La mediación criolla en Medio Oriente | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Octubre de 2012

Hace un año el país estaba en el centro de la atención mundial porque de un momento a otro apareció como facilitador entre Abbas y Netanyahu para destrabar las negociaciones para solucionar un pleito histórico- ¿Qué pasó?

En septiembre del año pasado todo el mundo se sorprendió cuando, de un momento a otro, Colombia empezó a asomar como una especie de país facilitador para destrabar las por entonces congeladas negociaciones entre Israel y Palestina.

Todo empezó, al menos públicamente, en Nueva York, en el marco de una reunión entre el presidente Juan Manuel Santos y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. “Queremos que Palestina sea un Estado. Queremos que sea producto de una negociación con Israel”, indicó el mandatario colombiano, al tiempo queLugarFechaPublicacion

 afirmó que pese a las diferencias existentes en este tema, se estaba discutiendo dentro del Consejo de Seguridad de la ONU –del cual Colombia hacía parte- la fórmula para buscar que ambas naciones negociaran nuevamente.

Recordó Santos que desde hace mucho tiempo la posición colombiana frente al conflicto entre Israel y Palestina era que esta última pueda ser reconocida como un Estado, pero producto de un acuerdo con el Estado judío.

“Y vamos a ver cómo evolucionan esas conversaciones en esta semana o en la semana entrante para, ojalá, buscar lo ideal, que sería que sentaran Israel y Palestina a negociar nuevamente. Ese sería el mejor de todos los mundos. Y nosotros estamos haciendo lo posible para que eso pueda lograrse”, concluyó Santos, que asistía al 66° Período de Sesiones Ordinarias de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

 

Paso adelante

 

Lo que inicialmente se pensaba no pasaría de la mera formalidad y que era más producto de que Colombia hacía parte, como miembro rotativo del Consejo de Seguridad de la ONU - en donde ha sido recurrente en las últimas décadas el eterno tema del reconocimiento palestino como Estado- pasaría a tomar vuelo con los días, al punto que a comienzos de octubre se anunció que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, visitaría a Bogotá el 11 de ese mes.

Y así fue. Tras el encuentro privado en la Casa de Nariño, Santos declaró que “no tenemos una varita mágica, lo que tenemos son muy buenas intenciones y un deseo genuino de que el pueblo palestino pueda tener su Estado y el pueblo israelí pueda vivir al lado del pueblo palestino en paz”.

Insistió en que Colombia usaría sus buenos oficios para buscar que las condiciones sean las propicias de manera que las dos partes se sentarán a negociar lo más pronto posible.

Es más, Santos dijo que ya se estaba cerca de alcanzar el objetivo de que las dos partes se sentaran a negociar “a la mayor brevedad”.

Para que ese objetivo se pudiera cumplir, como lo han propuesto diferentes frentes, entre ellos el Cuarteto (grupo de mediación conformado por Estados Unidos, Unión Europea, la ONU y Rusia), Santos reveló que en los últimos tres días se había comunicado con Netanyahu, con el ex primer ministro Tony Blair (vocero del Cuarteto), y con la Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton.

Por último, se mostró confiado en que si las dos partes aceptaban las obligaciones contenidas en la “Hoja de ruta” que el Cuarteto había puesto sobre la mesa, esa situación de diálogo se podría alcanzar.

A su turno, Abbas fue muy cauteloso en sus respuestas y apenas atinó a decir que Palestina deseaba que los esfuerzos de Colombia  despegaran. “Deseamos que esos esfuerzos se culminen con éxito y de sus manos se reanuden las negociaciones”, dijo sin arriesgar más conceptos.

A su turno, la canciller María Ángela Holguín calificó de positiva la reunión entre Santos y el presidente de la Autoridad Palestina. Es más, según lo reveló en declaraciones radiales, Netanyahu habría llamado al mandatario colombiano para expresarle que confiaba  plenamente en lo que Bogotá pudiera hacer para destrabar los diálogos. "Si uno ve que de lado y lado están viendo a Colombia como una posibilidad para mover este tema, pues es excelente", precisaría Holguín a la prensa.

