Tres, mi general Mireya Cordon. Por esta razón es válido que una mujer pueda aspirar a llegar al escalón más alto en la carrera de la institución armada, es decir, ser la directora general”, afirmó la mayor Torres.
“Todos los días llego a mi trabajo en la Dirección de la Policía Antinarcóticos con mucha alegría y entusiasmo para servir a los colombianos y a mi institución, pues además de ser la comandante de un avión bimotor Twin Otter, también soy la directora del Programa de Prevención para que nuestros niños, jóvenes y adultos no caigan en el flagelo de la drogadicción que tanto daño le hace a Colombia y al mundo”, precisó.
La carrera de esta Mayor ha llamado la atención de muchos, al punto que meses atrás fue galardonada como Mujer de Éxito en la Fuerza Pública.
“Me siento muy feliz y muy orgullosa de estar representando la importante labor que cumple la mujer en la Policía Nacional”, dice con toda la convicción.
Ser piloto en la Policía es un trabajo que implica riesgos a diario, pero la experiencia le permite a quienes se dedican a esta labor ir dominando la situación.
La mayor Torres también conoce el otro flanco, no el que se enfoca en la represión al narcotráfico, sino el que trabaja en evitar que nuestros jóvenes caigan en ese infierno de la drogadicción.
Precisamente, esa labor le permitió también ser merecedora del premio “Reina Sofía contra las drogas” por ser uno de los mejores programas de prevención a nivel iberoamericano.
Historial creciente
El historial de las mujeres piloto en la Fuerza Pública ha ido creciendo. La mayor Torres trae a colación, por ejemplo, el caso de la capitán Erika Pedraza Murillo, quien se graduó como piloto de helicópteros Ranger Bell 206, especializándose en Huey II, para dirigir a partir de 2004 uno de los UH 60 “Black Hawk” , más conocidos como los “halcones negros”.
Y, en la Fuerza Aérea, en 2004 una teniente de 25 años se convirtió en la primera mujer piloto de combate en Colombia y Latinoamérica. La oficial Johana Ximena Herrera Cortés fue la primera mujer piloto de reactores de combate de la FAC pero perdió la vida el 20 de julio de 2006, en compañía del teniente Herman Ramírez, cuando el avión T-37 que tripulaban se precipitó a tierra en momentos en que estaban a punto de aterrizar en la base aérea de de Palanquero, en Puerto Salgar (Cundinamarca).
El accidente ocurrió luego de que una escuadrilla de aviones T-37 realizara una presentación sobre los cielos de Bogotá con ocasión del Día de la Independencia.
En la FAC hay otras mujeres pilotos de combate, entre ellas las tenientes Paola Arenas y Luisa Corredor, quienes ingresaron a la Escuela de Helicópteros en Melgar (Tolima). Allí se capacitaron para manejar helicópteros artillados Huey II “Buho”, pues ya contaban con experiencia en aeronaves de ala fija, con más de mil horas de vuelo.
“En aviación de la Policía el grado más antiguo de una mujer es el de la coronel Nancy Parrado Amaya, la primera piloto de la Policía y las Fuerzas Militares. En este momento está en uso de buen retiro y es un modelo a seguir”, señaló Torres.
Sus inicios
La mayor Torres ingresó en enero de 1996 a la Policía con el propósito de ser oficial de carrera.
“Ingresé al área de aviación en 2001, cuando la institución abre una convocatoria para pilotos policiales y el requisito era ser oficial en el grado de subteniente o teniente de máximo dos años de antigüedad. En ese momento tenía el grado de teniente y me presenté al proceso de selección e incorporación. Lo cumplí satisfactoriamente y gracias a Dios ingresé a la Escuela de Aviación”. Aunque se presentaron cerca de 15 mujeres, solo pasaron dos el exigente proceso.
La oficial indica que la aviación es un tema muy técnico y especial “pero es algo que uno no conoce hasta el momento en que empieza a capacitarse, volar y a vivir”.
“Toda experiencia era totalmente nueva para mí, porque ni en el colegio, la universidad y ninguna capacitación ve estos temas tan específicos relacionados con la aviación. Es decir la navegación aérea, la aerodinámica, fraseología aeronáutica y la reglamentación aérea, temas muy técnicos…”.
Con la experiencia acumulada, la oficial dice que para ser piloto se requieren cualidades especiales, disponibilidad, conocimientos, disciplina y mucho trabajo para desarrollar las habilidades que se requieren cuando se dirige un avión o un helicóptero. Son muchas horas de entrenamiento exigente.
