La impronta de Russo | El Nuevo Siglo
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Lunes, 18 de Diciembre de 2017
Redacción Deportes
Los directivos apostaron por un técnico con ‘cartel’ que en el primer semestre se adaptó a los jugadores que había pedido su antecesor Diego Cocca y para la Liga Águila II diseñó un plantel a su gusto, en el que empezó por armar una defensa sólida 

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Las experiencias de Millonarios con los técnicos que llegaron después de Hernán Torres, quien le dio al equipo la estrella 14 no fueron las mejores y los directivos decidieron apostar por un hombre que tuviera prestigio, experiencia y el rótulo de ganador.

La aventura inicial fue con Diego Cocca, quien hizo una serie de requerimientos, los directivos le dieron gusto y cuando se esperaba que regresara para continuar con el proyecto que había diseñado, renunció para quedarse en su país al frente de Racing, al que había sacado campeón.

El directivo Gustavo Serpa se movió rápido, viajó a Argentina en silencio y concretó a Miguel Ángel Russo, quien llevó a Boca a ganar un título en la Copa Libertadores, pero además sumaba una serie de logros, aunque su arribo no garantizaba que las cosas cambiaran fundamentalmente por una sencilla razón: ya se habían contratado los ocho refuerzos solicitados por Cocca.

La primera gran señal de la capacidad del estratega argentino fue tomar lo que había y montar un equipo competitivo, con un estilo totalmente diferente al que siempre le ha gustado. Con él alcanzó las semifinales de la Liga Águila I, en la que fue eliminado por un gol en el último, convertido por un exMillonarios, Dayro Moreno.

Sorprendió que un estratega con tanta trayectoria, cuyo prestigio estaba de por medio no pidiera figuras rutilantes para armar su equipo para el segundo semestre.

Por el contrario, Russo siempre se mostró contento con lo que tenía y confiado en que con ese grupo podría alcanzar una meta que pregonó y que muchos de los seguidores de Millonarios no le creyeron: “tengo equipo para ser campeón”, dijo.

Tan poco le creyeron que la venta de abonos cayó a la mitad de lo normal. De 20 mil o más se pasó a unos 12 mil y ni siquiera los resultados los motivaron para acompañar al club celeste. Así lo demuestra el promedio de asistencia que solo mejoró con los partidos ante América y Santa Fe, en la semifinal y final.

Russo, quien a su lado tiene en el banco técnico a uno de los que fuera de los jugadores más queridos por la hinchada de Santa Fe, Hugo Gottardi, también sorprendió porque a su fe en la nómina unió su silencio ante las críticas y un manejo de grupo inmejorable.

Parte de la impronta, del sello que Russo le imprimió a los azules es la transformación de jugadores que tradicionalmente entraban con la tarjeta amarilla y rondando la roja a los partidos.

Le entregó la capitanía a Andrés Cadavid, líder por naturaleza, agradecido con la institución celeste y hombre que en cada partido deja la piel en la cancha y quien ahora, aunque lo amonestan, sabe manejar la situación.

Otro que lleva en su frente el sello del gran manejo que ha tenido sobre el grupo es ‘Carachito’ Domínguez. Cuando llegó muy poca gente lo quería porque venía del Junior, porque pegaba mucho y tenía fama de indisciplinado.

Domínguez terminó siendo fundamental en el andamiaje que montó Russo. Al lado de John Duque formó la pareja de volantes de marca, pero su misión era clara, sacar al equipo desde atrás, cuando fuera necesario con un pelotazo y además, preciso en los cobros de tiros libres.

Con la suya

La trayectoria de Russo es amplia. A sus 61 años ha dirigido en la Segunda División del fútbol argentino, en Lanús, club con el que logró dos ascensos a la máxima categoría: en 1990, como vencedor del Reducido por el segundo ascenso frente a Quilmes; y, tras descender, en 1992.

Entre 1994 y 1995 fue el entrenador de Estudiantes de La Plata, en dupla con Eduardo Luján Manera, logrando, nuevamente como campeón, el ascenso a la Primera División.

Tuvo cuatro etapas en Rosario Central, la primera de ellas en 1997. Logró clasificar a la Copa Conmebol 1998 por su ubicación en la tabla general.

También dirigió fuera de Argentina: en México, a Monarcas Morelia; en Chile, a Universidad de Chile, equipo con el que llegó a las semifinales de la Copa Libertadores 1996; y, en España, a Unión Deportiva Salamanca.

En 1999 retornó a su país para dirigir a Colón y luego a Lanús. También se hizo cargo de la dirección técnica de Los Andes, que retornó en 2000 a la Primera División aunque con escaso suceso, ya que con Miguel Russo descendería la siguiente temporada a la Primera B Nacional.

Vélez Sarsfield lo contrató en 2005 y obtuvo el Torneo Clausura de ese año, su primer título como entrenador en Primera División. Esa temporada también alcanzó las semifinales de la Copa Suramericana.

Luego de dos años en Vélez, el 15 de diciembre de 2006 firmó contrato con Boca Juniors para reemplazar a Ricardo La Volpe. Allí se consagró campeón de la Copa Libertadores 2007, el título más destacado de su carrera como entrenador.

Pero a estos logros se suman otros y a su exitosa carrera fue que le apostaron Gustavo Serpa, como representante de los máximos accionistas de Azul & Blanco y el presidente Enrique Camacho cuando lo trajeron a comienzos de año.

Es tanta la confianza de los directivos en el proyecto de Russo que hace un mes le renovaron el contrato por dos años.

No es lo único

Pero el título no es la única marca que Russo ha dejado en Millonarios. NO. El entrenador argentino se comprometió a dar oportunidad a jugadores formados en las divisiones inferiores y lo ha hecho sin temor.

Santiago Mosquera y Cristian Huérfano son dos ejemplos. El otro es Román, un lateral que pocas oportunidades ha tenido pero que pinta bien. Sin embargo, no es solo ponerlos a jugar sino saberlos llevar y el argentino lo ha hecho y de qué manera.

A ello se suma que ha potenciado a John Duque, de quien no queda duda, tiene pinta de estar pidiendo pista en la Selección Colombia, o Jair Palacio, la recuperación de un David Silva que se convirtió en fundamental o a Matías de los Santos, al que pidió y le respondió.

Ahora, ya con la estrella 15 en el escudo, con dos refuerzos ya listos, el golero Faríñez y el atacante ‘Búfalo’ Ovelar, queda por establecer qué otros refuerzos pedirá. Se supone que uno de ellos será un enganche, que no lo tuvo a lo largo del año porque Kouffaty no dio la talla y menos Zapata y a lo mejor otro delantero. Al frente está la Superliga, el 31 de enero en El Campín y el 7 de febrero en Medellín, más la Copa Libertadores.

Con el sello de Russo se pueden esperar grandes cosas. Ya demostró en Colombia que sus logros no fueron cosa del azar, sino de su trabajo y de una humildad que contagió a sus jugadores.

 

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