También indicó que el Presidente colombiano llamaría al premier israelí para exponerle los puntos que Abbas puso sobre la mesa. De paso aclaró que Colombia no cambiaría de posición en el Consejo de Seguridad. Y por último sostuvo que el papel colombiano estaba coordinado con la comunidad internacional.

"… Esto no es una cosa que nosotros hagamos solos. Esto es acompañar, ya que ellos dos abrieron la puerta para el diálogo. El presidente Santos va a hacer una gestión puntual, si se logra que bueno y maravilloso por Colombia y el conflicto", precisaría la Ministra.

Un día después del encuentro, el propio Santos insistía en que Abbas no quería convencer a Colombia de cambiar su postura en el Consejo de Seguridad, sino a pedir que ayudara para reactivar las negociaciones. “Vino no a cambiar nuestro voto en las Naciones Unidas, vino a pedirnos a los colombianos, al gobierno colombiano y al Presidente, que mediáramos con Israel, precisamente para hacer lo que usted acaba de decir: que llegaran a un acuerdo, para que esos dos pueblos, el pueblo palestino y el pueblo israelita, puedan vivir en paz”

 

A Tel Aviv

 

Pero ese sorpresivo papel de facilitación no quedaría allí. Ocho días después (el 19 de octubre) la Casa de Nariño informaba que en desarrollo de los objetivos del gobierno colombiano y de la comunidad internacional para lograr que los pueblos de Israel y Palestina “puedan sentarse a negociar un acuerdo de paz”, la Canciller venía desarrollando reuniones “discretas con las autoridades de los dos países”.

Se indicó que dos días antes Holguín estuvo reunida en Tel Aviv con el Ministro de Defensa de Israel y el asesor de seguridad. Y un día después, se encontró en Ramala con el presidente Abbas, con el Ministro de Exteriores y el negociador jefe de Palestina. Y ese mismo miércoles 19, la Canciller se reunía en Tel Aviv con el propio Netanyahu.

Igual se informó oficialmente que Santos había estado en contacto telefónico con Netanyahu y Abbas. También se precisó en la misma fecha que las gestiones, que por su naturaleza debían adelantarse con gran discreción, “buscaban encontrar las fórmulas para que haya un diálogo directo entre israelitas y palestinos, encaminado a lograr un proceso de paz que permita llegar al reconocimiento del Estado Palestino”.

Dos días después de la gira de Holguín por Medio Oriente, Santos reveló que el secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, había indagado sobre el resultado de las gestiones. Santos afirmó que en esa labor iban “por buen camino, vamos en la dirección correcta y seguimos avanzando”.

De acuerdo con el Mandatario, el líder de la ONU le dijo que Colombia estaba “cumpliendo una labor muy importante” en este tema. Ban Ki-moon le indicó a Santos que sabía que las partes le solicitaron a Colombia adelantar dicha gestión, por las relaciones especiales de nuestro país con Israel y por la posición tradicional que ha mantenido Colombia respecto a Palestina, en lo cual “no todos los países pueden decir lo mismo”.

 

¿Y después?

 

Dado el carácter reservado de las gestiones, poco se supo después sobre qué tan efectiva había sido la mediación colombiana. Sin embargo, dado que el 2011 acabó sin que las negociaciones se volvieran a reactivar se puede concluir que los buenos oficios de Santos y la Canciller no pudieron destrabar un pleito que no sólo es histórico, sino que encierra complejidades geopolíticas muy grandes en un Medio Oriente convulsionado, temeroso del contagio de la “primavera árabe” (con Egipto y Libia a la cabeza) que por entonces derribaba -como dominó- regímenes dictatoriales en África y amenazaba con regarse hacia el Golfo Pérsico.

Y como si fuera poco, el pulso por la reactivación de los diálogos entre israelíes y palestinos empezó a salir del foco mediático y geopolítico, no porque perdiera importancia sino porque las tensiones de Occidente con Irán por su negativa a frenar sus programas de enriquecimiento de uranio aumentaban semana tras semana, en tanto que la revolución en Siria para tratar de tumbar al régimen de Hafez Al-Assad empezó a desembocar en una cruenta guerra civil que alertó a todo el planeta.