Pero a ella le fue bien. Sacó el primer puesto en el curso de piloto de ala fija y hoy ya ha volado diferentes aeronaves, entre ellas Caravan y Twin Otter.
“No he volado los aviones de erradicación de cultivo, pero sí los aviones Plataforma de Inteligencia para reconocimientos aéreos, para labores de inteligencia y ubicación de los cultivos de hoja de coca, de marihuana y amapola”, señaló.
“Le digo a las mujeres en la Policía que la aviación es una profesión maravillosa y que se puede llegar a ser piloto, siempre y cuando sean superadas todas las pruebas y procesos exigidos por la institución. Les digo a las cadetes, a las oficiales y en general a todas las mujeres que prestan su servicio en la Policía que cuando uno se fija meta, entonces las puede cumplir con mucho estudio, dedicación y disciplina”, sostiene la oficial.
Precisó que “las mujeres pilotos somos muy valiosas y además contamos con otro factor determinante: somos muy organizadas”.
Los riesgos
La mayor Torres sostiene que “como en toda operación la aviación tiene sus riesgos y una como piloto debe saberlos. Por fortuna en la Policía lo saben y por esta razón las enseñanzas y los entrenamientos son altamente exigentes, precisamente para que el piloto pueda sortear cualquier emergencia y velar por la integridad de los patrulleros, suboficiales y oficiales que viajan en la aeronave”.
De allí que cuando se adelanta una operación con las aeronaves que adelantan las faenas de erradicación de cultivos ilegales por aspersión, se cuenta con exigentes medidas de seguridad en tierra, pues en muchas oportunidades las aeronaves son atacadas por guerrilleros y narcotraficantes.
“En muchas oportunidades se oyen los disparos que hacen los narcotraficantes, guerrilleros y terroristas, pero por fortuna en ninguna de las aeronaves que he volado ha sido impactada”, relata la oficial.
Sin embargo explicó que “cuando se adelantan reconocimientos aéreos, las aeronaves no pueden volar muy alto y ahí es cuando quedan vulnerables a cualquier ataque, a pesar de las medidas adoptadas en tierra por los uniformados”.
“Se trata de operaciones un poco riesgosas porque se debe volar muy bajo para la detección de los cultivos ilícitos, sobre todo en zonas de orden público, pero también se debe contar con las condiciones geográficas y el tiempo atmosférico”, acotó.
Aclaró que “a pesar de los riesgos, se necesita creer en uno mismo para salir adelante en cualquier misión por riesgosa que sea, se requiere confianza y mucha disciplina. La confianza se da, precisamente, cuando se está bien entrenado”.
Según Torres, no hay diferencias entre los pilotos de la institución, es decir entre hombres y mujeres, porque “nosotros para cada una de las operaciones cumplimos con todos los procedimientos estandarizados, la planeación y ejecución. Obviamente asumimos riesgos, pero en la medida de las posibilidades buscamos reducirlos a su mínima expresión”.
Explicó que “en muchos casos la piloto es una mujer, el copiloto un hombre y el ingeniero de vuelo un hombre, pero también puede ocurrir lo contrario… Entre hombres y mujeres no existen diferencias, no aparecen envidias ni celos, sencillamente porque somos un solo equipo”.
En cuanto a lo que su familia opina de su riesgoso trabajo, la oficial sostiene que están orgullosos “y siempre que salgo ahora a volar me bendicen y esperan mi regreso para cenar o tomar un café”.
“Tenemos la obligación de abrirle las puertas a otras mujeres que vienen detrás de nosotras”, puntualiza la mayor Torres al momento de terminar esta entrevista, pues debe ir a cumplir con una de las tantas misiones que ha acumulado a lo largo de 4.000 horas de vuelo.
Prevención, flanco clave
La mayor Torres no sólo trabaja en operaciones de represión al narcotráfico, sino también de prevención de la drogadicción, de allí que maneje un programa en la Policía al respecto.
“Soy una convencida en el proceso de la prevención y creo que la mejor manera de luchar contra el narcotráfico. Mi lema es que la prevención es la mejor inversión”.
En esta materia las cifras que cita son alentadoras, pues desde 1997, cuando se inició el programa, la Policía ha capacitado a casi tres millones de niños y niñas en todo el país.
“Es un programa escolarizado para la prevención del consumo de las drogas. Este año han sido capacitados 363.169 niños y niñas”.