En medio de ello, los pronunciamientos de Colombia frente al pleito israelo-palestino fueron siendo cada vez más espaciados en el cierre del año y el comienzo de 2012.

Sin embargo, hubo algunas referencias directas al pleito. Por ejemplo, el 24 de enero, el embajador ante la ONU, Néstor Osorio, precisaba en el Consejo de Seguridad que “Colombia reitera que el proceso para alcanzar una paz duradera en el Medio Oriente debe ser integral, estructurado y fundado en los principios de la Carta de las Naciones Unidas y en los altos fines de la paz y la seguridad internacionales. Por ello consideramos que la creación de un Estado palestino viable, que viva en paz al lado de Israel, con fronteras definidas, seguras y reconocidas internacionalmente, debe ser fruto de una negociación directa entre las partes que garantice la convivencia entre estos dos pueblos”.

Paso seguido destacó el beneplácito colombiano por las reuniones que se habían llevado a cabo en Aman (Jordania) entre negociadores palestinos e israelíes, en el marco del plan propuesto por el Cuarteto del 23 de septiembre de 2011.

“Cada una de las partes debe hacer el esfuerzo de remover lo que se considera como obstáculos de la negociación. De un lado los asentamientos y el bloqueo de Gaza tienen impacto adverso sobre el bienestar de la población y la situación de los derechos humanos, así como sobre el acceso de la población a los servicios básicos, en particular, a la salud y educación… Estas actividades pueden afectar negativamente el desarrollo económico e institucional”, indicó Osorio.

Puntualizó que así como era importante encontrar soluciones a las preocupaciones legítimas de Israel en cuanto a su seguridad y poner fin a todos los actos violentos que atentan contra su población, también debía destacarse los logros alcanzados por la Autoridad Palestina en la preparación de sus instituciones con miras a la creación de un Estado.

Ya en febrero de este año, en el marco del saludo al cuerpo diplomático acreditado en Colombia, el Presidente sostuvo que respecto de la situación en Palestina, “celebramos lo que Colombia y la comunidad internacional han venido buscando, y es la reanudación de los diálogos directos entre Israel y Palestina para alcanzar una solución negociada y definitiva al largo conflicto”.

Agregó que “estaremos siempre listos a poner nuestro grano de arena para que así sea”.

El siguiente pronunciamiento se dio en abril, de nuevo por el embajador Osorio y en otra sesión del Consejo de Seguridad. Dijo que era muy significativo y esperanzador que se hayan discutido nuevos planes de diálogo entre las partes y la forma en que se podrían apoyar estas iniciativas, al tiempo que invitó al Representante del Cuarteto a que continuara su activa gestión para el logro de este fin.

Después de ello, parece que el margen de acción para la facilitación colombiana se acabó. ¿Tuvo algún efecto concreto el papel de nuestro país? Según algunos analistas sí fue productivo, puesto que ayudó a que ambas partes aceptaran volver a hablar de la última “hoja de ruta” propuesta por el Cuarteto en septiembre de 2011, que se fue desarrollando en medio de un proceso accidentado y tensionante.

Pero también hay quienes consideran que Colombia nunca debió terciar en el asunto, pues si el Cuarteto no había podido destrabar este conflicto histórico, por las posiciones radicales y polarizadas de las partes, difícilmente un tercero con menor peso geopolítico iba a lograr derribar esos inamovibles.

Lo cierto es que hoy la cuestión sigue tanto o más complicada que un año atrás. Las negociaciones formales continúan suspendidas -como lo están desde hace dos años-. Palestina presiona en la ONU para ser admitido como Estado observador, mientras que Tel Aviv  se opone a la fórmula de “los dos Estados” y afirma que sólo negociará sin condiciones previas, fijando como objetivo el reconocimiento de Israel como "Estado del pueblo judío" y el mantenimiento bajo su control de una parte del futuro Estado palestino, exigencias rechazadas por la ANP.